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JUANA

31 de diciembre, 2018

No sé cuantas veces me habré levantado a la noche, pero una vez por hora ya me parecía poco. Según Enzo y su mamá era normal en embarazadas, pero me parecía un montón...Les cuento, hace dos noches vengo haciendo pis cada rato. Bueno, no era solo a la noche, era durante todo el día, pero a la noche, por cuestiones lógicas me resultaba mucho más molesto. Mi malhumor estaba de niveles exagerados y como ni yo me bancaba, casi ni interactuaba con los demás...porque en cualquier momento me la mandaba.

Me fijé la hora en el celular antes de levantarme...seis y media. Suspiré y caminé hasta el baño. Dios, QUIERO DORMIR. Bostecé, como todas las veces en las que mi vejiga me obligó a levantarme y entré al baño.

Me pasé las manos por la cara y suspiré. Antes de salir me mojé la cara con agua fría porque hacía muchísimo calor y yo me estaba muriendo.
No sé como pasó, pero mientras caminaba tranquila por el pasillo con la idea de POR FIN dormirme, me resbalé y me caí. Si, si algo faltaba a lo mal que lo estaba pasando ahora estaba tirada en el piso, con dolor y llorando.

Como pude me levanté y caminé, hecha un mar de lágrimas, hasta la pieza. Desperté a Enzo, aunque eso era lo último que quería hacer, y le conté lo que pasó. En menos de un minuto lo tenía cambiandose y diçiendome que fueramos al hospital.

—¿Queres que te ayude a cambiarte? —me preguntó preocupado.

—No...no, no...yo puedo —tartamudeé. Me pusé un solerito que era lo más cómodo que tenía y lo miré—. ¿Vamos?

—Si —asintió. Me agarró de la mano y la besó intentando calmarme—. Tranquila amor...vas a ver que no es nada.

—Tengo... —suspiré. Intentando decir una oración completa— tengo mucho miedo, Enzo...me...me duele —por suerte, nuestra pieza no estaba en la planta de arriba así que, despacio y haciendo el menor ruido posible salimos de la casa y subimos al auto.

—Intentá calmarte, Ju. Sé que te duele, pero mientras más nerviosa estés, es peor. Ya estamos por llegar. Va estar todo bien —me dijo y eso fue lo que intenté hacer. Tenía razón.

No fue mucho el tiempo que tardamos en llegar hasta el hospital, pero pareció suficiente para que mi cabeza creera nil historias sobre lo que me podría pasar...o sobre todo, lo que le podría pasar a mi bebé. Que a estas alturas todavía no era un bebé, pero lo sería en un futuro.

Enzo habló con alguien en la recepción a quien, supongo, le informó la situación y, como no había nadie antes que nosotros esperando a ser atendido, nos hicieron pasar.

Un estudio completo, incluida, obviamente, una ecografía, confirmó que estaba todo bien. Por suerte. La doctora me dijo que hiciera reposo y que tuviera cuidado pero que, aún así, no debía preocuparme, ya que, la caída no había afectado en nada ni a mi, ni al bebé.

—Perdón que me puse así —murmuré, mientras subíamos al auto—. Es mi primera vez en todo esto y yo no sé...

—Esta bien, hermosa —sonrió y me dió un beso en el cachete—. No me tenes que pedir perdón por eso. Entiendo que te hayas preocupado, hasta yo lo hice y es lógico.


17 de enero, 2019

jusantoro

Por accidente | Enzo PerezWhere stories live. Discover now