Capítulo 3

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Kyle

La luz del sol se filtra por las ventanas del salón de clase y me chocan en el antebrazo. Es jueves, y técnicamente me parece el peor día de la semana. Siento que los jueves son el día más aburrido de toda la semana. ¿Por qué? Porque siento que el tiempo pasa más lento cuando es jueves. O puede porque a todo chico de diecisiete años que en su horario escolar vengan dos horas de Matemáticas, dos de Física y dos de Biología seguidas es el fin del mundo. Aunque, he de admitir que me relaja un poco el saber que entre Física y Matemáticas toca Literatura y me encanta esa clase porque casi todo el tiempo estamos leyendo.

Despego los ojos de mi párrafo favorito de mi ejemplar de Orgullo y Prejuicio. Odio que me interrumpan cuando estoy leyendo. Y más cuando voy en mis partes favoritas de todo el libro. Pero a pesar de ser el director del instituto quien me ha interrumpido, no quita que no esté molesto por lo que acaba de hacer.

Toca la puerta un par de veces, insistente, hasta que la maestra se pone de pie y lo deja pasar. Entra sola y todos la saludamos al mismo tiempo.

Es raro porque nunca nos visita el directo si no se trata de algo súper importante.

Mientras habla no puedo evitar las ganas de volver a abrir el libro y ponerme a leer, así que eso hago. Me comienzo a imaginar en mi mente a Elizabeth Bennet y al magnifico Señor Darcy. "Desde el principio, casi desde el primer instante en que lo conocí, sus modales me convencieron de su arrogancia, de su vanidad y de su egoísta desdén hacia los sentimientos ajenos. Me disgustaron de tal modo que hicieron nacer en mí la desaprobación que los sucesos posteriores convirtieron en firme desagrado; y no hacía un mes que lo conocía, cuando supe que usted sería el último hombre en la Tierra con quien podría casarme." Suspiro.

Alzo la vista de las páginas cuando el salón se llena de aplausos y me sobresalto.

Un chico está parado enfrente.

Pelo chino, sonrisa amplia, delgado, mandíbula perfectamente marcada, nariz fina, ceja poblada... Es él.

El chico que se acaba de mudar al otro lado de la carretera.

El mismo chico que se trepó a mi ventana a mitad de la noche y se presentó.

Kael.

Kael Connelly.

Sonrío cuando sus ojos se encuentran con los míos y no puedo evitar sentir un cosquilleo que me invade el interior. No logro escuchar lo que dice el director junto con la maestra porque toda mi atención está dirigida hacia Kael. Veo que lleva una libreta pequeña en la mano derecha y, del otro lado, un libro. Pero no sé cuál es porque está cubriendo el titulo con la palma de la mano.

Algo en especial en su mirada capta mi atención, y es ese pequeño brillo con la luz del sol que me hace ver diminutos puntos infinitos en ellos. Estrellas.

Trago saliva y lo saludo con la mano cuando comienza a caminar hacia mí.

En el instituto resulto ser el chico al que nadie quiere tener en sus equipos porque estoy acostumbrado a trabajar solo. Pero eso no quita que no tenga amigos. Tengo un par por ahí y por allá.

Sus dientes alineados asoman por debajo de sus labios delgados.

—Hola, Kyle.

—Hola.

—¿Está ocupado?

Niego con la cabeza y se sienta en el pupitre junto al mío. Aprieto los labios con fuerza, tanto que me duelen cuando comienzan a encajarse con mis dientes.

《Solo di algo...》

—¿Qué lees?

De verdad agradezco demasiado que haya sido él quien profiriera palabra primero porque los nervios me están consumiendo. Me descubro mirándolo bobamente cuando se estira por encima del pupitre y me quita el libro que tengo en las manos. Lo miro fruncir el ceño y sonreír cuando lee el título de la portada.

—Austen. —Su tono de voz parece más de pregunta, pero la forma en que lo dice parece que él mismo se está reafirmando su pregunta. Se aclara la garganta y habla—: "Me pregunto quién sería el primero en descubrir la eficacia de la poesía para acabar con el amor". Lo leí hace un año en mi otra escuela. De hecho, hicimos la obra en clase de Teatro y yo fui quien hizo la banda sonora de fondo.

—¿De verdad? —Asiente devolviéndome el libro—. ¿Te gusta la música?

—Me encanta.

—¿Por qué?

—No sé... —Suspira—. Puede que la música haya sido mi forma de escaparme de este mundo, ¿sabes? Bueno no te debería de contar estas cosas ahora mismo, ¿verdad? Porque no te conozco de nada y puede que resultes ser un hacker y me rastrees en internet.

Frunzo el ceño y sonrío.

—Solo si el hacker está interesado en ser tu amigo.

Mi comentario está totalmente fuera de lugar. Lo sé. Y más porque frunce el ceño y se me queda viendo durante varios minutos sin decir nada. Y yo comienzo a sentirme nervioso con sus ojos fijos en mí.

—Pues adelante, hacker. Rastreadme. 

El Corazón Nunca Se EquivocaOnde histórias criam vida. Descubra agora