CAPÍTULO 51 - París y Londres

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Es un capítulo muy raro, si lo leéis tendrá que ser atentamente. Antes, os pongo en situación. Porque temo que os perdáis en la locura que estoy escribiendo como fic:
Miguel y Luis son hermanos por parte de padre. Y Aitana no ha perdido a su hijo.

Ya sabéis que en Twitter estoy en @Meryelloww y leo #Acordesff si alguien comenta algo sobre esto.

Espero que os guste :)

PD: AHHHHH Y POR CIERTO, LA GRAN DUDA DE TODO EL MUNDO Y QUE LA PROTAGONISTA TODAVÍA NO HA DICHO EN VOZ ALTA...

Mejor lo leéis;)

Aitana
Él mecía a nuestra hija en brazos, susurraba una nana bastante conocida para mí tras escucharla estos últimos días continuamente y sonreía de medio lado cuando la boquita de piñón de ella chocaba contra la piel de su cuello, haciéndole cosquillas y unas caricias que lograban erizar su cuerpo entero.

Había llegado a casa hacía unos días, a su casa. Habíamos adaptado todo para ella y le habíamos hecho un hueco en nuestro nido de amor, la habitación que un día sólo fue de él, la habitación que compartimos en un pasado ambos y el cuarto en el que ahora somos tres.

Había conseguido burlarse de nosotros y, cada noche, sobre las tres de la mañana, hacerse un hueco entre nuestros brazos, y sobre nuestra cama. Ambos muy asustados por aplastarla con alguno de nuestros brazos o nuestra propia cabeza sobre la pequeñita de ella.

Cuando "la ratona" de la casa, decidió que no iba a cerrar los ojos hasta dentro de unas horas, se vio obligado a volver a la cama con ella. Aún así, llevando ambos noches sin dormir, sonreíamos.

Sonríe porque no puede apartar la vista de su dedo, el que su hija aprieta inconscientemente, posiblemente sintiéndose protegida.

Él sonríe porque yo hago lo mismo y, a parte de agarrar su mano, beso su frente con mimo y llamo su atención, la de él, para que repare en la magia que son sus enormes ojos abiertos.

– De verdad que no... – susurra – ¿ En qué momento ha sacado los ojos azules ?

– Son grises, Luis – manteníamos esta guerra desde su segundo día de vida, cuando él, loco de contento, me despertó para mostrarme sus ojos – Mi padre los tiene así, y si no recuerdo mal, tu abuela tenía un azul claro que se asemeja bastante.

Sonríe victorioso.

– Lo que yo decía, azules – ruedo los ojos y la incorpora boca abajo sobre su pecho, ya que el mío sufre las primeras molestias de la lactancia materna – ¿ Quién es la niña más bonita de la ciudad ?

Su hija no puede verle, pues su cabeza está girada en mi dirección, pero iba a estrenar su padre unos de sus baberos. La mano de él acariciaba con mimo su cabeza y mis uñas de forma suave trazaban acordes en la planta de su diminuto pie.

Él vuelve a sonreír.

– Aiti, no sé qué está haciendo conmigo esta niña. Ahora soy mucho más...

– ¿ Responsable ? – río y niega.

– Es raro, es amor y la conocimos hace tan sólo unos días. Aitana es como un flechazo, es...

– ¡ Vaya pareja ! – exclamo para luego tapar mi boca y susurrar – Si me voy de esta cama ni te das cuenta, Luisín. Ya puedes hacer todos esos planes con ella, que yo me marcho.

Rueda los ojos cuando bromeo y mi pie sale del edredón, dispuesto a hacerme desaparecer de esa cama de tres y hacer las maletas. Dejando a la pareja en la intimidad de una de las mejores de sus noches.

ACORDES SOBRE TU PIEL || AITEDAWhere stories live. Discover now