CapítuloTreintaYNueve|Segunda Venganza|

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Annie llegó a un parque cercano a su zona para pensar con tranquilidad. El bullicio de la reconstrucción la tenía más que cansada. Se sentó en un banco de Madera. Entrelazó sus dedos y se permitió recordar lo acontecido con Brandon hacía días atrás. No lo había vuelto a ver desde aquél beso, lo cual la decepcionaba un poco. Seguía sintiéndose culpable por haberle seguido el beso. Ella tenía a Peter. Él era un chico demasiado bueno con ella como para traicionar su confianza de esa manera. No se lo merecía.

En ése momento de su vida, estaba demasiado confundida.

Sin embargo, recordar ese beso, las manos de Brandon apretándola y la erección que él le restregaba a propósito, la hacían confundirse aún más.

Sintió un peso a su lado, y se aventuró a mirar quién se había sentado a su lado habiendo tantas bancas disponibles. Se encontró con una pequeña cara blanca y regordeta. Mejillas rosadas y unos ojos que no sabía si eran verdes, o azules. Subió más los ojos, encontrándose con Brandon.

—Hace tiempo que no nos veíamos, ¿no?

—Sólo han pasado unos días.—respondió mirando hacia el niño.

—Es mi hijo.

Annie se atragantó con su propia saliva. Jamás, había imaginado que él ya era padre. Se le hacía difícil que alguien que molestaba tanto como él, ya tuviera descendencia. Ahora, una gran duda se plantó en su mente.

¿Quién era la madre?

¿Por qué no fue con ella a la fiesta?

—¿No te lo imaginabas?

—No. Este pequeño es muy lindo para ser hijo tuyo.

—De hecho él es demasiado feito para ser hijo mío—dijo con una sonrisa en sus labios.

Annie se limitaba a jugar con las manos del niño, mientras que Brandon se concentraba en ella y en cómo trataba a Matt.

Matthew comenzó a removerse, estaba fastidiado de estar en la misma posición, así que Brandon lo bajó al pasto y sacó de su bolso unos legos. Se los dio y él comenzó a armar figuras.

—No he podido olvidar ese beso.

—Deberías hacerlo.

—Me niego.—Annie suspiró—. No hagas así—musitó, girándose hacia ella—. Realmente me encantó ese beso y quiero repetir.

—Brandon, no insistas...

—Termina con tu novio.

—¿Qué? No.

—Hazlo.

—¿Por qué debería?—respondió girándose.

—Porque me atraes y sé que yo a ti también.

—No estés tan seguro.

Annie levantó la vista y miró a lo lejos, reconociendo casi de inmediato la figura de Peter. Maldijo para sus adentros cuando sus ojos chocaron y él comenzó a caminar hacia su dirección con sus manos dentro de sus bolsillos delanteros y una resplandeciente sonrisa en su rostro.

Vaya coincidencia.

—¡Cariño!—chilló él cuando estuvo frente a ella. Se agachó y la abrazó—. ¿Quién es él?—preguntó mirando a Brandon.

—¡Un amigo gay!—se aventuró ella—. Nos acabamos de encontrar acá por casualidad.

Peter miró hacia Brandon, luego hacia el pequeño que jugaba a sus pies con unos legos de colores. Regresó su vista al hombre.

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