CapítuloVeintisiete|Palabras Duras|

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Habían pasado varios meses y Noah cada vez estaba más seguro de su decisión. No podía permitirse cambiar de opinión cuando sabía las consecuencias que podría causar quedándose allí. Hizo girar la silla y miró la puesta de sol desde el ventanal que yacía frente a él. Estaba nervioso, no podía negarlo. Sólo faltaban dos días para la fiesta y para irse. Llevaba días imaginando cómo reaccionaría Kara cuando no lo viera llegar más a la oficina. Quizá se entristecería un poco, pero luego lo superaría. Ella no estaba aferrada a él, mucho menos se deprimiría al no verlo durante cierto tiempo.

Se estuviera mintiendo a sí mismo si no admitiera que eso le dolía.

Alejarse de una persona, a la cual te has aferrado y sientes mucho cariño, es jodidamente difícil. Sabía que el tiempo que estaría fuera, lo que más haría, sería recordar los momentos que tuvo con ella, e imaginarse momentos que a él le hubiera encantado que hubieran sucedido. Suspiró y se encogió en su silla. Metió la mano dentro del bolsillo interno del saco de su traje, y sacó el collar que pensaba regalarle.

¿Por qué no había sido capaz de dárselo esa noche?

De repente, recordó la conversación que tuvo con Robert hacía varios meses.

¿Sí sería posible que ella fuera la hija perdida de Erick?

Las posibilidades eran altas, sin embargo, necesitaba ver el retrato que ellos tenían sobre cómo sería la niña en la actualidad y ver si su rostro, concordaba con el de Kara.

...

Kara yacía frente a la puerta del despacho de Noah. Debía de llevarle unos papeles de un caso que el bufete venía preparando desde hacía varias semanas y él debía de darles el visto bueno y decidir qué abogado llevaría el caso. Se sentía reacia a entrar allí. Él ya no era el mismo desde aquella mañana en la que casi la besa, y luego comenzó a gritarle.

Él no mencionó palabra alguna sobre lo ocurrido, y ella tampoco. Ambos habían caído en la monotonía. Siempre que se veían, se saludaban, pero nunca hablaban a no ser completamente necesario.

Llamó a la oficina y él desbloqueó la puerta. Se encontró a Noah de espaldas, mirando hacia el atardecer.

Se aceró a pasos incómodos hacia el escritorio y dejó los papeles sobre la mesa.

—Ahí tiene los papeles que pidió por la tarde.

—Gracias. Puedes retirarte.—respondió, sin girarse a mirarla.

Tragándose las ganas de preguntarle por qué era así con ella, giró sobre su eje y salió de allí sintiéndose frustrada con él y con ella misma.

Se sentó en su escritorio y comenzó a trabajar. Minutos después, quien menos se esperaba apareció cuando las puertas del ascensor se abrieron. La observó de reojo caminar contoneando sus caderas hasta ella con un rostro terriblemente inescrutable.

—¿Está Noah?

—¿Para qué lo desea?

—Eso no es problema tuyo.

—Pues si no me dice, lamento que no podré dejarla pasar.

—Tú sólo haz tu trabajo en comunicarle que estoy aquí.

—Tiene que decirme para qué necesita hablar con él, sino, no podrá pasar.

—¿Y quién me lo va a impedir? ¿Tú? No me hagas reír.

Kara se levantó de golpe, sobresaltando a Clara, quien yacía frente a ella.

—¿Llamo a seguridad?

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