"CAPITULO 23"

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Dashia

No había visto a Robert en todo el día. Y él no se había aparecido en mi habitación ni por error. Eso no me gustaba para nada. Una de las sirvientas me dijo que Alexia se había largado a Terra junto con Ariana y Tatiana. Mejor, no tenía ganas de verla por aquí. Y otra de las cosas que me comentó, fue la sesión de Lena. ¿Por qué no me llamaron a mi también? Se suponía que necesitaban ambas versiones de los hechos.

Ya era casi medianoche así que decidí romper mi espera y fui a buscar a Robert. Debía estar en su habitación o quizá estaba con Luvia. Arreglé un poco mi cabello y mi ropa. No me había cambiado para dormir todavía pues tenía la esperanza de que Robert y yo estuviéramos juntos un rato.

Salí de mi habitación y caminé por el pasillo rápidamente. No era una noticia nueva que él y yo pasaremos ciertas noches juntos, pero aún así, era incómodo que la gente me prestara tanta atención. Cuando por fin llegué, me di cuenta de que la puerta estaba entreabierta. Quizá si estaba ahí, podríamos hablar por unos cuantos minutos.

Pero entonces, algo me detuvo de entrar sin llamar. Un ruido, algo así como un sollozo y podía apostar que no era Edward o Luvia. Me asomé con mucho cuidado y lo vi. Robert estaba sentado en la cama y tenía la cabeza entre las manos. Negaba una y otra vez como si no estuviera de acuerdo en algo. Abrí con mucho cuidado y entré sin hacer nada de ruido. No se daría cuenta de que yo estaba ahí.

—Perdóname por favor —susurró.

Aunque su voz era muy baja, mi oído fue lo suficientemente listo para oírlo con claridad. Pero ¿a quién le decía eso? Y tuve mi respuesta en pocos segundos. Tomó la foto que estaba en la mesita de noche a lado de la cama. Ya la había visto muchas veces. Era una fotografía de Lena. Ni siquiera era la gran cosa. Se veía tan simple. Cruzada de brazos, sin sonreír y toda en blanco y negro.

¿Que podía tener de especial?

La sostuvo junto a su pecho con tanta fuerza que el solo verlo me hizo sentir peor. Los sollozos que salían de su boca no pudieron ser superados ni siquiera por los que yo misma había tenido en tantas ocasiones. Repetía una y otra vez que lo perdonara, que la quería y que deseaba ya no ser parte de esto.

Aún le dolía. Aún la amaba. Le estaba pidiendo perdón a una simple foto, sabía que era cuestión de tiempo para lo hiciera en persona. Yo ya no era nadie para él y nunca podría darle lo mismo que Lena. Lo único que me quedaba era esperar a que el veredicto fuera dado. Ya no podía luchar contra el amor que el corazón de Robert guardaba. Era más fuerte que yo.

...

Salí de la habitación pues no fui capaz de seguir viendo a Robert así, y mucho menos de seguir escuchando todo lo que le decía a la maldita foto.

—Señorita Dashia —me llamó una de las sirvientas—, que bueno que la veo, la niña Luvia quería que fuera a verla un momento, no quiere estar con nadie más

Genial. Lo único que me faltaba. Tuve que poner mi mejor cara y aceptar. Llegué al cuarto de los niños y Luvia estaba sentada en el suelo. Edward no estaba en su cuna ni en ninguna parte, quizá estaba con su nodriza. La niña parecía estar muy molesta. Y para mi buena suerte, las fotos de Lena no dejaban de aparecer. Luvia tenía una idéntica a la de Robert a su lado.

—Hola Luvia, ¿qué ocurre muñeca?

—No encuentro a papi y lo necesito.

Me senté a su lado y tomé varios de sus juguetes. Tal vez podía entretenerla un rato mientras su padre dejaba de llorar. No podría controlar tanto llanto en una sola noche.

—Papi está un poco ocupado —le dije—, pero yo puedo quedarme contigo hasta que él regresé.

Le dí uno de sus muñecos pero lo apartó de un manotazo. A veces olvidaba lo pequeña que Luvia era, se comportaba como una niña mayor. Adrián debía estar muy complacido con el pequeño monstruo que había creado.

"El Elemento Perdido #4: Aire" ⚠️ Disponible Hasta El 31 De Diciembre⚠️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora