CapítuloQuince|Incomodidad|

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Y ahí estaba ella. Su yo aniñado corría tomada de la mano de un chico rubio al que desconocía por completo. ¿A dónde la llevaba y por qué lucía tan asustado? Se movieron rápidamente entre las habitaciones hasta llegar a la que parecía ser el cuarto de juegos por todos los juguetes que se encontraban esparcidos en éste. Observó como él, sin perder tiempo abría una pequeña puerta de la que no se había percatado. Él la alzó y la metió dentro del pequeño cuarto; poco después entró él.

—No te preocupes. Todo estará bien.—Dijo él con evidente preocupación en su voz.

—¿Qué está sucediendo, hermano?

Él la pegó a su cuerpo y la abrazó. Estaba temblando como una hoja y por mas que la abrazaba y le susurraba palabras tranquilizantes, ella no dejaba de rechinar sus dientes.

—Kara, cálmate si no quieres que el Hombre Malo nos descubra—. Susurró.

—Tengo mucho miedo, Brandon... ¿Dónde están mamá y papá?

—Ellos...—mordió su labio inferior—. Están fuera, intentando razonar con el Hombre Malo. Así que si no quieres que nos lleven con ellos, quédate callada y deja de rechinar los dientes.

Un grito chillón proveniente de una niña los hizo temblar a ambos. Comenzaron a escuchar pasos, acercándose cada vez más a ellos. Voces fuertes e imponentes se hicieron presentes en donde estaban, luego, silencio.

La puerta de la habitación se abrió de repente, estrellándose contra la pared. Poco después, vieron cómo la puerta del pequeño cuarto en el que estaban escondidos, era desprendida de donde estaba y caía estrepitosamente al suelo.

—Así que aquí estaban.—murmuró uno de los hombres.

Unas fuertes manos halaron de ella, sacándola del pequeño cuarto.

—¡Suéltenla!—Gritó el chico dándole una patada en los testículos al hombre que intentaba agarrarla.

—¡Maldito niño!—gimió. Su compañero, el que tenía a Kara en brazos, golpeó con su gran arma la nuca del chico y éste cayó inerte.

—¡Brandon!—Chilló ella.

...

Kara despertó, pero no abrió sus ojos.

Recordaba con claridad todo lo que había soñado hasta el momento; eso quería decir que no eran simples sueños, eran sus recuerdos perdidos. Ahora, tenía más dudas en su cabeza. ¿Por qué su madre nunca le dijo que tenía un hermano llamado Brandon? ¿Qué había sido de él? ¿Por qué ahora él no estaba con ella? ¿Dónde estaba su padre? Necesitaba darle respuesta a todas sus preguntas. 

Abrió sus ojos con pesadez. Intentó sentarse en la cama, pero su pecho dolía. Volvió a abrirlos, acostumbrándose poco a poco a la luz. Su vista estaba un poco borrosa y sentía debilidad en todo el cuerpo. ¿Que tanto había pasado? Miró hacia sus costados; dándose cuenta del entorno en el que se encontraba. Estaba en una clínica. ¿Qué estaba haciendo allí? Miró las máquinas a sus costados y tocó el respirador que tenía en sus fosas nasales. Vio por su rabillo del ojos, una figura conocida. A su lado, dormido sobre el incómodo sofá y con los brazos cruzados sobre su pecho, estaba Noah. ¿Por qué estaba él allí? Comenzó a imaginarse todos los motivos por los que estaba allí, y el más coherente fue, que se había quedado dormida en la bañera y casi se había mandado para el otro mundo sin darse cuenta. ¿Cuánto tiempo había estado allí sumergida? ¿A que hora había llegado él a casa y qué había estado haciendo?

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