Dashia
Faltaba más o menos una hora para que la sesión empezara y yo hablaría primero que Lena. No había tenido las agallas para ir a su habitación y hablar con ella sobre toda esta maldita situación a pesar de que sabía que era necesario. Pero era una cobarde. No podía verla a la cara, no después de todo lo que había pasado con Robert, no después de saber que él quería el divorcio.
Y hablando del rey de Roma. La cabeza de Robert se asomó en la puerta. Entró fijándose antes en el pasillo y cerró con mucho cuidado. Se veía muy tranquilo y la sonrisa que inundaba su rostro me contagió de inmediato.
Sin decir nada, sus labios se acercaron a los míos y correspondi al beso. Me dejé llevar muy fácil por la suave sensación que me daba mientras se movía sin ninguna prisa. Sus manos bajaron por mí espalda, llegando a los cordones del vestido. Sentí como comenzaba a soltarlos y entonces tuve que detenerlo. Se apartó de mí y casi quería pedirle que no se detuviera pero tenía que controlarme.
—¿Cómo amanecesite? —me preguntó.
—Supongo que bien —respondí a fuerza—, pero estoy muy nerviosa por lo que pasará hoy, ¿y Lena?
La sonrisa desapareció cuando mencioné su nombre.
—Ya la sacamos de esa celda, tal como Adrián ordenó —dijo—. La llevé de nuevo a su habitación y Bruno la curó hace un rato, ya sabes, lo de su pierna no mejora.
Casi podía adivinar lo que ella tenía, lo había visto antes pero no sabía si era buena idea mencionarlo ahora. Ese podía ser mi pase entrada para hablar con ella.
—Hace un rato, Vanessa se ofreció a cuidarla —siguió Robert—, supongo que no pude pedir a nadie mejor, Lena es muy tolerable con esa chica.
¿Y quién no? Vanessa era tan neutral para muchos asuntos y parecía estar dispuesta a ayudar siempre que alguien lo necesitaba. Gracias a las criadas me habían llegada noticias sobre ella. Y vaya que eran noticias. Ella y Tatiana habían sorprendido a muchos dando a conocer que tenían algo así como una relación. Por supuesto, eso estaba dando mucho de que hablar pero era gente tan hipócrita. En la corte pasaban cosas peores cada noche y me sentía capaz de hacer casi una lista. Desde su estancia aquí, Ariana Cornelius entraba en esa lista, al igual que todos los guardias con los que se acostaba y qué decir del querido Damon, teniendo una jovencita diferente en su cama cada noche y Adrián, bueno, él no era tan diferente a su hermano. Y nadie decía nada al respecto. Era una burla que se atrevieran a criticar a esas dos chicas.
—Trata de estar tranquila —nos sentamos en un pequeño sofá—, de nada sirve que estés así, todo saldrá de maravilla.
—Es que no lo entiendes Robert. Jamás he hablado de esto con los demás y estoy segura de que Lena tampoco te dijo nada. Son facetas de nuestra vida que decidimos dejar atrás.
Además, no quería que todos supieran que aún conservaba un cierto rencor hacia mi hermanita. Ella podría contar su parte de la historia, dejando que la gente supiera lo buena que fue con las armas, dejando que supieran que siempre fue la favorita. ¿Y yo? Todos por fin se darían cuenta que Lucinda me tuvo lejos por ser tan débil, por tratar de hacer las cosas de una buena manera y no a la fuerza como su hija trofeo.
—Sé que será difícil —Robert besó mi mano—, pero es la única oportunidad que ambas tienen para recuperar lo que les pertenece, sin importar el rumbo que el destino decida tomar.
Sentí algo frío en la mano. Miré a Robert confundida y sonrió. Había una pequeña cadena con un dije colgando. Era una cruz hecha de pequeños diamantes. Era muy hermosa.
BINABASA MO ANG
"El Elemento Perdido #4: Aire" ⚠️ Disponible Hasta El 31 De Diciembre⚠️
Fantasy¿Quién diría que una fiesta de 18 años complicaría tanto la vida de un grupo de amigos? Bueno, pues ahora Alexia se daba cuenta de que era posible. Ser la princesa de un reino en una extraña dimensión era una cosa bastante difícil y ahora Alexia ya...