035

2.5K 155 20
                                    

JUANA

Las ganas de tomar un helado hoy eran particularmente altas e incontrolables así que, sin pensarlo demasiado, cuando salí de la academia a la que había empezado a ir hace menos de una semana, pasé por una heladeria a comprarme, al menos, un cucurucho.

Es inexplicable el placer que sentí cuando probé el helado y, aunque no entendía porqué tenia tantas ganas de comer, no me quejaba y me autocomplacía.

Enzo me llamó quince minutos después, mientras yo seguía disfrutando de mi helado para preguntarme si estaba todo bien y si ya venía. Cuando me fije la hora lo entendí eran casi las nueve y, consideramdo que salí a las ocho y no tardaba más de, veinte minutos en llegar a casa, era lógico que se preocupara.
Le respondí que si y le conté el motivo de mi tardanza con el objetivo oculto de que me viniera a buscar porque la verdad estaba bastante cansada como para seguir caminando. Aunque, si lo pienso bien, últimamente todo me cansaba y tampoco le encontraba un porqué a eso, pero lo sobrellevaba.

—¿Queres que te vaya a buscar? —me sugirió y yo tenía una sonrisa de oreja a oreja.

—Si, porfi...

—Ahora voy —dijo y cortó. Cuando pretendía terminar mi helado para esperarlo afuera una videollamada de Julian (Draxler) me interrumpió y no dudé en atender.

¡Hola! —ahí veía al alemán y, junto a él, mi hermana.

¿Cómo están? —pregunté.

Bien, estam... —dejé de escucharlos cuando vi a Enzo entrar. Le sonreí e hice una seña con mi mano para que me viera.

—Hola, amor —saludé y el me dió un pico para sentarse al lado mío.

—¿Estás cansa... —se frenó cuando vio la imagen de Julian y Agus en la pantalla—. Ah, hola —la cara le cambió cuando vio a Draxler y yo me quería reír.

Hola —saludaron ambos, para continuar con la charla que recién comenzabamos los tres.

Estuvimos, quizás, quince minutos charlando, los cuales Enzo usó para tomar un helado y suspirar siempre que tenía la posibilidad, gesto que, sabía, demostraba que estaba cansado pero, sobre todo, celoso.

¡Nos vemos! —me despedí y corté. Miré a mi novio y él estaba muy concentrado en su celular—. ¿Puede ser que estes un poquito celoso? —elevé una ceja mientras mi labio se empezaba a curvar en una sonrisa.

—No —negó al toque y concentró su mirada en mi—. ¿Debería?

—Bueno, no —respondí—. Pero que no debas no quiere decir que no lo estés.

—No lo estoy —aseguró. Me reí—. Puede ser un poco...

Me mordí el labio y lo besé no sé cuantas veces cortamente.

—Te amo —le dije y lo besé de nuevo pero esta vez un poco más de tiempo—. ¿Vamos? —el asintió y nos paramos dispuestos a irnos. Caminamos hasta su auto y cuando ambos estuvimos en nuestros lugares, Enzo manejó a
hasta casa.

—¿Queres comer algo en especial hoy? —me preguntó, aún concentrado en la calle.

—Mmm...no, no sé. ¿Vos, qué decís? —lo miré.

—Yo tampoco sé por eso te pregunto a vos —respondió—. Sino nos comemos unos fideos y fue, pero si vos queres otra cosa decime así compramos antes de llegar.

—Fideos está bien.

Apenas llegamos a vasa empecé a hacer los fideos porque quería comer YA. Me hartaba estar así y no entemder el motivo. Comía todo el tiempo, me asqueaban cosas que antes amaba y amaba cosas que antes ni ahí probaba. Cualquiera diría que estoy embarazada pero no puede ser, con Enzo siempre nos cuidamos...o casi. Bueno, no siempre, pero deberíamos tener demasiada suerte como para quedarme embarazada por una sola vez que no nos cuidamos. Aunque tampoco es algo imposible. Al contrario, es algo que suele pasar. DIOS. ESTOY EMBARAZADA.

El hecho de considerar la posibilidad de estar embarazada empezaba a asustarme. No era nada malo, lo sabía. Al menos, no para mi, pero no era algo que queríamos. Es más, nunca habíamos hablado de esto con Enzo.
Traté de respirar normal, ya que, desde que ese pensamiento hace aproximadamente cinco minutos se instaló en mi cabeza, me había puesto muy nerviosa y las ganas de llorar se hicieron MUY presentes.

—¡Enzo! —lo llamé. Él había ido a la habitación a dejar nuestras cosas.

—¿Qué pasa, gord... —cuando me vió con los ojos empañados, paró de hablar y se acercó preocupado—. ¿Qué pasa? ¿Por qué lloras?

—Creo...creo que est...estoy embarazada, Enzo —dije.

—¿Qué? —claramente estaba igual de sorprendido que yo —. Pero, ¿cómo sabes? ¿Te hiciste un test o...algo?

—No, pero...últimamente cambié mucho, ¿no te diste cuenta? —lo miré—. Hay cosas que me dan nauseas y...y quiero comer todo el tiempo. Además... —entonces pensé. Hace mucho que no me viene o, si me viene, es muy poco. Yo lo atribuía a mi irregularidad, pero, ahora...—. No me viene hace dos meses, o un poco menos, pero...por ahí.

—Vamos a la clínica, ¿queres? —sugirió—. Pedimos que te hagan un análisis, así nos sacamos la duda.

Por accidente | Enzo PerezWhere stories live. Discover now