"El Elemento Perdido #4: Aire" ⚠️ Disponible Hasta El 31 De Diciembre⚠️

"CAPITULO 19"

Dashia

No estaba muy segura de hacer esto pero padre me lo había pedido de manera casi desesperada y no pude decirle que no. El palacio era un hervidero de chismes, mamá estaba furiosa y papá no sabía a quién apoyar y todo por culpa de Helena.

—¡Dashia!

Anthony venía corriendo hacia mi. No lo había visto en meses y de verdad que lucía muy diferente. Pero ahora, tenía la ropa llena de tierra y el cabello alborotado.

—Nadie me dijo que estabas aquí, he estado entrenando con el tío Frederick, él dice que ahora que Lenny esta enferma, yo me tengo que hacer cargo.

Ni siquiera me dejó saludarlo como se debía pues de verdad parecía muy emocionado por el hecho de hacerse cargo de esto. Pero a mí no me agradaba la idea de que lo dejaran entrenar tan pronto. No me lo imaginaba luchando en alguna guerra.

—Escucha, ve a tomar un baño y te alcanzaré más tarde, yo tengo que hablar con nuestra hermana.

—Pero yo también quiero verla...

—Ve a tu cuarto Anthony, ahora.

La autoritaria voz de mamá nos puso en guardia a los dos. Venía por el pasillo y podía deducir que no estaba para nada contenta por tenerme aquí. Anthony salió corriendo como rayo dejándome a solas con ella. No sabía qué decir. Rara vez recibía abrazos o cálidas bienvenida. Eso era para Lena.

—Padre me pidió que viniera —dije.

—Sí, ya me lo dijo, pero perderás tu tiempo, su orgullo, el dolor y la vergüenza, están siendo más fuertes que ella pero entré más rápido lo hagas más pronto te irás.

—Pero le dije a Tony...

—Él entenderá —me interrumpió—, sabes muy bien que no tienes permitido venir sin mi permiso, así que habla con tu hermana y habrá alguien esperándote para llevarte de vuelta.

No tuve tiempo de decirle nada. Se dio la media vuelta y se alejó rápidamente.

—Yo también te amo mamá.

Decidí olvidaría por un momento para poder enfocarme en lo que papá quería. Aunque quizá mamá tenía razón y solo era una perdida de tiempo.

Entré sin hacer ruido pues bien podía estar dormida. Pero no. Las cortinas estaban arriba, dejando que la luz entrara, la cama estaba hecha y junto a montón de vendas ensangrentadas, se hallaba un ligero vestido blanco. Escuché un gritó. Provenía del baño. 

Era ella.

Por un minuto quise apartar la vista pues no daba crédito a lo que veía. Sus huesos parecían estarse reacomodando. Se estiraba a si misma con mucho cuidado pero ni eso le evitaba el dolor. Sus gritos eran tan perturbadores pero creo que era peor verla hacer eso.

Sabía de buena fuente que sus heridas eran terribles. La habían molido a golpes, primero Adrián Vasilith y luego mamá. Había escuchado acerca de brazos y piernas rotas, marcas en la espalda. Su cuerpo estaba lleno de hematomas que iban desde el color negro hasta el verde y el púrpura. Era increíble que pudiera mantenerse en pie y todo por él.

Se dio la media vuelta y me miró sorprendida. Ninguna de la dos sabía qué decir, estaba segura.

—¿Qué rayos haces aquí?

—Papá me envió a verte, me dijo que necesitabas...

—Sí necesitara a alguien —interrumpió—, tú serías la última a la que yo pudiera recurrir.