CAPÍTULO 1 - Principios sin sentido

6.9K 130 1
                                    




Aitana

Se podría decir que lo tengo todo, absolutamente todo. Una familia maravillosa, dinero, una casa enorme y segura, todas y cada una de las comidas que se deben de realizar en un día, amigos, un novio al que supuestamente quiero...

Lo dicho, todo menos luz, esa luz que muchos dicen que tengo pero que yo nunca veo, por lo que dudo si realmente la poseo o no. Mis ojos hace mucho tiempo que dejaron de brillar para hacer todo lo contrario, ocurecerse y optar por un tono negro o grisaceo sustituyendo al verde. Y para qué hablar de la gente, mis padres los más importantes en esto que se llama vida,  mi mejor amiga o a la que tambien podría llamar hermana es mi mejor consejera. Y él... Todo lo que un día fue y lo que no es ahora.

Cuando empecé con Lucas todo era amor, respeto, locura, lujuria... Lo éramos todo, pero lo éramos.

Recuerdo aquel primer día de clase cuando me senté a su lado, al lado de aquel chico rubio y de ojos verdes que se sentaba solo al final de clase. No nos conociamos de nada, pero siempre me dieron ternura los chicos que entraban nuevos en el curso. Cuando un simple "Hola" dejó salir por su boca, con esa voz todavía de chaval inmaduro y llena de ternura, supe que aquel chico significaría algo en mi vida y digo que si lo significó.

Todo eso y más pensaba en una situación un tanto comprometida. Quería dejar mis dudas y mis reflexiones insoportables de lado, pero no podía. Sus besos y caricias se intensificaban en aquella habitación, mi habitación, donde él creía que era lo más oportuno. En ese momento no podía dejarme llevar y corresponderle, solo salieron de mí palabras entre murmuros que él obviaba hasta que detuve sus manos situadas en mi espalda baja.

-Para, ahora no.- Casi suplico al ver su insitencia de quitarme la camisa que había elegido indecisa esa misma mañana- No es el momento.

-Nunca lo es para ti- reprocha entre bufidos.

-Pregúntate a ti mismo el motivo- Escupo deshaciendome de sus manos y abrochando la cremallera de mis pantalones.

-¿Qué te pasa Aitana? Llevas semanas ignorándome.

-Ya te lo he dicho, pregúntatelo a ti mismo- Vuelvo a repetir pero esta vez colocando mi flequillo un tanto nerviosa, queriendo evitar el tema.

-¿Hay otro, verdad?

-¿Qué otro? - Cuestiono ignorándolo una vez más.

-Otra persona- Murmura haciendo que deje todo para mirarle a los ojos.

-Que tú cometas de vez en cuando un deliz no significa que yo haga lo mismo- Reprocho inconscientemente, las palabras salen solas ante la indignación que siento al escuchar las suyas.

-¿Ya estamos otra vez? Te pedí perdón por lo de Helena- Comenta enfundándose la camiseta que hace unos minutos descansaba en la alfombra del suelo mi habitación- No sé que más quieres.

-Posiblemente no quiera nada- Susurro para mis adentros, aunque solo sea una intención poque llega a escucharme.

-Aitana ya lo he pillado, no hace falta que lo digas. Me he dado cuenta ya, llevas rechazándome mes y medio, ya ni tocarte puedo- Explica poniendo sus brazos en jarra para después delizar su mano derecha por su cabello- Pero tranquila que ya me voy.

-Lucas, tenemos que hablar- Aviso cogiendo su brazo, impidiendo que se vaya.

-¿Y tiene que ser ahora? Necesito una ducha fría.

-Tu calentón me la trae al pairo, no puedo más.

-Ya veo por donde vas- Pronuncia rodando los ojos a la vez que se apoya en mi escritorio.

-No puedo actuar igual contigo cuando veo que todas las semanas pasa lo mismo. De lunes a jueves somos la parejita feliz, los viernes la cagas con una nueva tía y los fines de semana enfadados hasta que llega el lunes de reconciliación. Te he pasado tres tías, Lucas.

-Ya está bien- dice indignado ante mis palabras sabiendo que digo la verdad- No pienso permitir que me des el sermón como una madre.

-No soy tu madre, soy tu novia, esa que se ha comido más de un par de cuernos.

-Hablas de mis cagadas pero no de tu huída, a la mínima de cambio te matriculas en una Universidad de Madrid. ¿Y yo qué?

-Tranquilo, tú puedes quedarte aquí todas las semanas y liarte con otra los viernes por la noche- Reprocho entre un estado serio y cargado de ironía.

-Te dejo- confirma con ojos cargados de rabia ante mis palabras.

-Gracias por dejarme sabiendo que yo lo haría ahora mismo.Me lo has ahorrado.

-Nunca pensé que serías así- Asume la situación antes de abandonar la estancia dando un portazo.

-Y yo nunca me volveré a enamorar de un guapo creído- Hablé para mí, la única persona que se encontraba allí, para después expulsar lágrimas debido a los sentimientos encontrados en esa primera ruptura amorosa.

Y ahora más segura que nunca sé que debo irme cuanto antes a Madrid, no sé si esperaré al vuelo que tengo contratado para mañana al medio día.

Me voy sabiendo que, si vuelvo, no caeré en sus redes. Me voy sabiendo que siempre que quiera volver mi mejor amiga estará loca de contenta al verme y que los más de sesenta miembros de mi familia me acogerán siempre.

Quizás lo que acabo de hacer no sea solo el mejor final de mi estancia en mi pueblo natal, quizás sea el principio de algo.

Y entonces todo está bien, de nuevo. Porque siempre fui de creer en los principios sin saber por adelantado cuales serían.

ACORDES SOBRE TU PIEL || AITEDAWhere stories live. Discover now