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ENZO

10 de julio, 2019

Me desperté por las voces de mi mamá y mi hermana que, aparentemente, recién llegaban de comprar o algo de eso. A pesar de mis pocas ganas de levantarme por miedo a lo que me diría Taty después de enterarse de mi separación con Juana, lo hice.

—Hola —saludé, llegando a la cocina donde mi mamá estaba dejando bolsas con cosas para hacer la cena, supongo, porque, si no me equivoco, serán como las ocho...o algo así.

—Hola, mi amor —me dijo mi mamá y me dió un beso—. Traje para comer porque vi que no tenias nada. Con todo esto de...bueno, lo que paso con Juani, seguro ni te levantaste, ¿no? —negué—. ¿Cómo estás de la pierna?

—Bien —respondí, aunque era mentira, me dolía cada vez más y ni siquiera sabía que crema ponerme o como hacerme los masajes porque de eso se encargaba Juana y obviamente que mi orgullo no me dejaba llamarla para preguntarle.

Miré a mi hermana que estaba con su mirada en el celular y ella me seguía sin hablar. Hacía prácticamente una semana que habían llegado y si me había dirigido aunque sea diez palabras era un montón. Sabía que se la estaba bancando sobre todo por mi mamá pero tenía un millón de cosas para decirme.

—¿Qué me queres decir, Taty? —me acerqué a ella y solamente ahí me miró.

—Que no puedo creer lo pelotudo que sos —dijo de una—. ¿Qué es lo que tenes en la cabeza? No entiendo...te juro que intenté, pero no puedo. Trataste horrible, no solo a la mujer de tu vida, porque estoy segura que es la mujer de tu vida, digas lo que digas —aclaró, antes de que yo dijera algo—, también a la mamá de tu hija y, como si eso fuera poco, a tu propia hija. Espero que cuando te des cuenta del error que cometiste, no sea tarde...

Bueno, me la mandó a guardar. Y yo me quedé sin palabras o mejor dicho no quiero, ni tengo nada para decir porque tengo clarísimo que todo lo que me dijo es cierto, pero ni ahí lo acepto.

—Ya está, hija —intervinó mi mamá.

—No ma, está bien. Tenía que descargarse, listo —suspiré.

Comimos en silencio, literalmente, unas empanadas riquísimas que hizo mi mamá y después de hablar con ella a solas, momento en el que aproveché para decir todo lo que me había guardado, acomodé las piezas que teníamos con Jua...que tenía, para cuando ellas o cualquier otra persona venía.

La próxima vez que me desperté, me encontré con Juana en la casa con Almita. Seguramente la había invitado Tatiana y la verdad que me molestó muchísimo que la haya invitado sin pedirme permiso antes porque está era mi casa. A pesar de eso, puse mi mejor cara y miré, ahora si con una sonrisa de verdad, a mi hija a quien, aunque no pasó nada de tiempo, ya extrañaba.

—Hola, hermosa de papá —saludé a mi hija quien apenas me vio hizo una mueca que yo interpreté como una sonrisa. Juana, que se giró cuando yo hablé, me la dió y yo la alcé para llenarla de besos. No se dan una idea lo que amo a esta nena y no es porque sea mi hija, pero es preciosa.

Me senté en una de las banquetas y recién ahí miré bien a Juana que, a simple vista se notaba, había llorado bastante. Miento si digo que no me produjo nada porque la realidad es que si, pero intenté disimularlo.

Por accidente | Enzo PerezWhere stories live. Discover now