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JUANA

Y si, como si todo conspirar en mi contra, River perdió contra Gremio el partido de ida. Había esperanza, eso no había ni que decirlo, pero el humor no era el mejor y no me quería imaginar como estaba Enzo.

Bajé hasta los vestuarios y cuando pensé en buscar a mi novio lo encontré charlando con su ex mujer y sus hijos. Me acerqué en silencio y apenas susurró un "Hola" que de casualidad el escucho. Me miró y sonrió apenas. Yo lo imité.

—¡Juani, vamos a cenar con mamá y papá, ¿querés venir con nosotros?! —me preguntó Pía. Saludé a ambos chicos y negué.

—No, lindos, estoy un poco cansada. Vayan ustedes y otro día organizamos para salir los tres, ¿qué dicen? —hablé. Ellos asistieron sonriendo—. Bueno, los dejo entonces. Nos vemos otro día.

Me despedí de todos, incluso de Florencia y me di la vuelta para caminar hasta la salida e irme a mi casa. Me puse la campera de cuero antes de salir y me abracé a mi misma. Estaba fresco y tenía que volver sola porque Luli se había ido con Gonzalo. Por suerte había traído mi auto.

—Juani —escuché atrás mío y me encontré a Enzo, viniendo hacia mi. Frene y lo miré, esperando que hablara —. Perdón que no te haya dicho nada. Florencia apareció de la nada y los chicos quisieron ir a comer los cuatro porque hace mucho no lo hacemos, que se yo...¿Segura que no querés ir con nosotros?

—No, Enzo, me siento un poco mal y prefiero irme a dormir a mi casa. Gracias igual y no te preocupes, ustedes siempre van a ser familia, no me tenes que explicar nada.

—Bueno —asintió y sé acercó para besarme—, cuidate. Cualquier cosa llamame. Te quiero.

Asentí después de recibir otro beso de su parte y antes de irme susurré un "Te quiero".

Busqué rápido mi auto y me fui hasta mi casa. Tenía que hacer algo. No podía estar tan decaida. Esta bien, me habían echado del trabajo lo que significaba algo muy malo, me llevaba horrible con la ex de Enzo lo que claramente me alejaba de sus hijos y, al parecer, empezaba a hacerlo tambien de el. Para completar mi mamá no me hablaba desde la cena todos juntos. Esto ameritaba una actitud como la mía, pero aún así, yo no podía quedarme tirada en la cama llorando, tenía que salir, buscar un trabajo, despejarme. Siempre fui independiente y pude salir sola de todo, está vez no podía ser la excepción.

Suspiré ante mis pensamientos y abrí la puerta de mi departamento. Me saqué la campera y decidí darme una ducha. Ahora me iría a dormir y mañana bien temprano iría a buscar trabajo. La situación estaba complicada pero algo tenía que encontrar. Al menos hasta recibirme y poder hacer algo con eso.



Ya era mañana y al prender mi celular marcaba las siete y media. Bostecé y después de ir al baño, me cambié de ropa. Unos jeans tiro alto y una media polera. A pesar de ser primavera las mañanas seguían siendo algo frías.

Fui hasta la cocina y me preparé un café. Tosté dos pedazos de pan y me senté en la isla a desayunar. Agarré mi celular para ver si tenía algún mensaje y así era: uno de mi papá, que me preguntaba como estaba y otro de Enzo acusándole que ya había llegado a su departamento. Este último había sido enviado cerca de las tres de la mañana lo que significaba que no había dormido casi nada y a las ocho tenía que entrenar.

Respondí el de mi papá con un audio diciéndole que estaba bien y que hoy iría a buscar trabajo. Le deseé buenos días y le mandé un saludo a mis hermanos.

A Enzo, por otro lado, le clave el visto. No estaba enojada, no tendría por qué, pero me molestaba el hecho de se haya vuelto tan tarde. Sobre todo por las responsabilidades que tenía hoy y durante la semana. Pero bueno, tampoco voy a decirle nada, el sabrá lo que hacer y lo que no.

Salí de mi casa a las ocho y no me lo crucé lo que me daba el indicio de que quizás se había quedado dormido. Le mandé un par de mensajes pensando que de esa forma se despertaría pero no recibí respuesta así que claramente no había funcionado. Suspiré. Volví a entrar al ascensor y subí hasta mi piso. Busqué la llave del departamento de Enzo, la cual el mismo me había dado hace unos días pero, claramente, no pensaba utilizar (hasta ahora) y abrí la puerta. Fui hasta la habitación de Enzo y me lo encontré literalmente tirado en la cama. Ni siquiera se había tapado con las sábanas. Al parecer llegó y cayó.

—¡Enzo! —casi grité—. ¡Enzo, vas a llegar tarde, despertate!

—¿Mhm? —entreabrio los ojos—. Hola, mi amor. ¿Qué haces acá?

—Son las ocho Enzo, vas a llegar tarde. Dale, despertate.

—Ah, si —bostezó—. Ya voy.

—Te voy a preparar un café y te lo dejo en la cocina. Yo me tengo que ir —dije. El frunció el ceño y se sentó.

—¿Estás bien?

—Si. Voy a prepararte el café.

Hice lo que le dije y después de dejarle el café en la mesa, camine hasta la puerta para irme. Enzo me frenó con su voz y uno de sus brazos. Me giré para quedar de frente a el y cuando sentí su aliento me di cuenta que había tomado.

—Enzo, vos tomaste.

—No, Jua.

—No te estoy preguntando, lo estoy afirmando.

—Bueno, sí, un poquito. Pero casi nada —rió. Yo lo miré con una ceja levantada.

—Esta bien. Tomate ese café y andá a entrenar. Apurate si no querés llegar tarde y comerte un reto. Yo me voy —dije y caminé hasta la puerta—. Nos vemos más tarde.



Por accidente | Enzo PerezOù les histoires vivent. Découvrez maintenant