CAPÍTULO 14 - Churros con chocolate

4.1K 114 8
                                    




Cepeda

¿Realmente estaba haciendo esto? Sí, realmente estaba haciendo esto. Tapaba con una sábana y un poco de manta a mi compañera. Eran las ocho de la mañana pero nos fuimos a dormir a las seis. Realmente le estaba escribiendo una nota y le decía que estaba ocupado, cuando en realidad compartiría el desayuno con otras personas y rechazaba el polvo mañanero que habíamos adoptado como costmbre.

-Ivonne...- Susurraba cuando me senté en la cama.- Me voy fuera, espero que no te importe.

Se limitó a darme un manotazo y a acurrucarse contra la almohada, tapaba más su cuerpo y gruñía por las horas. Su noche estaba empezando ahora, sus horas de sueño.

-Ay, haz lo que te de la puta gana- refunfuña- pero no me despiertes.

Con una sonrisa maliciosa y a carcajada limpia salía de la habitación. Nos parecíamos demasiado y quizás era es el problema, quizás nuestra relación no puede ir a más porque somos demasiado iguales. Solo somos una pareja que hace sexo para olvidar sus problemas, sus vicios.

Y es que tuve suerte cuando en la cafetería me lo empaquetaron todo en apenas diez minutos y más suerte tuve aún cuando vi que las chicas estaban despiertas y no tendría que esperar en la calle a que abrieran.

Con gafotas, frotándose los ojos, el flequillo rizado y en pijama corto atravesaba Aitana el pasillo mientras que mi amiga abría la puerta principal de la casa.

-¡Buenos días! - Levanto la bolsa a la altura de mi cabeza y antes de pasar una de ellas se abalanza sobre mí y me abraza. La otra está demasiado preocupada por su aspecto matutino y acompaña con una risa floja y nerviosa.

-Podrías haberme avisado la hora.- Replicaba.- Ahora me tienes que ver así.

-He visto más cosas.- Recuerdo cuando viene a mi cabeza nuestro primer encuentro. El día que irrumpí en su habitación y se estaba cambiando. El comienzo de todo.

-¡Luis! Ni se te ocurra mencionarlo.- Ordenaba con el dedo índice apuntándome y comprobando que Ana está bien lejos, por la cocina, sacando las tazas.

-¿Qué? Es la verdad.

En esta casa la formalidad no era un punto fuerte, o sí, pero ellas hacían las cosas a su manera. Aitana tenía un imán con la alfombra y Ana con su amigo el suelo, teníamos que desayunar en la mesa baja por cojones.

-¿Y las clases de guitarra de anoche?

-Un desastre Ana.- Contaba la del flequillo infravalorándose, como tantas veces he visto que hace desde que la conozco.

-Es una exagerada, sí que es cierto que al principio sonaba... Raro. Pero esta aprende, te lo digo yo.- Intervine.

Ayer por la noche puede que estuviese mal por la cerveza que me tomé, puede que estuviera mareado o viera doble. Pero no creo que eso cambiase mi forma de sentir. El orgullo de que una persona tenga la capacidad de aprender tanto en media hora mal contada... Porque sus dedos trazaban acordes de forma tímida e insegura, pero lo hacían una segunda y una tercera vez. Practicando, ganando confianza.
Quizás anoche sentí algo más que admiración, pero ''Luis es una niña'', me repetía. No puedes enamorarte de la luz de sus ojos, no puedes fijarte en su flequillo totalmente perfecto queriendo encontrar alguna imperfección para picarla y ganarte un puñetazo de los suyos. No puedes enamorarte de sus manos, las que trazan acordes perfectos.
O sí, puede que si pueda. Porque cuando ha acabado su chocolate ha llevado un dedo a su boca para borrar algún resto. Y lo que ha empezado como un gesto inocente por su parte, se ha vuelto de lo más exótico para mí. ''No Luis, cierra los ojos, no mires que te enamoras Luis''.

-¿Y una servilleta?- Sugiero cuando se la tiendo, acercándome. Joder, todos los morros llenos. Confío en que sólo sea atracción lo que me empuja a ella.

(*)

Te replanteas si has escogido la carrera adecuada e incluso la vida cuando el profesor cabrón te manda un informe para el día siguiente. Ese debo de ser yo porque Aitana, arrastrada por la furia y las confianzas, ha llegado a mi despacho después de clase queriendo poner una denuncia en mi contra.

-Necesito tener notas ya.- Justificaba yo.

-¡Pero Luis! Que en dos días no tengo eso. Que es una locura, que se te ha ido completamente...

-Sé lo que hago.

-Y yo tengo vida social Luis. ¡Que me ocupas todo el fin de semana! - Le faltaba patalear y echar a abajo el suelo de mi despacho.

-Ya te he dicho que eso se hace en un momento, además tu profesor de guitarra, ese sabía algo de diseño. Le puedes preguntar.

-¡Dios! Eres insufrible. Si me vas a suspender hazlo ya.- No podía ser más exagerada.

La convencí para que tomara siento frente a mí en el escritorio. Giré la pantalla del ordenador y el teclado, dejándolo a su alcance. La invité a comenzar el trabajo y que tuviese la oportunidad de preguntarme todas las dudas que le surgieran en el momento.

-Luis, eres un mierdas.- Insultaba continuamente.

-Si fuera un mierdas no estaríamos aquí a las once de la noche terminando el trabajo en dos horas para que la niña salga mañana sábado.

''Luis no entiendo esto'', ''Luis tío eres un puñetero, esta pregunta está para pillar'', ''Luis ¿qué te importa el formato? Si lo he dejado súper bonito''.
Parloteaba hasta que se hizo de madrugada.

-Oye, que te llevo a casa y te ahorras el bus.- Me ofrecí con la excusa de pasar un rato más con ella. Hasta que su aroma se impregnase en mí a la hora de despedirnos en el coche.
Rodó los ojos y sonó una carcajada por su parte mientras que recogíamos mi escritorio. Mañana terminamos el trabajo, pienso.

-No hay bus a estas horas. No te queda otra que cargar conmigo.

Eran más de las doce de la noche pero gritamos todas y cada una de las canciones que sonaban en la radio. Al llegar a su portal la cosa varió, debíamos guardar silencio.
Esta vez me bajé del coche y la compañé, quién me decía a mí que Lucas no estaba esperándola por alguna esquina cercana a su casa.

Abrió la puerta y apoyó su cuerpo en ella para sujetarla, esperó mi beso en la cabeza y otro en la frente. Pero lo que sin duda no se esperó fueron mis ganas de bajar mis labios en otra dirección. Yo tampoco lo esperaba, ni lo comprendía. Pero sólo fueron eso, ganas. No llegamos a hechos. Sonrió pícara y escondió un mechón de pelo tras su oreja.

-Buenas noches, Luis.

Las llaves bailaron en su mano e hicieron ruido, la puerta también lo hizo cuando se cerró. Me había quedado mirándola, le sonreía a la puerta. Y era lo único que me faltaba en esta vida por hacer.
________
¡Buenos días a todos! Espero que os guste.
Por cierto, gracias por los 10k. Esto sube como la espuma y me alegra. Sois súper bonitos ;)
Por cierto, me podéis encontrar en Twitter: @fans_aiteda.
¡Ahí podemos comentar cositas!

ACORDES SOBRE TU PIEL || AITEDAWhere stories live. Discover now