Capítulo 10

14 4 0
                                    

Kael

Nos detenemos en el borde de la carretera W West cuando vemos un enorme camión de carga. Debido a la alta velocidad del camión una leve brisa del agua que hay mojando el pavimento de la carretera nos salpica.

—Entonces, ¿qué es lo que me vas a mostrar? —La voz de Kyle me saca de mi ensimismamiento. Está detrás de mí, debido a que lo pensó un poco para comenzar a caminar hacia el bosque.

Mis pensamientos están enloquecidos por lo que acaba de suceder hace unos momentos. No sé qué sucedió, pero algo en mi interior me decía que necesitaba sentir su esencia. Su calor que brotaba por los poros de su piel traspasando su sudadera hasta llegar a mí. Algo dentro de mí se encendió, como si fuese la primera chispa del resultado de golpear dos piedras para formar una fogata. Fue como si presionaran el interruptor de la luz, o que presionaran el botón de encendido de algún control remoto. Fue algo extraño, pero de alguna manera lindo.

Por un momento sentí como si yo fuese la Luna y él fuera el Sol, y nos hubiéramos juntado y formado un eclipse de Sol. Todo un caos interestelar.

—¿Kael?

—No te diré, es sorpresa.

Dicho eso, ambos cruzamos por la ancha carretera hasta que llegamos al sendero de tierra húmeda que conecta a la entrada de mi casa. Llegamos al porche y abro la puerta. Si hubiese tenido la mala suerte de que mis padres estuvieran en la casa, hubieran estado cuestionando sobre todo a Kyle o me hubieran regañado por haber salido con la lluvia a todo.

—Adelante, señorito —le digo con una sonrisa en los labios.

Sonríe y se ríe.

—Es linda tu casa —repasa con la mirada toda la sala de estar.

—Gracias —le digo, aunque yo sé que lo dice igual que toda la gente para impresionar.

Yo sé que mi casa no es la mejor de todas, pero fue lo mejor que papá pudo darnos con el sueldo que gana por la venta de sus libros. Es extraño porque en mi familia mi mamá es la que trabaja en una fábrica en lugar de mi padre. Mi papá se llama Kail. Resulta un poco interesante porque recuerdo una vez que me dejaron de tarea en el instituto investigar el significado de los nombres de mis padres y me apareció que Kail era una variante de mi nombre Kael.

Hubo una vez en la que, de la nada, comenzó a contarnos a mi hermano Khalan y a mí sobre cómo fue que se dio cuenta de lo que quería ser. Nos contó que de pequeño tenía una enorme afición por los libros y la escritura. Conforme contaba su historia de cómo era sumergirse en el mundo literario, escribir novelas que solamente él leía una y otra vez y se enamoraba cada vez más de los personajes que él mismo había creado, llegó el momento en el que nos contó que una editorial había aceptado por fin su primer manuscrito.

Nos describió a todo lujo de detalle la emoción que sintió en su interior cuando iba a las ferias de libros a firmar, le hacían entrevistas y veía el amor que le tenían los lectores al leer sus novelas.

Pero todo iba tan bien en su trabajo junto con mi madre hasta que me tuvieron a mí. Comenzó a dejar de lado sus pasiones por escribir novelas juveniles por dedicarme tiempo solamente a mí. A mis necesidades. Y, cuando tuve la edad suficiente para que él volviese a trabajar en lo que le gustaba, lo que era su sueño, batalló para que otra editorial volviese a aceptar sus manuscritos a pesar de saber de quién se trataba.

Debido a que solamente nos sustentábamos del dinero de las ganancias de las ventas de sus libros, cuando comenzó a formar parte de los "autores olvidados" comenzamos a caer en quiebra económica. Y se complicó más porque se les ocurrió traer a Khalan a este mundo. Viendo la situación en la que nos encontrábamos, a mi madre (Kiara) en busca de un empleo donde le pagasen lo suficientemente bien para sustentarnos, la rechazaron varias veces al igual que a mi papá.

Entre las burlas del instituto, las deudas de la colegiatura, y las deudas en las que se metieron mis padres, decidí conseguir un empleo sin comentarles. Me convertí en modelo de una marca de ropa juvenil. También descubrí mi pasión por la música un día que, sin pensarlo, tomé una hoja de papel en blanco y un lápiz, y comencé a escribir. Pronto fui elaborando canciones que (no estaban tan mal) terminé cantando en las calles del centro de la ciudad en Kansas.

Mis ganancias en las calles y por las fotografías de la marca de ropa las fui ahorrando y con ellas fui pagando poco a poco las deudas en las que estábamos sometidos. Por obra del cielo o algo, a mi madre la aceptaron en una empresa con un mejor salario del que ella buscaba. Y, a mi padre, pues una editorial le aceptó uno de sus manuscritos, pero ya no tuvo la misma fama como la tuvo desde el principio.

—¿Kael?

La voz de Kyle me devuelve a la realidad, tan delgada y gruesa. Parpadeo un par de veces hasta que logro devolverme a la realidad.

—¿Sí?

—¿Estás bien?

Asiento varias veces seguidas.

—¿Qué era lo que me ibas a mostrar?

—Espérame aquí, ahora vuelvo.

Una ligera sonrisa se aparece en sus labios, neutralizándome. Corro en dirección a mi habitación, en donde he terminado ya de desempacar todas las cajas de cartón y tomo el teclado que me han regalado mis padres y bajo con toda la rapidez del mundo hacia la sala de estar.

Me detengo en seco cuando observo a Kyle mirar con detenimiento una fotografía que se encontraba arriba del estante del librero en el que está el enorme televisor de pantalla plana. Se trata de mi fotografía favorita, en ella salgo solamente yo. Tocando la guitarra mientras canto en la plaza.

Me acerco sigilosamente y creo siente mi presencia porque de inmediato se voltea y esconde la fotografía detrás de él. Las mejillas se le tornan de color rojo y extiendo el brazo para tomar la foto. Mis dedos rozan los suyos. Le sonrío después de depositar la fotografía en el mueble y le hago una seña con la cabeza para que me acompañe y me siga hacia la puerta de entrada.

Sus ojos no se despegan del enorme teclado que tengo en el brazo derecho mientras caminamos hacia el porche. 

El Corazón Nunca Se EquivocaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora