CapítuloVeinticuatro|Gritos|

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Se miraban fijamente a los ojos, no podían apartar la mirada del otro siquiera por un segundo. Ninguno tenía la intensión de romper ese momento tan enigmático.

Sin embargo, uno tenía que ceder.

—¿Qué coño pasaba por tu mente? ¿Cómo se te ocurre salir de esa manera?

—Yo... Yo no tenía muchas ganas de salir, pero de repente llegó Melissa y me instó a salir a celebrar.

—¿QUÉ NO SABES DECIR QUE NO? ¿NO ENTIENDES QUE ES PELIGROSO?—gritó golpeando la pared con sus puños—. Pareciera que no fueras tú. ¿Qué te pasa que de repente te volviste una imbécil? Sabiendo cómo están las cosas, con el Animal Dos rondándote, ¿crees que es aceptable que salgas a un lugar tan público, con demasiado borracho, a sabiendas de lo que te puede ocurrir? ¿Eres estúpida?

—¡No me insultes! No soy ninguna estúpida.

—Sólo estoy cuidándote para que no hagas estupideces como la que acabas de hacer. ¡No sabes qué pudo haber ocurrido si no te salvaba!

Kara bajó la cabeza, notablemente avergonzada. Sabía que él tenía razón. Sin embargo, no le gustaba para nada que la insultaran.

—No deberías de preocuparte tanto por mí.

—Sé que no debería hacerlo. Pero no puedo. Tienes qué pensar antes de actuar. Sabes que con tu situación actual, no puedes salir por ahí sola. Podría ocurrirte cualquier cosa.

—Pero, es mí vida...

—¡Lo sé! Pero no puedes decir eso cuando somos varias personas las que están implicadas ¡en tú vida!—soltó sus muñecas y llevó sus manos a sus caderas—. ¿Quién era el tipo? Era el Animal Dos. ¿No es cierto, Kara?—asintió—. Espérame dentro del maldito auto. Yo voy enseguida.

—Noah, espera, estás herido...

—¡VE AHORA MISMO!

—Pero...

Noah gruñó con frustración. La tomó de la mano y la haló con fuerza a pesar de que ella gritaba y se removía, no se inmutó ante nada. Abrió el auto y la metió a la fuerza dentro de éste. Luego, cerró la puerta y la dejó encerrada.

De ahí, no saldría.

Pasó entre las personas que se movían a su alrededor. A su lado, una mujer lo detuvo aferrándose a la manga de su sudadera. Se acercó a él y meneó su cuerpo frente a él, sin embargo, no obtuvo la reacción que esperaba. El empujón de Noah fue fuerte que cayó al suelo. Bajó la mirada hacia ella, quien lo miraba sorprendida y a la vez enojada.

Siguió su camino hasta el lugar en donde había dejado a ése Animal. Ahí, ya no estaba el cuerpo. Se acercó a la barra y llamó al barman.

—¿Dónde está el tipo golpeado?—gritó para que lo oyese.

—Se lo llevó otro hombre hace un par de minutos. No debe estar muy lejos por si quiere seguir golpeándolo. Lo cual, sería lo mejor para una basura humana como ésa.

—Si te parece así, ¿por qué no interviniste cuando lo viste tratarla de esa manera?

—Las normas del Club no me permiten intervenir en los problemas de los clientes. Así note que algo no anda bien, no debo intervenir. Es, ¿cómo decirlo? la regla de oro, quizá. Lo mismo va para las camareras. Sin embargo, tener esa regla no significa que no tenga remordimiento. Por mucho que hubiera querido ayudarla, no podía poner en juego mi trabajo, mucho menos mi cuello. Por ende, agradezco que usted haya aparecido en el momento justo.

Noah lo observó, detallando su expresión. Se veía sincero, sin embargo, no debía confiarse del todo.

Por más que una persona se vea inocente o sincera, uno nunca sabe qué se esconde bajo esa cara. Sobre todo, qué clase de pensamientos tiene esa persona hacia ti.

Corazón Principiante✔️Where stories live. Discover now