Capítulo 48

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Kael

Tres meses después...

Mi mirada se reparte entre ponerle atención al maestro de Filosofía y Kyle. Lleva puesto el yeso que le pusieron en el hospital por los golpes recibidos la noche en la que todo cambió. Durante los tres últimos meses no he dejado de sentirme mal por lo que ha sucedido, pero creo que siempre que estoy con él termina herido. Primero del corazón, ahora del cuerpo. El timbre de la segunda hora resuena por todos los pasillos del instituto, así que tomo mis cosas con rapidez e intento alcanzar a Kyle que va cruzando la puerta de la entrada del salón de clases. Cuando la cruzo yo también, el aire otoñal me consume por completo, causándome escalofríos en toda la piel. Las últimas semanas del verano fueron un completo desmadre.

Los últimos tres meses han sido meses de más confusión para mí.

¿Qué se sentía estar enamorado de alguien?

Era la pregunta que me hacía cada minuto, buscándole una respuesta bien justificada. Pero lo único que me venía a la mente era él. Él y sus estúpidas preguntas sobre qué sentía hacia él si no lo tenía claro todavía.

Ya sabía quién era.

Pero no sabía si de verdad sentía lo que decía sentir en mi interior hacia él.

Aún me quedaba tiempo para descubrirlo, pero pronto porque si no sería demasiado tarde. Cuando alcanzo a Kyle se queda inmóvil en su lugar.

Está mirando fijamente hacia enfrente con los ojos súper abiertos.

—¿Qué ves? —Le pregunto siguiéndolo con la mirada.

Cuando mis ojos reparan en lo que está mirando, un chico de cabello negro, piel blanca, con pecas, delgado y con camisa a cuadros corre hacia nosotros y envuelve a Kael en un fuerte abrazo sin importarle el yeso que lleva puesto.

Frunzo el ceño confundido.

—¡Alexander! ¿Qué haces aquí? —Dice Kyle con entusiasmo, sonriéndole. Se separan y el tal Alexander lo toma de la mano y lo aprieta fuerte—. ¿Viniste solo?

El chico le sonríe y asiente.

—No leíste mi mensaje, ¿verdad?

—¿Cuál mensaje?

— Uno que te envié —dice sacando su móvil—. Pero nop, no lo leíste Sabía que me necesitabas, además tu papá me llamó cuando te introdujeron al hospital por la golpiza que te dieron, y me pidió que si podía venir unos días para acá a hacerte compañía. He volado desde California solo para venir a verte y asegurarme que te mejores.

—No era necesario. —Murmuro más fuerte de lo que debería.

La mirada de ambos se centra en mí y no puedo evitar no sentirme nervioso.

—¿Qué? —Refunfuño cuando los miro a ambos.

—Kael él es Alexander. Alexander él es Kael —dice presentándonos.

Me dedica una media sonrisa y de igual manera recibe una de mi parte. ¿Qué me está pasando? Yo no soy así con la gente desconocida.

—Es mi amigo desde hace doce años, solo que se fue a California dos años después de la muerte de mi madre y desde entonces que ya no lo veía.

—Me alegro —le digo y le regalo una media sonrisa.

Alexander me mira extrañado.

Comenzamos a caminar por el patio principal del instituto y le retiro del brazo a Kyle la mochila y me la pongo yo.

—Yo me la llevo —dice Alexander tomándola.

—Pero yo se la quité, así que yo me la llevo.

—Pero yo lo conozco de más tiempo...

—Alex —lo interrumpe Kyle mirándolo fijamente.

—Está bien, ya —dice resignándose.

Qué pesado es este chico.

Horas después, parpadeo mientras observo el techo de mi habitación

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Horas después, parpadeo mientras observo el techo de mi habitación. Hace días pegué en el techo unas estrellas de plástico que brillan en la oscuridad, con el único fin de poder recordarlo a él cada noche mientras estaba internado en el hospital. Tenía demasiados planes para ambos para el verano, para pasar tiempo juntos. Pero todos esos planes se vieron arruinados por Stella y su grupo de amigos.

Sigo retractándome de haberlo llevado a esa fiesta.

Al salir del instituto, habíamos quedado de componer otra canción cuando el sol estuviera a punto de meterse para inspirarnos con el atardecer, pero no he recibido llamada alguna de su parte. Ni siquiera un pequeño mensaje.

Así que me meto a WhatsApp y busco nuestro chat y le escribo un mensaje.

Yo: Kyle ¿si vendrás?

No recibo respuesta de su parte. Es más, ni siquiera aparecen las dos palomitas que comúnmente aparecen al mandar el mensaje. Reviso su última conexión y suspiro cuando veo que lleva más de una hora sin conectarse.

Al parecer, está ocupado con Alexander, de lo contrario ya me hubiera contestado.

En cuanto lanzo el teléfono a la cama y me pongo de pie, y camino hacia el escritorio, el sonido de una nueva notificación suena.

Me regreso y deslizo el dedo por la pantalla para desbloquearlo.

Es su respuesta.

Kyle: Perdóname, pero hoy no.

Alex se quedará en mi casa y andamos haciendo espacio.

Bloqueo la pantalla del teléfono móvil y lo lanzo al otro lado de la habitación. ¿Por qué me siento como celoso si apenas conozco al chico?

Inhalo hondo y camino hacia el escritorio y me siento en la silla giratoria. Me estiro un poco y después presiono con los dedos las teclas del teclado, inventándome una nueva melodía.

La música siempre es la puerta de los sentimientos. 

El Corazón Nunca Se EquivocaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora