"CAPITULO 31"

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Alexia

Dejé a la estúpida de Dashia en el pasillo. Ya me encargaría de ella después porque de verdad estaba colmando mi paciencia. Esperaba que lograra calmar sus malditos nervios y no siguiera metiendo sus narices donde nadie la llamaba.

Toqué la puerta de la habitación de Daniela una vez más. Una de las doncellas me dijo que no quería recibir a nadie y por eso decidí dejar pasar unos cuantos minutos. Tal vez ya había cambiado de opinión y ahora sí podría hablar con ella. Necesitaba más detalles sobre su partida. Lo del desayuno no salió para nada bien. Esperé unos cuantos segundos y entonces oí el seguro de la puerta. Bien, ya era una buena señal. Carl fue el que se asomó.

—¿Puedo pasar? —le pregunté.

—Es Alexia —dijo.

Daniela murmuró algo pero no pude escuchar qué exactamente. Carl abrió la puerta y me dejó entrar.

La habitación estaba cubierta por mucho color blanco. Al parecer, las doncellas ya habían hecho su trabajo. Los muebles estaban cubiertos con mantas blancas. La cama, totalmente impecable, sin ninguna sábana o almohada en ella. Las maletas ya estaban dispuestas en el suelo y sorpresivamente no era tanto. En Terra no necesitarían nada que viniera de este lugar.

Daniela estaba sentada frente al tocador, estaba revisando unas cuantas cosas y al acercarme a ella, pude ver que era muchas joyas.

—Perdón por hacerte esperar linda —me dijo—, pero tenía que arreglar ciertas cosas antes.

—Entonces, no estabas jugando, ¿de verdad te vas?

Levantó la vista y me miró por el espejo. Una leve sonrisa apareció en su rostro pero sabía que no era porque estaba feliz.

—Las dejaré a solas para que puedan hablar —le dijo Carl—, volveré en unos minutos.

Cuando salió de la habitación, Daniela puso todas sus joyas en el cofre, excepto una. Se levantó de ahí y me tomó de la mano. Nos sentamos en la cama y puso el collar en el colchón.

—Lamento todo lo que la estúpida de Katrina dijo —empecé—, yo quería hablar contigo sobre esto pero, la verdad es que no sé ni qué decir.

—Jamás he escuchado a la bruja de tu madre, recuerdo que cuando era niña, trataba de llevarse bien conmigo, pero mi madre no la soportaba, y aunque yo era muy pequeña, me contagió el sentimiento, así que me importa un bledo lo que ella diga de mi.

Y pensar que Katrina alardeaba que tanto la abuela Katherine como el abuelo Baltazar la adoraban y estaban más que contentos con la elección que su hijo hizo. Lo cierto era que no les había quedado de otra. Preferían a una ramera que a Lucinda Tornander.

—Sé que tienes una vida en Terra, pero al menos dime a donde irás, quizá podría visitarte muy pronto.

—Ay querida, he estado en tantos lados estos años, que aún no decidimos, pero lo más seguro es que vayamos a Los Ángeles.

Vaya. Quién diría que Daniela escogería un lugar así. La mujer tenía bastante clase y estilo. Bien podría imaginarla en París, Londres, juntándose con mujeres como la tía Emma. Pero ¿Los Ángeles? Era algo bastante liberal.

—Es mi opción más viable —continuó—, desde que avisé que iría a Terra, prepararon todo para que llegue ahí.

—¿Prepararon? —pregunté.

Dio un gran suspiro y se levantó. Estaba evadiendo el tema. Fue hacia la ventana, parecía estar pensando lo que me diría después.

—¿Tú sabes por qué me exiliaron?

"El Elemento Perdido #4: Aire" ⚠️ Disponible Hasta El 31 De Diciembre⚠️Where stories live. Discover now