Capítulo 50

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Kael

No puedo dormir, por más ovejas que cuente no logro conciliar el sueño. Simplemente es porque estoy pensando en él y en nuestra canción que compusimos esa noche con el cielo repleto de estrellas, con el teclado en las piernas y las mismas colgado por el borde de la azotea. Reflexiono lo que dije cuando la comencé a cantar y no puedo creerme que le dijera que estaba ahogándome en su amor. Un amor que no me pertenecía porque no sabía cuidarlo de la mejor manera. Un amor que no es para mí porque no sé si estoy listo para ser amado de esa forma tan linda como lo hace él.

Kyle lo es todo para mí, eso está más que claro, es mi mejor amigo y lo defendería contra el mundo entero si fuera necesario. Porque me tiene a mí, y creo que con eso basta para que no se sienta solo por mucho tiempo.

Me pongo de pie de la cama y camino hacia la ventana, mirando la oscura carretera frente a mi casa. Por un momento breve, pareciera que la tierra se detuviera y no se escuchara ni un mínimo sonido. Pero esa sensación de ser el último ser humano sobre el planeta se ve interrumpida cuando un camión de carga pasa a toda velocidad por la carretera.

Mi mirada se desvía hacia el cielo y, no sé si es mi imaginación, pero noto cómo las estrellas comienzan a moverse y terminan formando una figura que, si la miras con detenimiento, pareciera que son dos personas abrazadas besándose. El recuerdo e nuestro primer beso me viene a la mente al encontrar esa figura en el cielo, y no puedo evitar morderme el labio inferior.

Kyle es una estrella. Un universo lleno de estrellas.

El Corazón Nunca Se EquivocaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora