CAPÍTULO 23 - Impaciente

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Cepeda
Siempre odié la impuntualidad, más llegar yo tarde que lleguen. A las diez y veinte ya estaba sentado en la cafetería donde habíamos quedado. No iba a perder minutos con ella, en el caso de que existiesen, parecían segundos. Iba todo muy rápido.

Dibujo una flor o algo parecido a una hoja sobre la espuma de mi café y resto segundos. Cualquiera diría que el segundero se ha instalado en mi cabeza, en el latir de mi corazón.

Sonrío antes de levantar la cabeza habiendo ya notado como se sentaba en la silla frente a mí. Pero una rubia que conozco bastante bien ha llegado dos minutos antes de que fuese a compartir mi café con otra persona.

– ¿ Qué haces aquí ?– Deslía la bufanda típica de noviembre de alrededor de su cuello y se relame los labios. Se la ve nerviosa.

– Tengo que hablar contigo, Luis.

Miro a través del cristal y mi nerviosismo crece. Debe de estar al llegar.
Las insistencias de Ivonne crecen y le doy paso a su palabra.

– Te echo de menos.– Suspira cansada y mira mis ojos, queriendo que yo me pierda en los suyos, queriendo volverme loco. No lo consigue.– Si hice algo mal...

– Fui yo quien lo hizo mal, no debí de haberme refugiado en ti. Eso era egoísta y lo sigo viendo así.

Resopla con fuerza y ladea su cabeza, ya no hay luz en su rostro, ni siquiera los coloretes tan significativos en ella.

– Me gusta que lo hagas Luis. Siempre me vas a tener.

– Pero no quiero tenerte así. No quiero tener a nadie así.

Al principio, cuando recibía un golpe seguido de otro, no pensaba que esto acabaría así. Que las apuestas terminarían de esta forma. Es un mundo muy difícil, muy oscuro y si no pagas lo que debes, es duro.

Miro sus ojos una vez más y recuerdo el día que conocí a aquella chica. La enfermera de sonrisa impecable que me ofreció ir a una cafetería a tomar algo, cerca de donde estamos ahora. Después de curar las heridas de mi torso y embelesarme con una mirada enérgica.

Recuerdo el día siguiente, cuando pasamos de la cafetería a su casa y, directamente, a su cama.
Ella, jodida por una ruptura reciente. Yo, jodido por ser simplemente yo, por no saber hacer otra cosa que cagarla a cada céntimo que prometía.

Tan jodidos y tan vivos a la vez. No hacíamos otra cosa que machacarnos hora tras hora. Era nuestra manera de descargar la rabia y olvidar los problemas exteriores. Todas las veces en su cama, pocas en la mía.

– Podemos barajar posibilidades, Luis.

Niego con la cabeza. No quiero barajar nada. No quiero volver a lo de antes, mejor será evolucionar. Volar y olvidar esa parte de mi vida.

– No debí haberme puesto celosa de ella.

– Pero lo hiciste.– Volví a negar con la cabeza y mordía mi labio desesperado, no, no debió hacerlo.– Ivonne da igual, ya da igual.

– Supongo que ya estáis...

Le pedí que no insinuase nada que no supiera con certeza, que no iba a sonsacarme información. Yo podía hacer mi vida después de esto al igual que ella.

– Ella nunca te dará lo mismo.

– No busco nada en ella, te lo puedo asegurar.

ACORDES SOBRE TU PIEL || AITEDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora