Capítulo 25

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Kyle

Dos semanas después me encuentro riendo a todo pulmón después de que Kael se cayera en el bosque por causa de las raíces de los árboles que sobresalen de la tierra. Nuestra comunicación ha vuelto a seguir como antes de que sucediera lo del beso, pero los sentimientos que mi corazón dicta hacia él no dejan de ser los mismos. Quedamos en no volver a hablar del tema del beso, pero sigue inconcluso el tema de sus cartas.

Extiende la mano para tomar la mía para ayudarlo a ponerse de pie.

—Ya deja de reírte —hace fuerza con la mano al punto en el que sus nudillos se tornan blancos y se le marcan las venas del dorso de la misma.

Siento las pequeñas cosquillas entre mis dedos con su tacto.

Maldita sea.

—Cualquier persona en su sano juicio que te viera caerte de trasero ahí se partiría en carcajadas —le digo con una sonrisa en los labios.

Yo también hago fuerza para ayudarlo, pero la suya es más que la mía y, cuando se apoya con mi mano para ponerse de pie, termino cayéndome también yo. Pero eso no me importa. Ni me incomoda. Lo que me provoca los nervios al todo es que termino cayendo encima de él. Con nuestros dedos entrelazados, mi rostro a escasos centímetros del suyo, su pecho chocando contra el mío al compás de nuestras respiraciones... No puedo dejar de pensar en la idea de besarlo.

Besarlo.

Besarlo

Y besarlo.

Pero no puedo.

No porque no quiera. Sino porque no debería arruinar nuevamente todo por culpa de mis sentimientos hacia él. Es difícil. No sé si alguna vez les ha pasado que cuando tienen a esa persona frente a frente lo único en lo que piensan es en besarlo. en sentir la textura de sus labios tocar los tuyos. En jugar con el beso mientras sienten que sus almas se salen por sus bocas para juntarse y formar una sola. Es besarse. Besarlo. y sentir que pueden contra todo aquél que quiera hacerles daño. Contra todo el mal que pueda avecinarse en su contra. Contra el odio. Contra el mundo entero.

Sentirse fuertes e invencibles.

No sé si tengan esa sensación, pero ahora mismo es en lo único que puedo pensar y lo único que soy capaz de sentir.

—Amm... —Se aclara la garganta y parpadea sin despegar su mirada de mis ojos.

Trago saliva y, sin pensarlo, me apoyo de la tierra y me pongo de pie. Me sacudo la ropa con las manos y lo ayudo a ponerse de pie con más fuerza. Se sacude y me sonríe. Tiene las mejillas tornadas de un tono rojizo suave.

Saco el móvil de mi bolsillo trasero del pantalón y reviso la hora.

No me había dado cuenta que las horas habían pasado tan rápido, porque ya falta cada vez menos para que el sol se oculte en el horizonte tornando el cielo de unos magníficos colores que me hacen sentir fuerte. Lleno de vida. De esperanza de poder ser feliz sin mi madre.

No existe peor dolor que haber perdido a tu madre.

Te sientes solo.

Sin saber qué hacer con tu vida.

Sientes que la vida te arrebata algo súper necesario e importante de ti, te cambia por completo tu forma de hacer las cosas. De sentirlas. De vivirlas. Siempre he oído en todos los medios que las mamás son el motor de las familias. Nunca lo creí hasta que la perdí. Hasta que ella se fue. Cuando la vi el día del funeral sentí que un pedazo de mí se iba con ella varios metros bajo tierra.

El Corazón Nunca Se EquivocaWhere stories live. Discover now