CAPÍTULO 22 - Veinticuatro horas

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Aitana
Resoplo de frustración y tiro con más fuerza de mi bufanda. Noviembre viene fuerte en Madrid.
Entro a la facultad unos minutos antes de la primera clase, sonrío a algunos compañeros con los que ya había hablado antes y por último me acerco a Amaia.
Su sonrisa ilumina la tarde, la luz natural ya no es suficiente. Sobre las seis y media empieza a oscurecer pero ella sigue brillando, riendo... En los descansos incluso matamos el tiempo con Alfred, un chico educado y prudente, su media naranja como quien dice.

– Ocaña.– Luis me llama a su mesa para recoger el famoso trabajo.– Ya te lo dije, un diez.

– ¿ Seguro que lo has corregido entero ? – Asiente y guiña un ojo.

– Aquí el profesor soy yo.– Alzo mis manos en señal de derrota y él sonríe, incluso diría que sus ojos se iluminan.– Llévale el trabajo a Amaia y dile que luego tengo que hablar con ella.

Bastante seria me dirijo a mi amiga, un tres veinticinco ha sacado la señora. No se sorprende al ver el resultado y me hace la cruz cuando ve el mío.

– ¡ Claro ! A ti un diez porque eres su amiga, esto no es justo tía.

– Quiero confiar en que no es por eso, Amaia. Además, no soy su amiga.

– ¿ No eres la compañera de piso de su mejor amiga ?

– Algo así.– Tuerzo el gesto y Luis se acerca a nosotras después de terminar con la entrega de trabajos y revisión de notas. El Luis profesor impone demasiado.

– Supongo que ya lo has visto.– Amaia asiente y me mira.– Eso lo puedes recuperar, sólo es el primer trabajo.– Ella se convence cuando yo asiento con la cabeza.– Aitana lo tenía perfecto, puedes usarlo como referencia, repasar el punto cinco...– Ruedo los ojos por el compromiso, odio no poder chocar la palma de mi mano con su brazo en este momento.

Luis termina su clase y a propósito tardo más de la cuenta en recoger. Amaia y Alfred van a buscar una cerveza para ponerle fin al lunes y yo espero a Luis cerca de la puerta de clase.

– ¿ Me estabas esperando ?– Ruedo los ojos y niego con la cabeza sonriente.– Qué mentirosa.

Con la intención de picarle dirijo mis primeros pasos en la dirección contraria, hacia la parada de bus. Él tira de mi mano y me ofrece un trayecto en su coche.

– No te lo creas mucho. Es sólo que así no tengo que encender la radio, tú que cantas siempre.

– Imbécil.– Ahora sí he podido golpear su hombro como antes deseaba hacerlo.– Podríamos celebrar el diez.

– Te invito a cenar.– Niego con la cabeza, muerdo mi labio inferior y mi mano acaricia desde su rodilla hasta su muslo. Es lo que tiene que soportar al llevarme en el asiento del copiloto.– ¿ Entonces ?

– Puedes subir conmigo a mi piso, vemos una peli... Podemos echar a Marta al sofá.– Se tensa y sonríe nervioso cuando mi mano le agarra con más fuerza. Incluso abre la boca para hablar pero inmediatamente la cierra.– Si quieres, claro.

Ha mordido su labio antes de arrancar el coche y cuando frenaba en los semáforos que estaban en rojo ha mirado mi perfil, ha apoyado su mano en la mía e incluso me ha devuelto el pellizco de antes.

Subimos a casa y Ana ha dejado una nota diciendo que ha quedado con Roi y su grupo amigos, pero sin embargo, Marta, el terremoto de la casa, grita desde el salón.

– ¡ Tía por fin ! ¿ Qué tal con tu profesor buen...? – Se detiene cuando se encuentra con los dos y me ve escondiendo mi cara entre mis manos. – La hostia, podrías avisar.

ACORDES SOBRE TU PIEL || AITEDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora