CapítuloVeintitrés|Salida|

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Los días de Kara se habían vuelto aburridos y cada vez más monótonos. A pesar de que iba al bufete; salía de vez en cuando con Melissa y Mary, no podía dejar de sentir miedo cada vez que salía. No le gustaba, prefería estar en el bufete o encerrada en el departamento.

Había comenzado a pensar de manera más razonable luego del encuentro con su madre esa noche en el estacionamiento de la clínica. Llegó a la conclusión que no quería un encontronazo más con ella. Había intentado evitar, por todos los medios posibles, caer en la trampa que ella le propuso. No podía caer en la boca del lobo como una imbécil. Sabía lo que su madre quería ocasionar, y no sería tan tonta como para seguirla.

Dejó salir un suspiro, y se dedicó a ordenar y meter en carpetas los papeles de uno de los últimos casos que haría el bufete por este año. Cuando terminó, los dejó sobre el imponente escritorio de su jefe para que él los revisara cuando estuviera totalmente repuesto.

Se abrazó a sí misma y se acercó al ventanal, como siempre lo hacía antes de irse. Se había vuelto su costumbre desde que estaba sola en el gran despacho. Ya había obscurecido, y la nieve seguía cayendo. Desde la altura, se lograba observar a varias personas corriendo con bolsas grandes en las manos, los cuales, probablemente, eran los regalos de última hora.

Los últimos días, habían pasado extrañamente tranquilos. A pesar de que no podía disimular lo asustada e intimidada que se sentía al salir a la calle, o al encontrase sola en un lugar poco transitado; para su sorpresa, no había ocurrido nada.

Se alejó del ventanal y corrió las cortinas. Buscó su bolso y salió del despacho luego de asegurarse de que todo estaba en orden. El piso estaba completamente solo. Era de esperarse, puesto que era noche buena y muy probablemente todos estuvieran compartiendo con sus familiar.

Imaginárselo, le daba cierto malestar en el pecho. Nunca, desde que tenía memoria, había celebrado lo que era Noche Buena y Año Nuevo. Antes de que su madre se casara; recordaba que se iba, dejándola en el departamento.

Nunca hubo regalos, sonrisas, abrazos o felicitaciones.

Luego de que se casó, su madre salía por las noches con Anthon y no regresaban hasta la madrugada o al día siguiente. Marcus, antes de que comenzara a abusar de ella, se iba con sus amigos y no regresaba sino hasta dos días después.

Así que, prácticamente durante toda su vida, había pasado esas dos fechas sola y sin compañía.

Tomó en ascensor, cruzándose con alguno que otro empleado, los cuales les sonreían por cortesía. Algo que todos los empleados se preguntaban, era cómo ella había logrado soportar a su jefe. Se sabía que él era demasiado mandón y amargado; así que no se explicaban cómo alguien tan nuevo en ése cargo, era capaz de soportar.

En la planta baja, Kara se cruzó con Melissa, quien le sonrió pícaramente al verla.

—¿Qué harás esta noche?—preguntó caminando a su lado.

—Ver películas en mi departamento, supongo.

—¿Qué? ¡No! ¿Cómo crees que vas a pasar la navidad de esa manera tan solitaria?

—No tengo nada mejor que hacer.

—¿Y tu familia?

Kara hizo el amago de sonreír, pero no lo logró.

—No tengo.

—Lo siento...

—No importa.—sonrió con amargura—. Ya estoy acostumbrada a pasar estas fechas sola.

—Mira, luego de que termine de celebrar con mi familia, te iré a buscar. ¿Te parece bien si vamos a un Club?

—No, no lo creo. No tengo la ropa adecuada para ir a uno de esos lugares.

Corazón Principiante✔️Where stories live. Discover now