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JUANA

Mi papá y mis hermanos necesitaron simplemente un día para encontrar un lugar donde instalarse en sus dias acá. Resulta que mi papá aún era el dueño de la casa en la cual vivíamos los seis juntos cuando nos mudamos a Argentina, así que, me dijo que le sería mucho más comodo que los cuatro se quedaran ahí y armemos planes para salir durante el día o, incluso, alguna que otra vez, en la noche.

Volví a mi edificio caminando con los auriculares puestos, después de haber ayudado a mi familia a acomodar sus cosas en la que sería, temporalmente, su casa. Tan concentrada iba tarareando alguna canción que no me di cuenta que Enzo estaba a unos metros mios, hasta que se me acercó.

—Hola —lo saludé con una sonrisa. Sin embargo, de su parte, aún habiendo hecho un intento, no recibi aquella sonrisa de siempre. Estaba claro que algo le pasaba y lo confirmé después de ver, en la puerta del edificio, a su ex mujer—. ¿Pasó algo?

—Los chicos están adentro, les dije que entraran porque estaba discutiendo con Florencia y no quería que escucharan, ¿los podes llevar a la plaza o a dar una vuelta por ahí? Están medio medio, después te cuento bien.

—Si, obvio —sonreí algo confundida—. Pero, ¿y vos?

—Termino de hablar con ella y voy con ustedes.

—Bueno, voy a mi departamento así busco las cosas del mate y de paso veo si tengo unas galletitas para los chicos o compro algo en el camino. Me los llevo a la plaza y después nos encontramos ahí —el asintió—. ¿Vos estás bien?

—Más o menos —suspiró y cerró los ojos cuando yo pase mi mano por su cachete—. Gracias Jua.

—No me tenes que agradecer nada —sonreí y lo besé—. Cuidate y cualquier cosa me llamas.

—Te quiero —soltó, para robarme otro beso, antes de que me fuera.

Pasé por al lado de Florencia, la ex mujer de Enzo, porque no me quedaba otra. Estaba muy cerca de la puerta y si quería entrar debía, si o si, pasar por ahí. Saludé por educación pero no recibí contestación por lo que, sin mirarla, entré.

—¡Juani! —fue lo primero que escuché y sim dejarme responder, cuatro brazos me rodearon. Santi y Pía. Sonreí y los abracé también.

—¿Cómo están? —les pregunté.

—Bien —sonrió Santiago—. ¿Vos sabes por qué mamá y papá pelean?

—No amor, recién llegué y me los encontré en la entrada, no sé que hablaran —respondí—. Igual ustedes no se preocupen, está todo bien. Escuchenme —cambié de tema rapido—. ¿Qué les parece si me acompañan a mi departamento, preparamos unas cosas y después vamos a la plaza?

Ambos estuvieron de acuerdo y sonrieron, lo que me hizo sentir bien. Los llevé hasta mi departamento y los dejé mirando la tele mientras yo preparaba el mate. Esperaba que Enzo llegara antes de que tuvieramos que irnos, ya que, ahora que lo pensaba, para salir teníamos que cruzar por donde la ex pareja se encontraba discutiendo. Y eso, sería muy incomodo, no solo para mi, sobre todo para los chicos.

Para mi suerte, así fue y justo cuando estaba guardando el termo y todas las cosas en la mochila, el timbre de mi departamento suena. Abro la puerta, bajo la atenta mirada de los dos menores, quienes al parecer sabian que era su padre, y me encuentro con el jugador de River sonriendo.

Por accidente | Enzo PerezWhere stories live. Discover now