Capítulo 35

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Kyle

Releo una y otra, y otra vez su mensaje.

Vaya... Así es como me siento ahora que mi papá sabe toda la verdad. Me siento el arcoíris que brota de entre las nubes después de una pelea con el sol por lograr derramar sus gotas sobre la tierra.

Me siento extraño.

Es como si un peso se me quitara de encima ahora que le he confesado todo a mi papá, y más porque su reacción fue definitivamente la que no me esperaba. Cuando me comentó las cosas que le había dicho mi madre algún día sobre que yo era distinto al resto, no podía no sentirme mal porque me la imaginaba analizándome perfecta y detenidamente, descifrando a su primer hijo.

Creo que la reacción de mi papá fue un poco fuera de lo común, porque conozco casos en los que el padre es el que menos de acuerdo está con las preferencias o gustos de sus hijos que resultan formar parte de la comunidad LGBT. Mi papá es el mejor que pudiera existir sobre toda la faz de la Tierra.

Y cuando se entere que me gusta Kael Connelly las cosas se pondrán más incómodas porque comenzará a echarme burla con él y, conociéndolo, capaz lo llama "yerno".

Me siento en el borde de la cama iluminado solamente por el brillo de la pantalla del teléfono. Mi habitación está en completa oscuridad, acompañada por el canto de los grillos ocultos entre los árboles del bosque que rodea mi casa. Sonrío torpemente a la pantalla, releyendo más veces el mismo mensaje.

Presiono "escribe un mensaje" y deslizo mi pulgar derecho por encima del teclado.

Yo: Menso. Tú tienes más colores que la primavera, y yo soy el arcoíris.

Kael: Así es. Creo. Estamos hechos de colores.

Bloqueo la pantalla del teléfono, y me pongo de pie de la cama. Camino hacia la ventana rota del otro lado de la habitación. Por suerte, el verano en West Spokane no es tan lluvioso como sucedió este año en primavera. Pero las noches se vuelven nostálgicas cuando el cielo nocturno se estampa de miles de puntos blancos. Pero de día hace un calor extremo.

A pesar de haber pasado ya tres meses desde que Kael arrojó la piedra contra mi ventana, no me tomé ni siquiera la molestia de decirle a mi papá que lo arreglara porque era mi forma de recordarlo cuando no lo veía entre los pasillos del instituto. A mi mente vuelven los recuerdos de cada uno de los días en los que entraba mi hermana Ayla por la puerta de mi habitación justo después de que lloraba por varias horas recordando a mi mamá y a Kael con más cartas que me mandaba él sin descansar.

Pero de un momento a otro dejé de recibirlas.

Creo que, después de todo, se dio cuenta que no valía la pena buscarme.

Echo un vistazo por el agujero del cristal de la ventana hacia el exterior, aspirando el fresco aire de la noche mientras cierro los ojos y me relajo. Ni siquiera me tomo la molestia de abrir la ventana ya, pues ya Kael me ahorró la molestia de hacerlo con esa piedra que lanzó.

Después de estar varios minutos con la nariz respirando con tranquilidad la brisa fresca del verano entre los árboles, me retiro de la ventana y camino hacia mi librero al otro lado de la habitación.

Mis ojos recorren cada uno de los lomos de los libros que tengo, y me detengo en el de Orgullo y Prejuicio. El mismo que tenía el día en el que él llegó al mismo salón que el mío en el instituto. Trago saliva y lo tomo con cuidado de no tirar las cartas que tengo dentro de él. Cada carta que recibía de Kael la guardaba en este mismo libro porque fue el tema de conversación de nuestra primera plática en el instituto.

Suspiro mirando la portada.

Mi teléfono se enciende en la cama y corro a tomarlo.

Un nuevo mensaje:

Kael: ¿Puedo ir a tu casa?

Yo: Si quieres, podemos sentarnos en la azotea a mirar las estrellas.

Kael: De verdad que qué cursi eres, Kyle.
Pero en un momento llego, espérame.

Yo: Uy, pues perdón.
Está bien, no tardes.

Lo vuelvo a bloquear y lo lanzo nuevamente hacia la cama, y con él me recuesto yo también contra el colchón, relajándome. Alguna parte de mí se siente mejor desde que le confesé todo a mi papá, pero otra parte todavía se siente triste y sola. Quizá sea que necesite de algo o alguien para sentirme completo.

Es odioso querer sentirte completo con una persona. 

El Corazón Nunca Se EquivocaWhere stories live. Discover now