CapítuloCincuentaYUno|Miedo|

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La puerta cayó al suelo causando un gran estruendo. Kara tembló al ver el rostro sonriente de ése hombre. Tenía una pistola en su mano, apuntando hacia Noah, el cual apretaba su mano con fuerza.

—Kara, ven para acá.—ordenó.

Kara sintió cómo su corazón amenazaba con salirse de su pecho y su barbilla temblaba del miedo que sentía. 

—Si no vienes, le volaré los sesos a este maldito bastardo.

Un gruñido se escuchó proveniente de la garganta de Noah.

Kara miró hacia Noah, no quería que le ocurriera nada por su culpa. Llevó su vista hacia aquél hombre que tanto despreciaba y temía a la vez. Observó su rostro, sintiendo nuevamente náuseas al momento de detallar su mirada libidinosa. Su cuerpo tembló. No quería que él volviera a tocarla, no quería.

—Maldita seas, Kara, ¡ven aquí!

Noah lo observó, reconociendo al instante la voz de su recuerdo y al momento recordando la noche que rescató a Kara. Todo pasaba muy rápido por su mente y un dolor de cabeza lo hizo contraerse pero, ignorando su propio dolor, sonrió, detallando cómo el rostro de Marcus se contrajo en una expresión furiosa. Se enderezó y colocó a una temblorosa Kara detrás de él.

—¿Pistolas? ¿Es en serio? ¿Necesitas ese juguete para vencerme?—rió y observó la sonrisa del Animal descomponerse por completo, dejando en su cara una expresión furiosa—. Que poca confianza tienes en ti mismo.

Marcus dejó caer la pistola al suelo y se abalanzó sobre Noah, quien empujó hacia atrás a Kara para que no llegase a tocarla. Noah golpeaba con toda su fuerza a ese Animal, lo odiaba tanto como a su madre. Él le había causado mucho daño a Kara durante años, no pensaba perdonárselo. Ahora lo recordaba todo. Los recuerdos habían llegado tan rápido a su mente que le había costado asimilarlo todo. Había sido un idiota, lo aceptaba, pero ahora debía protegerla como debía.

Se detuvo en seco al oír un disparo y seguidamente un grito. Miró hacia Kara, que era arrastrada fuera del cuarto por un hombre. Él intentó apartarse del animal e ir tras ella pero, sin preverlo, el tipo le disparó en la pierna, intentó correr hacia ella pero ya era demasiado tarde para reaccionar. El Animal la tenía de pie apuntando con su pistola a su sien. 

Noah enfureció y se levantó soportando a medias el dolor incipiente en su muslo. Su cuerpo ardía de rabia. Soportaba completamente el dolor abrasador, ahora sólo centraba toda su atención en el rostro del Kara, del cual caían gruesas lágrimas y temblaba como una hoja.

—Te mueves y la mato—espetó pegando su asquerosa boca a la cara de ella y dejando un beso en su mejilla.

Noah quería matarlo así como hizo con aquellos cuatro. Haría sufrir a ese maldito como no tenía idea. Apretó sus puños pensando en lo que debía hacer, pero el dolor de cabeza y la sangre brotando de su pierna, no lo dejaban pensar con claridad. Todo había sucedido tan rápido que ya no sabía qué hacer.

—Será mejor que te despidas, porque será la última vez que la veas. 

Noah comenzó a avanzar hacia él, pero de repente todas las luces se apagaron, dejando una obscuridad total. Avanzó lo más rápido que sus piernas le permitían hacia la puerta cuando escuchó los pasos rápidos y los gritos ahogados de Kara. Siguió los gritos en la obscuridad mientras chocaba con los invitados, pero éstos de repente se detuvieron. No se podía ver prácticamente nada, puesto que esa noche no había luna. Corrió como pudo por todo el jardín delantero al ver un helicóptero estacionado en medio de éste. Su pierna cada vez ardía más y  comenzó a correr con todas sus fuerzas. Observó gracias a las tenues luces que desprendía el helicóptero, cómo subían a Kara y otros seis hombres se subían también. Todos encapuchados y con largas armas en sus manos. El helicóptero despegó y Noah se dejó caer al suelo completamente derrotado y sintiéndose la peor basura que pudiera existir. Había dejado que se la llevaran, no pudo protegerla. Sabía perfectamente que había sido Robert quien mandó a secuestrarla nuevamente. Ya lo había hecho una vez, ¿qué podía pararlo una segunda? Estaba furioso. No pensaba dejarlo ganar esta vez. Robert no se saldría con la suya. La rescataría. Lo haría y lo mataría a él y al animal en el proceso. No pensaba tentar nuevamente su suerte. Debía matar ambos pájaros de un sólo tiro.

Corazón Principiante✔️Where stories live. Discover now