Capítulo 33

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Kyle

Creo que las cosas están yendo un poco mejor de lo que me pensaba. La caminata que estamos dando ahora mismo por entre los árboles me está haciendo que me relaje y me serene un poco porque, conociendo a mi papá, sé que va a querer hablar sobre el tema sin la presencia de mi hermana. Por eso la invitación a dar un paseo.

Camina a mi lado, sin expresión definida en el rostro. Las ramas crujen debajo de nuestros pies conforme vamos caminando y el sonido de los grillos me provoca escalofríos. La Luna está enorme en el cielo, iluminando las puntas de los árboles que nos rodean en una tarde tranquila de verano.

Papá se aclara la garganta y me pasa una mano por los hombros.

—Kyle, hijo. Estoy tratando de buscar las palabras adecuadas y aquí podemos platicar. ¿No crees? Los bosques pueden resultar un poco silenciosos y acogedores para este tipo de casos.

Tengo la mirada gacha, mirándome las puntas de los tenis.

Todavía siento el nudo en la garganta y sé que en cualquier momento voy a llorar otra vez.

—Papá... —Digo con un hilo de voz—. Lo que menos quiero es que cambies conmigo, que me dejes de querer...

Susurra un "no" por respuesta y me atrae hacia sí apretándome contra su pecho.

—¿Cómo crees? No hay ninguna manera en la que yo te deje de amar.

—Llevo mucho tiempo —parpadeo para no abrirle paso a las lágrimas— tratándome de aceptar, de no odiarme y ya no quería seguir así en la oscuridad. Quiero ser normal...

—Pero si tú ya eres normal, hijo. Nunca lo dudes —su voz suena ahogada.

—Es que yo sigo siendo la misma persona, sigo siendo al mismo al que le enseñaste a jugar fútbol, en el que confías. Soy tu hijo, papá.

—Pero por supuesto —dice deteniéndose de repente—. Mira, quiero que entiendas algo, ¿estamos? Yo no dejaré de ser tu papá, mi obligación siempre será cuidarte, amarte y quererte como eres, y eso se lo prometí a tu mamá. También le prometí que haría todo lo que estuviera en mis manos para hacerte la persona más feliz de todas. Ay hijo... —Suspira—. Yo lo sospechaba, bueno, un poco. Pero no estaba seguro y creo que ningún papá lo está. Ay hijo... —Me toma de las mejillas y sus pupilas se tornan vidriosas. Se me encoge el corazón cuando una lágrima se desliza por su mejilla—. Nunca quise lastimarte. Perdóname por insistirte durante años con lo de salir y ver chicas y todo eso. Ahora entiendo que tengo que respetar tu tiempo, tenía que esperar a que tu estuvieras listo.

Me abraza y puedo sentir su corazón latir junto con el mío. Puede que sea porque compartimos la misma sangre y porque la mitad de mis genes provienen de él, pero siento que mi corazón se complementa con el suyo.

—Hace años tu mamá me dijo que eras diferente, pero nunca le creí hasta ahora. Y sé que es un error muy grande forzar a la gente para que cambie, uno nace como es. Son los demás los que tienen que aprender a respetar. —Me suelta y toma una bocanada de aire limpiándose las lágrimas de las mejillas—. Me va a tomar un tiempo hacerme a la idea de que, pues te gustan los hombres, pero me acostumbraré y te respetaré. También me tendré que acostumbrar a que la vida que había trazado para ti no es la que tú vas a seguir, así que el que debe de cambiar de mentalidad soy yo. No tú. Así que solamente te pido un poco de paciencia, ¿sí?

Sonrío ampliamente.

—Al decírtelo, sentí cómo ese muro que se había formado que me impedía ser libre se derrumbó.

Me toma del cuello.

—No dejes que nadie nunca te lastime, ni te haga daño. Porque Kyle es muy listo y sabe identificar el bien del mal. Eres noble, amigable, humilde, y buen hermano. Pero lo más importante es que eres único. Tu mamá y yo desde que naciste queríamos que fueras distinto al resto, y mira.

Me lanzo a sus brazos tal y como lo hacía hace años cuando jugábamos a los superhéroes.

—Te quiero, papá.

—Te amo, Kyle.

Y me aprieta con más fuerza con sus gruesos brazos. 

El Corazón Nunca Se EquivocaWo Geschichten leben. Entdecke jetzt