CapítuloCuatro|Nervios|

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Noah observó cómo ellos entraban al Club. Sentía algo extraño en el pecho al ver a la mesera caminar de esa manera tan delicada mientras que el tipejo mantenía agarrada del brazo. No sabía qué era exactamente lo que sentía, pero no le gustaba.

Al parecer, el tipejo se había recuperado a la perfección de sus golpes y eso no le gustaba en lo absoluto. Su mente comenzó a trabajar e imaginó lo que quizá había pasado allí. Había escuchado tantas veces casos sobre la violencia de género que no le costó mucho deducir lo que había pasado ahí. Quizá el tipejo no estaba solo. Seguro que un amigo suyo, igual de Animal que él, estaba por allí merodeando por el Club o el Animal lo habría llamado desde su móvil. Entonces, el tipejo Dos la mantuvo consigo hasta que el tipejo Uno llegó y se la llevaron. Quizá eso podría explicar el bolso tirado a un lado de la carretera. De más estaba imaginarse lo que había pasado en cuanto estuvieron solos. Era muy probable que él hubiera desahogado todo el enojo que tenía con ella acusándola de querer huir. Seguramente la golpeó, la ofendió y la violó.

No tenía muy claro qué haría estando allí, pero de algo sí que estaba muy seguro: El tipejo lo estaba buscando. Se notaba por su manera de mirar fijamente cada auto estacionado y cada hombre que pasaba por su lado con una expresión seria y a la vez altanera. Era una clara evidencia de que lo que estaba buscando para darle su merecido, lo cual, a Noah le causaba gracia.

Noah no era en lo absoluto idiota, sabía que si se bajaba del auto y mostraba su cara, el tipejo y cualquier amigo que tuviese allí, irían a por él. Además, la mesera saldría también herida más tarde esa noche cuando estuviera sola con él. Sería un acto muy idiota meterse en más problemas, pero él quería provocar aún más al Animal y divertirse un rato golpeándolo, además de que tendría que darle las cosas a la mesera.

¿Pero cómo conseguiría que no tomara represalias contra ella?

Miró hacia la puerta principal y vio al tipejo con otro tipo riéndose a carcajadas. Bien, ahora las cosas se colocarían un poco difíciles. ¿Cómo lograría deshacerse del tipejo Dos? Tendría que buscar algo con lo cual seducirlo o simplemente causar una conmoción. ¿Pero cómo? Tomó su móvil en cuanto una idea pasó por su cabeza y llamó a la persona que sabría que estaría dispuesta a ayudarlo.

Al colgar su mente volvió a repetirle por milésima vez: ¿Por qué estaba haciendo todo aquello por una mujer de esa calaña? Quizá ella fuera una de esas mujeres que amaban tanto a un hombre que no les importaba que las golpearan con tal de estar con él.

Aunque no podría ser, porque ella había intentado escapar según había entendido.

¡Todo era demasiado confuso!

Por más que su mente y orgullo le gritaban que no debía de estar allí, su cuerpo reaccionaba de manera contraria. Recordó la manera de caminar de ella y sintió una pequeña punzada en el pecho. ¿Qué pasaba con él? Él nunca había estado de acuerdo que un hombre golpease a una mujer, sin embargo nunca había sentido lástima o rabia, que era justo lo que sentía en este momento. El enojo que tenía consigo mismo por haber claudicado había desaparecido casi por completo, siendo reemplazado por la indignación que sentía al ver cómo una mujer podía hacer tanto por amor o simplemente por pánico a las represalias que podría tomar esa persona contra ella.

Miró nuevamente al tipejo que mantenía una postura erguida mientras miraba a los autos con expresión ceñuda.

Así es maldito, espérame que muy pronto te daré la paliza que te mereces.

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