025

2.6K 168 12
                                    

JUANA

Una semana después de mi separación con Enzo, a quien vi constantemente los primeros dos días pero dejé de ver los cinco días restantes, me estaba preparando para viajar a Francia, viaje que arreglé un día después de la pelea con mi, ahora, ex novio, impulsada por mi amiga Luli, quien, a pesar de que sabía que mi ida significaba no vernos por bastantes meses, creyó que mi mejor opción en este momento era irme. Aunque sea por un tiempo.

—¿Ya tenes todo, gorda? —me preguntó Lucía, después de darle un mordisco a su tostada. Resulta que ayer, sabiendo que sería mi último día acá, ya que hoy a la tarde salía mi vuelo, mi mejor amiga decidió quedarse a dormir y justo ahora, media hora después de despertarnos, estábamos desayunando.

—Si —respondí y tomé del mate que yo misma había cebado—. Me dejé un par de ropa de invierno afuera porque allá hacía frio.

Ella asintió y recibió el mate que le daba. Yo, mientras ella tomaba, aproveché para mandar un whatsapp al grupo de mis hermanos, quienes parecían ansiosos por mi llegada.

—Juani —Luli llamó mi atención—, no te quiero incomodar pero, ¿hablaste con los nenes? —la miré con el ceño fruncido—. Los hijos de Enzo, digo...

—¡Ah! —respondí cuando caí—. Ayer lo llamé a Enzo por eso justo, pero no me atendió. Intenté un par de veces y después ya fue, que se yo...Encima acá hace varios días no los veo —dije—. No me quiero ir sin hablar con ellos, pero dudo poder verlos.

—¿Y si vamos a su casa?

—¿Qué? —cuestioné—. No Lu, no da.

—Pensá que es por los chicos. No sabes ni siquiera si saben que vos te separaste del padre y ahora de un día para el otro vas a desaparecer.

—No sé...me parece un montón.

Unas horas más tarde estábamos cargando las valijas en el auto de Gonzalo para ir al aeropuerto. No faltaba mucho para mi vuelo, pero si había suficiente tiempo como para pasar y despedirme de los chicos. Y de hecho, eso era lo que haríamos.

—Acá es —dije, en vano, ya que era obvio que Gonzalo tenía claro eso—. Voy a intentar hacer las cosas rápido, pero no prometo nada.

—Tranquila, amiga. Tomate tu tiempo, acá te esperamos —asentí y bajé del auto, llena de nervios. No sabía como enfrentar a los chicos y seguramente termine hecha un mar de lágrimas.

Toqué el timbre, con un poco de miedo, y lo siguiente que vi fue a Enzo con una sonrisa, recibiendome. Tan lindo como siempre...o todavía más. Y yo, ya no tenía aire.

—Hola —dije en voz baja.

—Juana, ¿qué haces acá? —me preguntó.

—Eh...¿están los chicos? —ahora fui yo la que hizo una pregunta.

—Si, están en la pieza, jugando, ¿por qué? —sus gestos, que antes demostraban tranquilidad, ahora transmitían solo confusión.

—¿Puedo hablar con ellos? —pedí.

—Si...obvio. Pero, ¿qué paso, Juana? —insistió. Ahora, después de darme lugar para pasar, mientras trataba de encontrar la pieza de los chicos, Enzo me seguía.

—Me voy a Francia...a vivir —respondí—, y me quiero despedir de ellos. ¿Donde está la pieza?

—¿Qué? —paró en seco y me agarró del brazo para que yo también lo hiciera—. ¿Es por mi, te estás yendo por mi?

—Por vos, por mi mamá, porque no tengo trabajo —enumeré—. Enzo, son muchas cosas. Y la verdad, ahora siento que lo mejor para mi es irme a Francia donde tengo a mi familia.

Por accidente | Enzo PerezWhere stories live. Discover now