CAPÍTULO 36 - Tenerife

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Aitana

– Mamá, ¿ qué ha pasado con la tía ?

En un principio me vi preparando la maleta y recorriendo miles de kilómetros para estar con mi familia en fechas tan importantes y en momentos tan difíciles.

Berta, hermana y mayor confidente de mi madre, siempre había sido la más independiente del clan Morales. La más mayor también.

Incluso antes de que yo naciera ya residía en Bélgica, el mismo lugar en el que en este momento está ingresada en un hospital a causa de un accidente.

O irme a Bélgica toda la Navidad o quedarme en Madrid, la segunda opción es la que decidí después de muchas vueltas. Después de recordar que mis exámenes estaban cerca, a la vuelta de la esquina.

Ana y Marta me miran, Luis acaricia mi rodilla.

– ¿ Tú a Barcelona ? – miro a mi mejor amiga, que asiente segura de tener a su familia esperándola con ansias – Ha sido estúpido preguntarlo. – reflexiono.

– Yo...– Ana titubea y sorbe de su té antes de hablar – estoy conociendo a Mimi, ya sabéis. – Luis le guiña un ojo con complicidad – Y hemos pensado visitar París en estas fechas, ver la decoración navideña de la ciudad, al fin y al cabo.

– Roi... – Cepeda me interrumpe haciendo una mueca con la boca. Nadie está en Madrid y yo temo quemar el pavo en Nochebuena o tener que autoregalarme algo.

– En Galicia.

Cruzo los brazos sobre mi pecho y aprieto mis labios. Incluso cierro un ojo más que otro al pensar en una alternativa mirando a un punto fijo.

Luis entrelaza su dedo índice con mi meñique y llama mi atención. A todos menos a él he preguntado.

– ¿ Tú ? – le señalo con la cabeza.

Ana recuerda con Cepeda las Navidades que, junto a Roi también, pasaron con sus familias en Tenerife.

Cuenta anécdotas a la vez que Luis fuerza cada vez más un puchero. Los ojos le brillan.
Es cuando paso mis dedos por su barba cuando sé de sus intenciones.

– ¿ Eh ? – levanto la barbilla – Ah no, no – junta sus manos y prueba con besos en la comisura de mis labios – Si es lo que estoy pensando... Luis, no.

(*)

– ¡ Marta ! No te rías de mí.

Mi amiga, hecha para la vida fácil y relajada, tumbada en mi cama, se mofa de mi persona. De mis miedos e inseguridades con una simple maleta.

– ¿ Qué más da lo que lleves, idiota ? El vestido de lentejuelas es precioso y la espalda espectacular. No sé de qué te quejas si sabes que Cepeda no te va a quitar el ojo de encima.

Varias opciones, los vestidos de las últimas Navidades, adornan mi maleta antes de enfrentarme a la última batalla, el cierre de esta.

– Pero es serio, Marta, que están sus padres y esto me huele...

– ¿ Te da pánico el compromiso ? – insinúa.

– Me da miedo la familia de Luis – mi amiga estalla en carcajadas a la vez que me señala mi neceser, que ha quedado fuera – ¿ Qué pasa ? Ojalá conocieras a la de Roi ahora, en serio. Me entenderías.

– Pedro me adora– murmura refiriéndose al padre de este –, siempre le pide que me ponga al teléfono un ratito. Nos reímos de cualquier tontería que hace su hijo.

Bufo y escondo mi labio inferior entre mis incisivos.
Luis me espera y ya voy diez minutos tarde.

– Aitana – la miro –, cuando Luis te lo ha dicho ha sido por algo, lo sabes.

ACORDES SOBRE TU PIEL || AITEDAKde žijí příběhy. Začni objevovat