Capítulo 26

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Kael

Abro la puerta de la habitación y enciendo la luz. Entro yo primero, dejándolo atrás mientras entrecierra la puerta. Troto a toda prisa hacia el otro lado de la habitación y me detengo frente al escritorio que tengo junto a la cama y tomo mi cuaderno de canciones. De repente siento los nervios a flor de piel porque es la primera vez que le enseñaré mi cuaderno de canciones a alguien. Siempre he tenido la regla absoluta de NO tocar mi cuaderno si no era con mi autorización. ¿Por qué? Pues porque en este cuaderno no solamente tengo letras de canciones, sino también pensamientos. Resulta ser un tipo de diario personal combinado con cuaderno de música. Algo así como diarúsica de la mezcla de la palabra "diario" y "música".

La mano con la que tomo el cuaderno me tiembla cuando se lo extiendo a Kyle y lo toma. Me mira confundido y yo a él aterrado.

—Te quiero mostrar una canción nueva que escribí.

—¿La que me dijiste en tus cartas?

Las cartas.

No recordaba que había puesto en una de ellas que había escrito una canción sobre nosotros. La cual se me olvidó por completo el día del baile de primavera. Peor ridículo en público no pude hacer.

Asiento y lo abre dudoso.

—Es esta —digo señalando con el dedo índice una de las páginas rayadas con tinta negra. Me mira y después centra por completo su atención en la letra, leyéndola. Mientras lo hace, yo corro hacia el otro lado de la habitación y tomo mi teclado y me siento en el borde de la cama, lo invito a que haga lo mismo— ¿Qué te parece?

Alza ambas cejas.

—Está bonita la letra. Pero no entiendo por qué algunas de las estrofas tienen mi nombre...

—Porque —digo tomando el cuaderno— vamos a cantarla los dos. Es un dueto.

Inmediatamente niega con la cabeza.

—Yo no sé cantar.

—Intentémoslo.

Traga saliva y parpadea. Me pongo recto, coloco los dedos sobre las teclas y comienzo a presionarlas. Cuento hasta cinco y comienzo a cantar.

(Kael)

Con los ojos vendados,
no me importa el destino.
Por estar a tu lado con mi mano en tu mano,
yo me escapo contigo...

Miro de reojo a Kyle y le hago una seña con las cejas cuando es su momento de cantar.

Se mueve en su lugar y se aclara la garganta.

(Kyle)

No haré ni una pregunta.
No veré ni el camino.
Tú me dices qué puerta es la que lleva a la Luna,
y yo me escapo contigo...

Cuando escucho su voz, una tonta sonrisa se dibuja en mis labios. Es curioso, porque me acaba de decir que no sabía cantar y su voz suena tan llena de poder, magia y pasión. Además, cierra los ojos cuando pronuncia cada palabra.

Me aclaro la garganta y ambos cantamos.

(Ambos)

Si me dices que me quieres dejo todo.
Si me dices que me quieres...
Nos hacemos otro mundo de algún modo.
Si me dices que me quieres...

Nos volvemos invencibles.
Nos hacemos invisibles.
Solo escúchame bien lo que tienes que hacer,
simplemente es pedirme...

Suspiro cuando despego los dedos de las teclas y una pequeña risa se escapa de sus labios cuando centro mi mirada en él. Pudiera decir incluso que de sus labios emanan notas musicales. Sus comisuras estiradas provocan que dos hoyuelos se den a notar una en cada una de sus mejillas. Sus dientes perfectamente alineados me transmiten vida, magia y sueños.

—¿Y?

Deja de reír, pero no de sonreír.

Posa su mano sobre el teclado y frunce los labios.

—Me gustó mucho.

—¿De verdad? ¡Qué bueno que te haya gustado! Pensaba que era un poco cursi...

—Amm... Me atreveré a decir que lo es, pero suena perfecto.

—¿Tanto así? —Inquiero con una sonrisa burlona mientras me pongo de pie y camino hacia el escritorio para dejar el teclado en él.

—Tan perfecto como tú...

Me quedo inmóvil en mi lugar y un extraño silencio se establece entre nosotros dos. De repente, pareciera que estuviéramos ahora mismo en mitad del silencio del bosque. Siento como si el mundo se detuviera unos breves minutos mientras intento recuperar el aire y pienso en algo qué decir o en qué debo hacer.

Escucho con detenimiento cómo mi cama cruje cuando se pone de pie y comienza a caminar hacia mí. Cada paso pesa más que el anterior, cada paso resuena más que el otro. Trago saliva y el recuerdo del beso me vuelve a la mente y con ello todo el lío mental y sentimental que ha ocasionado en mi interior eso.

Es raro.

Una parte de mí desea con todas sus fuerzas querer estar al lado de Kyle todo momento. Porque incluso pensar en la idea de perderlo definitivamente me pone un poco mal. Pero otra parte de mí es como si Kyle fuese una persona más en mi vida a la que no quiero darle demasiada importancia.

Lo quiero.

Es mi mejor amigo.

¿Cómo no se puede querer a un amigo?

Me siento perdido en medio de un laberinto del cual no encuentro salida.

—Perdón. —Susurra detrás de mí, posando su mano sobre mi hombro. Cuando lo hace, doy un pequeño brinco de la sorpresa, y después poso mi mano sobre la suya.

Me giro sobre mis talones y lo enfrento.

Pensaba que el verlo desde hace dos semanas me iba a hacer entender qué sentía en realidad hacia él, hacia mí mismo. Pero no ha funcionado. El volverme a encontrar con él solamente ha hecho que las cosas empeoren. No dejo de pensar en la posibilidad de que esto que siento hacia él sea algo más grande que un sentimiento amistoso.

Podría arruinarlo todo.

—Tranquilo... gracias por el cumplido —digo guiñándole un ojo.

Me mira confundido, y entonces me aclaro la garganta para cambiar el tema de conversación. O mínimo para hacer de esto algo menos incómodo.

—¿Quieres comer algo? La verdad es que muero de hambre.

—Estoy igual.

—¿Qué quieres comer?

—Lo que tú quieras está bien.

—Amm... —Hago una mueca como si estuviera pensando—. ¿Qué te parece unas Oreo con un poco de leche? Para que las costumbres no se pierdan.

—Galletas con leche —ríe bajamente—. Está bien.

Dicho eso, ambos nos encaminamos hacia la cocina y me siento un poco liberado cuando muerdo la primera galleta.

Nota mental: Por favor, corazón, deja de confundirme y dame una señal para hacer las cosas bien. El corazón nunca se equivoca. Por favor, no te equivoques. 

El Corazón Nunca Se EquivocaWhere stories live. Discover now