CapítuloVeintiocho|Vídeo|

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Kara se encontraba observando cómo la organizadora del evento ordenaba a gritos que todos trabajaran más rápido. Habían muchas personas en el gran salón en el que se haría la fiesta. Varias personas se encontraban decorando las mesas, otros, veían si el sistema eléctrico funcionaba perfectamente y, los demás, se movían de aquí para allá moviendo y quitando cosas.

Era un caos total.

Como secretaria del Jefe, debía de permanecer allí hasta que todo estuviese listo, o al menos esa había sido la orden que Noah le había dejado con Melissa, la cual, se comportaba de manera extraña con ella desde el incidente en el club.

Un fuerte mareo interrumpió sus pensamientos, haciéndola casi caerse. Recostó su cuerpo contra la pared más cercana y cerró sus ojos. El cansando la sobrepasaba en esos momentos, tenía días durmiendo mal.

—¡Kara!—gritó Rose, la organizadora—. ¡Deja de soñar despierta y ven!

Kara asintió y se acercó a ella ignorando el pequeño dolor de cabeza que comenzaba a sentir.

—¿Ocurre algo?—preguntó.

—Sí, necesito que vayas donde el Sr. McIntyre y le entregues estas facturas. 

Kara asintió nuevamente, sintiéndose incómoda. Tomó las facturas y comenzó a caminar rumbo al ascensor. Tocó dos veces la puerta, escuchando al momento un adelante. La puerta se desbloqueó y entró. Miró hacia Noah, el cual, yacía de espaldas a ella, como siempre se encontraba.

¿Por qué evitaba el contacto visual entre ellos?

—Le he traído unas facturas. Rose me ha dicho que debía de entregárselas.

—Déjalas sobre el escritorio.

Suspiró y caminó hasta la mesa dejando los papeles sobre ésta. Dio media vuelta y comenzó a avanzar.

—No he dicho que puedes retirarte.

Su cuerpo vibró ante sus palabras y sus pies se detuvieron al instante. Giró y lo encontró mirándola fijamente con sus manos entrelazadas sobre el escritorio.

—¿Tienes todo listo para la noche?

—Sí.

—Iré a buscarte a las nueve, espero y estés lista.

—De eso no habrá...—sus palabras quedaron en el aire, no pudo pronunciar nada más.

Un fuerte dolor punzante en su cabeza la detuvo. Respiró con dificultad repetidas veces, pero el dolor y la somnolencia podía con ella en ésos momentos.

Noah se apresuró hacia ella.

—¿Qué tienes? 

Ella no respondió, simplemente te tambaleó un poco y salió de allí rápidamente sin darle tiempo de preguntar. Se había quedado notablemente sorprendido por lo que había ocurrido.

¿Qué le estaba ocurriendo?

Estaba preocupado. Sabía el estrés al que estaba sometida esos días y se imaginaba que la falta de sueño la estaba consumiendo. Pensó en su partida, se iría entrada la noche sin despedirse de ella. El alejarse sería gratificante para ambos y quizá ella encontrara la felicidad con alguien más.

Se dejó caer al suelo, sintiéndose cada vez más mortificado consigo mismo. No quería imaginarse a la mujer que quería, siendo tocada por otro hombre.

La puerta se abrió de repente y Noah alzó la vista para ver quién osaba a abrir la puerta de su despacho sin su consentimiento.

—Eh, ¿por qué esa cara?—musitó Mike cerrando la puerta detrás de él y caminando hacia su hermano.

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