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JUANA


Como de costumbre, salí a las seis de la academia y fui directo a la cafeteria donde trabajaba mi hermana, lugar donde también me esperaba, siempre que podía, Julían, con quien aprovechaba el tiempo en el que esperaba a Agustina, para contarnos que tal nos había ido durante el día. Antes de hacer suposiciones erroneas, como lo habían hecho desde varios medios, no, no estaba con Julian. Y si, pueden imitar a mi mejor amiga y a mi hermana, quienes casi más me matan por perderme la oportunidad de estar con tremendo bombonazo. Yo también me mataría, si fuera otra la situación y no me la pasaría sufriendo por Enzo, quien parecía haberme olvidado.

La campana que avisaba cuando alguien ingresaba a la confiteria sonó apenas yo lo hice, llevandome las miradas de pocas personas de ahí, entre ellas la de Julian que estaba sentado de espaldas a la puerta mirando algo en su celular.
Le sonreí y caminé hacia él para sentarme en la silla que tenía en frente, después de haberlo saludado, obviamente.

¿Qué pasó que tenes esa carita? —me preguntó.

Estoy cansada —suspiré, mientras apoyaba mi cabeza en la mesa—. Te iba a decir que vayas a mi casa o yo iba directo a la tuya, así tomabamos algo directo ahí, pero no quería dejar sola a Agus.

Ah, ahora que nombrás a tu hermana —soltó—. Se fue con unos compañeros de trabajo, no entendí bien a donde. El punto es que me dijo que te avisará que va a estar en tu casa cerca de las doce pero que no te preocupes que la llevaban.

¿Me hablas en serio? —le pregunté. El asintió, riendose—. Dios, me hubiese avisado antes. No doy más.

Si queres te llevo a tu casa.

¿Podes? —lo miré.

Obvio —respondió. Le agradecí y ambos nos paramos. Una vez afuera, volvió a hablar:—Voy a buscar el auto que lo dejé acá a la vuelta, ¿me esperás acá? —asentí y el se fue al toque. Aproveché el momento para sacar mi celular, el cual no había tocado casi en toda la tarde, y lo prendí, encontrandome con muchísimos mensajes y llamadas perdidas de Luli. Preocupada y confundida, busqué entre mis contactos a mi mejor amiga y la llamé.

Hola —escuché del otro lado.

—Lu, ¿todo bien? —pregunté—. Recién revisé el celu, estuve en la academia y no escuché nada. ¿Pasó algo?

¿Estás en tu casa?

—No, ¿por? Vine a buscar a Agus al trabajo, pero no está porque —me pareció innecesario contar toda la situación, así que lo sinteticé—...bueno, la cosa es que estoy por irme a mi casa con Julian.

Ah, está con Julian —le dijo, aparentemente a alguien, lo cual me confundió aún más de lo que ya estaba—. Bueno, te llamaba porque estoy acá con Gonzalo y me acaba de decir que Enz...

Mi atención, que estaba enfocada en lo que mi mejor amiga me estaba por decir, pasó a ser completamente de la persona que me había tocado el hombro, dejando la oración de mi Luli incompleta y a mi totalmente inmovil al ver a quien tenía a mi lado. Enzo, si, Enzo Perez (¿cuál más?), estaba mirandome con esos ojitos hermosos que ahora lejos estaban de transmitirme lo que solían...ahora parecían tristes.

—Después te llamo, Luli —fue lo único que fui capaz de decir y le corté, guardando mi celular en el bolsillo—. Hola.

—Ju...

Una vez más, pero ahora mi ex novio y por culpa de Julian, no pudo completar la frase. Me quise morir cuando noté lo incomodo de la situación, sobre todo para Enzo aue seguramente ya estaba sacando sus propias conclusiones después de ver al jugador del PSG tocandome la bocina y esperandome en su auto.

—Ah, no sabía...¿Podes hablar ahora o...

—Si, esperame —le respondí a un Enzo cabizbajo—. Juli, perdón —fue lo primero que dije cuando llegué al auto del alemán, quien había bajado la ventanilla para escucharne—. ¿Viste el que está atrás mío mirando? Bueno, dudo que lo hayas reconocido, pero es Enzo, mi ex.

¿Y sabías que venía? —preguntó.

¡No! —respondí nerviosa—. Acaba de aparecer acá, de la nada. Ni siquiera sé como supo donde estaba.

Calmate y andá a hablar con él, Ju. Vino hasta acá, me parece que dice bastante ya —sonrió—. Hablen tranquilos, yo voy para mi casa, no te preocupes. Después avisame como te fue —asentí y lo saludé con un beso.

Dicho esto, y después de ver a Julian desaparecer con su auto, volví para la vereda donde Enzo me esperaba.

—¿Queres hablar acá o vamos a caminar? —le dije, señalando la confitería que teníamos detrás nuestro.

—Caminemos, si queres —estuve de acuerdo así que eso fue lo que hicimos—. Te extraño —fue lo primero que le escuché decir casi en un susurro después de casi una cuadra en silencio. Dios.

—Mhm —fue lo único que dije. Bah, directamente balbuseé porque dudo que eso sea hablar.

—Perdoname —dijo—, soy consciente de lo mal que me porté con vos. No tengo justificación para lo que hice. Me confundí...nosotros no veníamos bien...

—O sea que también es culpa mía.

—No Juani, obvio que no —suspiró—. Todo fue culpa mía. Yo fui el que descuidó la relación y después...bueno, estuve con Florencia —me miró, aunque yo tenía la mirada puesta en el frente—. Si te sirve de algo, y de verdad espero que sí, me bastaron solamente días para darme cuenta de lo mucho que me equivoqué.

—Pero eso no quita lo que hiciste.

—No, pero te juro que con Florencia no me pasa absolutamente nada. Lo que hice, lo hice por calentura...que se yo. Pero el punto es que te quiero a vos, Juana —entonces, lo miré—. Te amo.

—¿Y qué garantía tengo yo de eso? —pregunté. Estaba a nada de caer, lo admito. Escuchar esas palabras de su parte, mirarlo a los ojos; todo me decía que ceda, que le de una segunda oportunidad, pero yo seguía teniendo miedo—. ¿Cómo sé que lo que me estás diciendo es verdad y no va a volver a pasar lo que pasó?

—Juana, estoy acá, a días de la final más importante de mi vida, sabiendo que esto puede tener consecuencias, ¿te parece que lo haría si no estoy seguro de lo que te digo? Te amo. Te amo, muchísimo...y te necesito conmigo.

Bueno, estoy a punto de llorar. Pero, en mi defensa, ¿cómo no llorar si tengo a este hombre en frente diciendome estas cosas? Es prácticamente imposible y más para mi que tengo la sensibilidad a flor de piel.

—Enzo —frené y me puse en frente. No me salían las palabras—, yo...

—Estás con Draxler, ¿no?

—¿Qué? —lo miré confundida—. ¡No! —suspiré y llevé mi mano derecha a la suya. No sé porqué, pero necesitaba acariciarlo—. Yo también te amo —aproveché y llevé mi mano libre a su mejilla—. Y te extraño.

—Entonces...

—Entonces... —sonreí.

—¿Queres volver conmigo? —pregunté y yo obvio que asentí. Perdonenme, pero este hombre es irresistible, que les puedo decir.

Por accidente | Enzo PerezWhere stories live. Discover now