CapítuloCuarentaYUno|Malestar|

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Noah parpadeó sin saber muy bien cómo reaccionar. ¿Qué a la bebé no le faltaba todavía un mes? Mirando hacia Kara y guardando el móvil, la tomó de la mano.

—¿Quieres venir con nosotros, Ann?

—Oh, no.—negó repetidas veces—. Hagan lo suyo y nos veremos pronto.

—¿En dónde vives? Para dejarte allí.

—Brandon me puede llevar, no te preocupes.

—¿Segura? ¿No prefieres que te lleve yo y no éste Animal?

—El único Animal aquí serás tú.

Se despidieron. Kara y Noah entraron a su ascensor y se tomaron de las manos. Él le apretaba la mano que tenía entrelazada. Ambos estaban emocionados y nerviosos, tenían meses esperando la llegada de la pequeña Sophie.

—¿Estás emocionado?

—Sí. Hace mucho que no veo un bebé y, bueno, me emociona porque me gustan los bebés.

Kara cerró los ojos y recostó su cabeza al asiento.

Habían grandes posibilidades de haberse embarazado aquellas veces después de hacerse la prueba y aquello la preocupaba porque durante aquellos días en el crucero, no había podido tomarse los anticonceptivos que le había dado Matías luego de lo que sucedió aquél día. Noah no sabía que las tomaba y sabía que si se enteraba, probablemente se enojaría con ella. Desde que llegaron, había querido comenzar a tomarlas, pero no podía hasta que no estuviera completamente segura que no estaba embarazada, no estaba segura de qué daño le podía ocasionar al embrión.

Llegaron a la clínica y fueron rápidamente hasta la sala de emergencias. En las sillas, se encontraban Nora, Anselmo y George. Caminaron hasta ellos y llamaron su atención. Nora se levantó y abrazó a Noah, seguidamente a Kara.

 —¿Cuánto tiempo tiene dentro?—preguntó Noah.

—Horas. Estoy muy preocupada. Mike entró con ella y aún no han salido.

—¿Y por qué tardaron tanto en avisarme?

—Creíamos que sería un procedimiento rápido, por lo que en un principio sólo estábamos tu papá y yo acá. Pero luego hubo problemas y sabíamos que teníamos que avisarles.

Kara se alejó de ellos y los dejó hablar. Se sentó en una silla un tanto alejada de ellos, estaba comenzando a sentirse mal. Afincó las manos al asiento y dejó caer su cabeza. El fuerte mareo se estaba apoderando de ella. Apoyó los codos en sus muslos y colocó la cara entre sus manos mirando hacia sus zapatos.

Estaba sintiéndose muy mal y pedía que nadie se diera cuenta de ello. No quería hablar ni dar explicaciones, mucho menos alzar la vista.

—¿Te pasa algo?—escuchó a Noah. Ella alzó levemente el rostro—. ¡Demonios! Estás muy pálida.

—Estoy bien, no te preocupes.

—No, maldita sea, no. Pareces un maldito fantasma. Kara levántate.

—No.—todo comenzaba a dar vueltas y de sólo imaginarse que tendría que ponerse de pie, se sentía peor—. Noah, déjame sola un momento, ¿sí? Me pondré mejor en un segundo.

—Levanta tu trasero de esa maldita silla y vamos a que te revisen.

Noah se agachó frente a ella y le acunó la cara entre sus manos. Sus mejillas calientes calentaron sus frías palmas.

—Kara, te lo diré por última vez, levántate.

—¡Déjame!—exclamó. Estaba sintiéndose mal y que él comenzara a presionarla, la hacía enojar. Simplemente quería estar quieta y sola—. Noah, déjame sola un momento, es lo único que te pido.

Corazón Principiante✔️Where stories live. Discover now