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JUANA

2 de julio, 2019

Hacía casi tres semanas ya Enzo se había lesionado. Y a pesar de lo poco que sabía yo, no era dificil notar que había sido una lesión feísima. Incluyo una operación así que con eso les digo todo...

Supe desde el primer momento qie ahora se venía lo pesado. Es decir, desde el día en el que lo operaron (que fue un día después de lesión), empezó lógicamente con el reposo por lo que, claramente a partir de entonces yo me hice cargo de llevar como se debe su recuperación (que incluía remedios para el dolor y masajes que aprendí a hacer) y, como ya venía siendo, seguí cuidando de Alma aunque sin la ayuda de Enzo.

Si bien, como ya había dicho, era bastante con lo que cargar, la primer semana la lleve dentro de todo bien, pero desde hace una semana hasta acá, la venía padeciendo muchísimo. Alma ahora se despertaba a no sé que hora de la madrugada (cosa que los primeros días hizo poco y nada) a tomar la teta y después no se dormía por un rato largo en el que yo tenía que pasearla por todo el living. Además, Enzo estaba INSOPORTABLE y cuando digo insoportable es REALMENTE INSOPORTABLE. Se fastidiaba por todo lo que yo hacía (y lo que no también), se quejaba del dolor pero no quería que le hiciera masajes porque según él los hacía muy mal y, como si eso fuera poco, casi no comía. Encima me responde mal en todo momento y les juro que yo hago todo mi esfuerzo para no explotar, pero ya tuvimos bastantes roces por esto y...como ya dije, la estaba pasando bastante mal. Es más, admito que hace un par de noches, mientras paseo a Alma me largo a llorar porque estoy intentando hacer lo mejor para Enzo y para mi hija pero nada parece suficiente y es muchísimo para mi. Siento que la situación me está sobrepasando y no sé hasta que punto me la voy a bancar.

¿Te queres separar, Ju? —me preguntó Luli a través de mi celular. Después de hacerle el desayuno a Enzo y haberle dado la teta a Alma que estaba calmada mirandome desde su huevito arriba de la mesa, me tome el tiempo de llamarla para contarle todo lo que me estaba pasando.

—No Lu —negué y ya sentía que estaba por llorar, pues sensible—, quiero arreglar las cosas, quiero estar bien con él, pero no sé...Es que me siento sobrepasada y no sé como...como salir. Estoy haciendo de todo y parece que nada es suficiente —ya estaba moqueando porque si.

No llores, Jua, que me pones mal —me dijo—. Hablalo con él y si no cambia nada capaz lo mejor sea que se separen...Aunque sea por un tiempo.

—Es que no quiero —lloré más—. No quiero dejarlo solo ahora que está pasando por todo esto.

Pero tenes que pensar en vos un rato, amiga —soltó—. Estás llorando todos los días, ¿eso te parece normal? Además si lo que te pasa a vos, no te parece suficiente, acordate que ahora tenes una hija y todo lo que te pasa a vos también le afecta a ella.

—Si... —iba a agregar algo más pero Alma medio que lloró así que le dije que le cortaba y después hablábamos. Agarré a mi hija y la amaqué un toque—. ¿Qué pasa, mi amor? Perdón que tenes que ver a mamá así, pero te juro que ya vamos a estar mejor —le hablé, como si me entendiera y le di un par de besitos chiquitos en la cabeza, por lo cual ella hizo una mueca que yo ya tomo como una sonrisa—. ¿Queres ir a comprar con mamá? Bueno, aunque no quieras vas a ir igual porque no nos queda otra —reí. Dios estoy más idiota de lo normal igual—, así que vamos a abrigarnos y vamos.

Caminé hasta la pieza con Alma a upa y me encontré con que Enzo estaba despierto otra vez. Últimamente no hablabamos mucho igual porque como ya había dicho todo lo que hacía o decía le molestaba, así que me limitaba a hacerle la comida, los masajes y listo, mientras él, o dormía o estaba con el celular.

—¿A donde van? —preguntó mi novio, mirandonos. Terminé de cambiar a Alma y me enfoqué en él.

—A comprar para comer y a dar una vuelta por ahí —respondí

—No me hiciste masajes hoy.

—Porque no pude. Cuando vuelva te hago, total tenemos todo el día —comenté.

—¿No puede ser ahora?

—¿Justo cuando estoy por salir me decís, Enzo? —suspiré —. Espera hasta que vuelva y te hago.

—¿Cuanto podes tardar en hacerme masajes, Juana? —se fastidió—. Encima por como me los haces... —y ahí una queja.

—¿Entonces para que queres que te haga? —lo miré, harta. Me puse, mientras tanto, la mochilita donde siempre llevaba a Alma y la acomodé ahí—. Bueno, me voy. Cuando vuelva te..

—No, ¿sabes qué? Andate —me dijo de la nada. No entiendo.

—Si, eso estoy haciendo —me reí medio confundida.

—Que te vayas de la casa, Juana —sentenció—. Que quiero terminar, ¿no entendes?

—¿Qué? —pregunté sorprendida y ya con un nudo en la garganta porque si, soy re sensible.

—¿Te pensas que no veo la cara que pones cada vez que te pido ayuda, o como me respondes? Parece que estás cansada de mi y si tan cansada estás por ahí lo mejor es que terminemos.

—¿Me estás jodiendo? —cuestioné de la manera más tranquila posible sin olvidarme que Alma estaba en mi pecho—. Si pongo cara o te respondo mal como vos decís es porque no me banco más que todo el tiempo tengas algo para criticarme, no agradezcas nada de lo que hago o...o a veces ni siquiera te molestes en hablarme. Desde el día que te lesionaste intento hacer de todo para que estés cómodo y tu recuperación sea de la mejor manera posible porque entiendo que es re difícil lo que estás pasando, pero vos no valoras nada de lo que yo hago —afirmé—. Según vos todo lo que hago lo hago mal y yo...yo ya no sé, si estoy acá es por vos y por ella —miré a mi hija—, y no me quiero separar, no quiero que por un mal momento dejemos todo esto que hicimos juntos, pero si necesito que algo cambie.

—¿No entendiste? —habló Enzo. Nunca en la vida me había hablado así, DIOS. Si no fuera por Alma y poraue no le quiero dar el gusto de verme llorar ya sería un mar de lágrimas—. Se terminó, Juana. Me quiero separar.

Por accidente | Enzo PerezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora