CAPÍTULO 5 - Pre-Party

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Que el famoso Luis Cepeda me vea desnuda ya no supone ninguna novedad como la que hizo que anoche me costara encontrar el sueño. Esta mañana ha vuelto a pasar en la ducha y en un primer momento, en caliente, estoy cabreada, tanto que al salir me recorro toda la casa hasta encontrarlo en la cocina, sin camiseta, con unos pantalones de deporte como pijama y una taza de café en mano. Está jodidamente sexy apoyado en la encimera de la cocina pero no voy a distraerme y él no se va librar de una reprimenda. Reprimenda que le voy a soltar en toalla, depués de conocerle hace apenas unas horas.

- ¿Podrías dejar de aparecer en las estancias en las que me encuentre desnuda? Te lo agradecería muchísimo- Suplico con cierto tono de reproche y con un enfado monumental y notorio a simple vista.

-Siento lo de esta mañana Aitana- Se disculpa con la mirada baja para después tomar un sorbo más de café e intentar salir de la cocina.

-No, tú ahora no te vas, me vas a escuchar- Sentencio cogiendo su brazo evitando que se marche- No puedes abrir las puertas de las habitaciones cuando te de la puta gana, entiendo que estés acostumbrado porque has vivido aquí y que con Ana tengas confianza. Pero joder, Cepeda, que no llevo ni veinticuatro horas aquí y ya me has visto denuda dos veces.

- ¿Cómo me has llamado? - Pregunta con una sonrisa pícara y acercándose más a mí.

- No te hagas el tonto que lo has escuchado perfectamente- Hago incapié en cada una de mis palabras.

- Pensé que no era tu amigo, como me llamabas Luis... - Se empieza a acercar cada vez más a mí, haciendo que vaya perdiendo mi autocontrol. No llega ni a rozarme pero le noto cerca y eso hace que un escalofrío recorra mi cuerpo. ¿Qué coño ha sido lo que me ha pasado?

- N-Ni lo eres ahora- Titubeo alejándome de la cercanía que él ha impuesto.

- Pero lo seré- Admite orgulloso para sí mismo en voz alta.

-Para nada, no te flipes amigo.

-Has llegado muy fuerte tú, ¿no crees? Podrías relajar esos humos.

-Cuando dejes de interrumpir mi privacidad- Reprocho.

-Que sí, que lo he pillado, que ya se que te caigo mal, pero podrías intentar disimularlo- Asume convenciéndome de sus palabras- Aunque sea por Ana.

-No me caes mal- Cojo aire para después soltar un pequeño suspiro- Simplemente no me gusta que me veas denuda, no hay más- Justifico.

-Y yo ya te he dicho que tendré mas cuidado- Replica incluso molesto por la dureza de mis palabras anteriores.

Sin mediar media palabra más salgo de la cocina envuelta en la toalla con la que he salido de la ducha, acompañada por otra situada en mi cabeza, recogiendo mi pelo. A todo esto, al llegar a la habitación me doy cuenta que el creído de Luis Cepeda ya ha visto mi frente, sin flequillo. Dios mío, no sé dónde van a acabar las confianzas con este chico.

Me detengo frente al apoteósico y maldito desorden que sufre mi armario a causa de la mudanza para escoger algo que esté decentemente planchado, sin mucha dilación atrapo un top de manga corta de tono rojizo y un peto vaquero que queda unos centímetros más arriba que mis rodillas. Unas bambas negras, la plancha del pelo en una mano y con la mochila en otra, salgo de mi habitación de camino al baño, al que vuelvo para poner a punto mi fleco.

- ¿A qué curso pasas?- Pregunta divertido el chico más imbécil y más creído que he visto hasta ahora en mi estancia en Madrid.

-Curiosa manera de preguntar la edad de una persona- Replico cruzando el marco de la puerta del salón en el que él se encuentra y lanzándome al sofá con confianza.

ACORDES SOBRE TU PIEL || AITEDAWo Geschichten leben. Entdecke jetzt