"CAPITULO 21"

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Lena

Ni siquiera me habría quejado si me hubieran puesto una bolsa en la cabeza, esto era tan vergonzoso. El guardia me llevaba esposada y prácticamente me empujaba para que caminara más rápido por el patio.

Todos los que estaban ahí se detuvieron para ver lo que pasaba. Podía darme cuenta de cómo murmuraban y me miraban con desprecio. No tenía idea de por qué había sido traída al palacio de los Vasilith. Este asunto era con mí familia y la de Robert.

Por fin entramos y el guardia me llevó hasta una gran puerta de roble. Alguien tenía que estar esperando aquí. Esperaba que Robert estuviera cerca. Nos habían atrapado juntos en el prado pero cada uno fue llevado por un camino distinto.

Mi mente ya estaba preparando miles de ideas para matar al maldito traidor que nos delató. Miles de nombres aparecieron en mi cabeza pero a la vez, cada uno de ellos era descartado. Se suponía que nadie sabía nada acerca de ese lugar. Era un secreto.

La puerta se abrió y el guardia me empujó para que entrara y luego cerró de nuevo. Un atisbo de esperanza apareció dentro de mí cuando vi a mamá justo delante de mí. Quise correr para poder abrazarla pero su mirada me hizo desistir. Estaba que se la llevaba el diablo. Miré a los demás. Adrián Vasilith estaba sentado detrás de su escritorio. Me analizaba con mucho cuidado y Robert, él estaba parado a su lado como si nada estuviera sucediendo. ¿Por qué solo yo estaba esposada?

Mamá, tienes que ayudarme.

Cierra la boca Helena me ordenó—, ya bastante has hecho con tus acciones.

Tu madre coincide conmigo en eso jovencita me dijo Adrián—. Mira que arriesgar el acuerdo entre tu familia y el Consejo de Caudentry, y todo por seducir a mi sobrino.

Un momento ¿qué? Tenía que ser una maldita broma. Yo no había seducido a Robert.

Pero yo...

Mi fuente me lo ha dicho me interrumpió Adrián—, lo seguiste por días en el bosque hasta que lograste lo que querías. Lo has mantenido hechizado por meses.

Eso no es verdad respondí—, Robert, tienes que decirles lo que ocurrió realmente.

Pero ni siquiera me miró. Apartó la vista y se mantuvo firme. No reaccionó a ninguna de mis palabras. ¿Qué ocurría con él?

Parece que no hay ninguna otra verdad dijo Adrián—. ¿Cierto Robert?

Entonces sentí el primero en la espalda. Caí al suelo por el dolor que el látigo me había provocado. Había sido mi madre.

¡Encima de todo te atreves a mentir!

El siguiente azote cayó directamente de frente. Apenas tuve la oportunidad de cubrir mi cara, pero no lo suficiente. Sentí el ardor en la mejilla. Las lágrimas amenazaban con salir pero sabía que me iría peor si ella se daba cuenta. Y así pasaron alrededor de cinco minutos. El látigo cayó sobre mí hasta que mi ropa se rasgó y sentí la humedad que la sangre estaba provocando.

Nos has humillado de la peor manera mamá soltó el látigo—. Has manchado el nombre de nuestra familia y los ofendiste a ellos. Recibirás algo más de su parte.

No respondí nada. No me atreví a mirarla pues vería la debilidad que me estaba poseyendo en esos momentos. Una mano tocó mi cabello de manera muy suave. Sentí su aliento en la oreja.

"El Elemento Perdido #4: Aire" ⚠️ Disponible Hasta El 31 De Diciembre⚠️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora