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30 de noviembre, 2018

Si, estoy embarazada.

Bastó un análisis para saberlo. Al parecer estaba embarazada desde antes de irme a Francia. Unaa semanas antes, quizás. Y ni siquiera sospeché hasta hace una semana atrás lo que, aunque para mi resultó raro, para el doctor no tanto, ya que, según él, es muy común no notarlo con solo dos meses y es algo que pasa seguido.

Enzo casi se muere de la felicidad cuando el doctor lo confirmó y creo que fue eso lo que más me emocionó. Se lo contó, literalmente, a todo el mundo con un orgullo que, pocas veces había visto en él. Y, aunque ni siquiera se me nota la panza y le pedí que se tomara las cosas con calma, no deja de acariciarla siempre que llega de entrenar o cada vez que tiene la posibilidad.

Los chicos, que eran los que más me preocupaban, se lo tomaron re bien y, tal como su padre, no paran de mirarme la panza o preguntarme por el bebé, el cual todavía ni siquiera está formado, considerando que tengo apenas un poquito más de dos meses.

Ahora, de hecho, estábamos los cuatro en el aeropuerto para despedirnos de Enzo, quien iría con todo el equipo hacia España mientras nosotros íbamos a tomar, casi al mismo tiempo, un vuelo hacia allá con el fin de acompañarlo. No voy a mentir: estaba nerviosa. No solo porque Enzo jugaría una final sumamente importante y eso, quiera o no, me generaba ansiedad, también porque sería mi primer viaje SOLA con los chicos. Si, yo iba a estar totalmente sola con ellos y, a pesar de que era algo que yo misma le había sugerido a mi novio ahora me generaba ciertos nervios.

—Exitos, mi amor —le dije a Enzo antes de darle un beso muy corto—. Nos vemos allá.

—Te amo —respondió y después de despedirse, una vez más de sus hijos, se fue a embarcar.

—Bueno...esperamos acá un ratito y ya vamos nosotros, ¿si? —les dije a los chicos y ellos asintieron. Nos sentamos en las sillas, mientras esperabamos ser llamados. En un principio íbamos a viajar todos juntos. Es decir, la familia con los jugadores, pero para que fuera más cómodo prefirieron que sea por separado.

—¿Qué dice la familia? —apareció, literalmente de la nada, Luli—. Vamo arriba que nos vamos —dijo tendiendome la mano. Agradecia, como siempre, tenerla a ella porque si no fuera así la estaría pasando bastante mal. Digamos que, a algunas de las mujeres de los jugadores, no les caía muy bien, porque, bueno, conocen a Florencia y son amigas de ella—. ¿Cómo está mi sobri hoy?

—Desarrollandose —respondí—. Vamos chicos. Tienen todo, ¿no? —ambos largaron un sí en conjunto y Pía me agarró la mano, mientras Santi se puso al lado de ella.

Por suerte, para mi y para todos, a pesar de que el viaje era largo, no fue demasiado denso. Con los chicos dormimos casi todo el tiempo, así que no hay demasiado que contar. Salimos del aeropuerto de Ezeiza tipo diez de la mañana y llegamos casi a las diez de la noche a Madrid. Nos llevaron a todos al mismo hotel, donde cada cual tenía su habitación.

—¿Qué hacemos ahora, Ju? —me preguntó Santi.

—Vamos a comer algo y dormimos, ¿les parece? —sugerí. Ambos estuvieron de acuerdo así que eso fue lo que hicimos.

1 de diciembre de 2018

jusantoro
Madrid, España

jusantoroMadrid, España

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Por accidente | Enzo PerezWhere stories live. Discover now