CAPÍTULO 28 - Sergala

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Aitana
La historia comienza cuando dejas de visualizarte. Cuando dos personas se detienen frente a un espejo y empieza a importarte más la persona que tienes al lado que tú misma. Es generoso pero tóxico.
Tóxico porque no puedes querer a alguien sin antes quererte tú. Y aquí la respuesta a todas esas preguntas que nos hacemos cuando termina algo, y no, no te sientes bien contigo misma.
La historia comienza cuando, por un solo comentario, esa persona que veías reflejada te parte en trizas.
Esta mañana Luis también nos colocó frente a un espejo pero, al contrario que Lucas, miró por mí.

– Marta, de verdad, un poco de aire.– Empujo a mi amiga hacia la puerta. Un Luis divertido por la situación espera sentado en mi cama a que mi amiga salga. Hemos estado toda la tarde siendo los tres amigos, ahora quiero intimidad.– ¿ Cómo te lo digo ?

– En serio, ni un ruidito.– Advierte con el dedo índice en alto.– Cepeda tío, podrías ayudarme.

Pero Luis sólo puede reír y encoger los hombros. Al igual que yo, no quiere ayudar a mi amiga.

– Es la habitación de Aitana.– Justifica y yo hago gestos a Marta.

– Sois unos pesados, ya no me queréis ni ver con tanta comida de boca entre los dos. Que soy vuestra amiga, no cerréis el círculo.

– Yo también soy amiga de Roi y no doy por culo– encojo los hombros y Marta sale de la habitación entre enfurruñada y divertida.

Cierro la puerta delante suya y le recuerdo que tiene una mudanza que comenzar. La escucho bufar tras la madera y al poco sus pasos alejándose.

Luis me mira pícaro y señala sus piernas, me siento a horcajadas sobre él y mis brazos se aferran a su cuello.

– ¿ Y tú, qué ? – Muerde su labio antes de callarme haciendo lo mismo con el mío – Marta se debería de haber ido antes – musito entre beso y beso.

– Me cae bien – acaricia mi mejilla – pero no se come delante de los pobres.

Roi y Marta corren sin rumbo, nunca gatearon y caminar no se les da especialmente bien. Su situación es distinta a la nuestra, o eso quiero pensar porque con Luis no quiero despegar.
Ellos también lo han dejado semanas atrás con sus respectivas parejas, Luis y yo, en el fondo, nos parecemos demasiado a ellos.

Agarro su barbilla y entreabre los labios buscando chocarlos con los míos. El cuento de nunca acabar. Por ahora no nos cansamos de la boca del otro, espero que no llegue el día. Él acercando sus labios ardientes, yo intentando calmar mi sed con su miel.

– ¿ A qué venía el juego del espejito ? – pincho por primera vez en la tarde, debía preguntarlo. Cuando salí del probador hizo como si nada, besó mi mejillas y llevó las bolsas hasta su coche.

– No me gustó un comentario.– frunzo el ceño.

Nuestras miradas se pierden en el techo de mi habitación mientras que su labia me entretiene. Acaricia las puntas de mi pelo aprovechando que he utilizado sus piernas como soporte para mi cabeza.

– Pues tengo que ir de compras otra vez, el jersey me gusta con unas tallas más.

– Aitana ¿ qué más da ?

– Es que no lo entiendes Luis... Claro, como tú utilizas básicas.

Resopla y entrelaza nuestros meñiques por puro aburrimiento, o tal vez buscando una distracción y un puñetazo posterior por mi parte cuando no me suelte. Interrumpe el momento para abrir canales.

ACORDES SOBRE TU PIEL || AITEDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora