CAPÍTULO 40 - Tus monstruos

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Aitana

Y desnúdate, abre el cajón de tus recuerdos
dispararé, a todos tus monstruos si les veo
y me quedaré, aquí mi amor y no habrá más
paradas y seré, solo yo

No veo el momento de acercarme a esos niños sin ser perseguida por mí misma, mis monstruos han caminado conmigo hasta ahora y en un momento de nervios como este no suelen dar un giro de tuercas a la situación, o sí, y se vuelve tremendamente horrible.

Camino sigilosa entre los pasillos de la casa cuna y controlando el ruido que hacen mis botas de tacón, en ningún momento he querido ir a buscar láminas y colores y por el camino molestar a alguien, a algún niño que se encuentre enfermo en su habitación o al personal de limpieza que se encarga de estas.

Porque prefiero guardar silencio antes que despertar a la fiera.

Al llegar al aula, repleta de niños de no más de seis años, la situación es insostenible. Algunos subidos encima de las mesas, otros pintando estas y los demás corretean por ella.

"Son niños", me intento concienciar y avanzo por la estancia.

Gala sin embargo me ha esperado paciente al lado de mi bolso y sentada en una silla, con una actitud totalmente opuesta a la de sus compañeros.

Aprieto los dientes y logro sacar la mejor de las sonrisas, o no, y se ve que estoy aterrada con el descontrol y la ausencia de la tutora de esta clase.

– Cielo – la llamo – ¿ Has visto a Bárbara, a tu maestra ?

La pequeña se encoge de hombros y tuerce el gesto.

– ¿ Te vas ? – solloza.

Solloza al ver como busco, entre la multitud de objetos que hay en mi bolso, unos materiales más apropiados para su edad y no los de los niños del sexto curso.

Completamente abrumada acerco mi cara a la suya y nuestras narices se rozan, provocando una risita en ella.

– ¿ Cómo me voy a ir ?

– Se están portando mal, son tontos y no aprenden nada. Sólo juegan a juegos de mayores y feos.

Estaba claro que esta pequeña, la que también me ha acompañado a la salida y ha costado apartarla de mi pecho, valora todo lo positivo que tiene a su alrededor.

En ocasiones sus compañeros se han acercado a contemplar lo que estábamos haciendo, unos se han unido y a otros no les he permitido, y con un tono muy severo, reírse de los monigotes plasmados en un papel que Gala me ha pedido que le lleve a Luis o según ella a; "Lusito"

Escribo en una hoja en blanco los pensamientos que he tenido durante la mañana del día de hoy mientras que escucho a Luis de fondo introducirnos los temas del segundo cuatrimestre, contenidos de los cuales él ya no será responsable.

– Chicos...– levanto la mirada y sonrío triste, sé lo que viene – Espero haber transmitido, haber enseñado,  aunque eso signifique que hayamos corregido una simple tilde. Me quedo con eso y espero que vosotros también.

– Qué grande, Luis Cepeda – Alfred, uno de los alumnos con los que se entiende mejor, interviene y aplaude jocoso provocando unas sonrisas tímidas en el chico que es su profesor pero que sin embargo tiene pocos años más que él.

ACORDES SOBRE TU PIEL || AITEDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora