"CAPITULO 33"

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Dashia

Cuando Alexia me empujó contra la pared, fue como sí me hubiera sacado de algún tipo de trance. Le ordenó a los guardias que me sacaran de ahí, pero antes, pude ver como Robert le sacaba la daga a Lena de la pierna. Ella apenas e hizo una mueca de dolor, más bien, parecía estar muy enojada, me miró de la misma manera en que Lucinda lo hacía cuando eramos niñas y nos portábamos mal.

—¡Encierrenla en su habitación y vigilen que no salga ni a tomar el sol! —gritó Alexia.

Los guardias me llevaron casi a rastras de ahí. Me resistí pues quería hablar con Robert, quería explicarle que esta no era yo, que no había sido mi intención hacer todo este pleito con Lena, pero ya me tenían harta. Había tenido casi todo al alcance de mi mano. Me sentí segura en este lugar y creí que tendría todo lo que me habían prometido. Lentamente todo se estaba desvaneciendo.

—¡Déjenme, exijo que me suelten!

Que buen espectáculo estaba dándoles a todos. Estos malditos no pudieron llevarme por un camino menos largo. Todos los que pasaban por el pasillo, se hacían a un lado y me veían como si estuviera loca. Cuando llegamos a mi habitación, me sentí aliviada y a salvo. Roger prácticamente me empujó y escuché cuando le echaron llave a la puerta.

—¡Maldita seas Helena, ojalá te mueras!

Lancé lo primero que me encontré contra la pared sin importar si se hacía pedazos.

No era posible que Lena luciera tan recuperada. La última vez que la había visto, no podía ni mantenerse de pie. Los pocos golpes que me había dado hoy, dejaron salir a flote su antigua fuerza. Me recordó a las veces en que entrenamos juntas y ella me hacía pedazos. Esa no era una persona infestada de magia podrida.

Para mi suerte, ni siquiera sentía dolor. Quizá era por el enojó o la desesperación que me invadía. Esto me pasaría factura. Tiré de una de las campanas de servicio, esperaba que alguna de las criadas se diera prisa pues necesitaba ciertas cosas para curarme. Me miré en el espejo. Estaba hecha un desastre. Mi cabello era un caos y el pómulo se estaba inflamando gracias al golpe que esa perra me había ido con el pedazo de madera. Necesitaba mucho reposo.

Me estaba costando mucho tranquilizarme. Ahora tenía que pensar muy bien mi siguiente jugada pues era claro que ya no contaba con el apoyo de ciertas personas, empezando con Robert. Y quizá, sólo quizá, era momento de revelar los planes de cierta persona. Todos estarían complacidos de saber quién era la verdadera traidora del reino. Tenía conocimiento de un plan que se elaboró debajo de una farsa total, y lo mejor era que yo sabía absolutamente todo. Les plantaría la verdad de golpe y alguien terminaría en la hoguera.

La puerta se abrió y un muy enojado Robert entró. Tenía tantas cosas que decirle pero nada salió de mi boca, solo iba a arruinarlo más.

—¿Me quieres explicar qué rayos pasa contigo? —preguntó.

Quise acercarme a él pero había algo en su postura que me impidió hacerlo. Se quedó recargado de la puerta y cruzó los brazos muy serio. Me parecía increíble que hacia apenas unos días no era capaz de apartar su cuerpo del mio y ahora, todo era un sueño distante.

—No era mi intención hacerle daño...

—¿De verdad? —me interrumpió—, , bueno, ver su pierna sangrando y que estuvieras apretando su cuello, me dice algo totalmente distinto.

Maldita sea. Ni siquiera me dejaría explicarle. Sabía que ya no confiaba en mí, pero muy en el fondo, debía existir el Robert que me amaba y que me habían arrebatado.

—Actúe muy mal —dije—, al principio quería hablar con ella pero algo me hizo cambiar de parecer.

El verla tan radiante y recuperada me enfureció porque era como ver a la Lena que siempre estuvo delante de mí, eclipsandome todo el tiempo. Haberla enfrentado fue una completa tontería pero había pensado que hallaría a mi pobre hermana débil  e indefensa. Que error.

"El Elemento Perdido #4: Aire" ⚠️ Disponible Hasta El 31 De Diciembre⚠️Where stories live. Discover now