Capítulo 55

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Kyle

Al día siguiente lo más que puedo de coordinar mis movimientos de cuerpo con los del remo cuando caemos en la cuenta Alexander y yo de que vamos perdiendo la carrera en el lago. Intento buscar la canoa de Kael entre las demás, y caigo en la cuenta de que va en las primeras tres más cerca de la meta.

—¡Rema, Kyle!

—¡Eso estoy haciendo!

Muevo con más velocidad el remo al igual que Alexander. La canoa no avanza ni un metro más cuando todos logran llegar a la meta y nosotros perdemos. Remamos con más tranquilidad y coordinación hasta llegar al otro lado del lago en donde están la profesora Johnson y el director, junto con los alumnos.

Todos aplauden al unísono cuando nombran a las tres parejas ganadoras, quedando la pareja de Kael y Oliver en primer lugar.

Detenemos la canoa y me tumbo de trasero en el pedazo de madera. Alexander camina hacia mí y suspira.

—Todavía tenemos oportunidad de juntar más puntos extra, Kyle.

Resulta que cada una de las actividades que hagamos contarán puntos extra según el desempeño que pongas en ellas y sí resultas ganador terminarás exentando la materia y podrás salir de vacaciones antes que los demás. Ahora solamente llevamos Alexander y yo un punto extra por la actividad de la fuerza con la cuerda en la que Kael dejó de hablarme por lo que quedaba del día.

Stella y Berenice resultaron ser las del tercer lugar en la carrera de canoas, y pasa por nuestro lado luciendo sus medallas colgándoles del cuello.

—La homosexualidad va cargada de mala suerte, Bere. ¿Verdad?

—Qué mala eres, Stella.

Se ríen mirándonos por encima del hombro mientras se alejan poco a poco. Alexander se aclara la garganta a mí lado y sorbe por la nariz.

—No les hagas caso, Kyle.

Pongo los ojos en blanco, y resoplando me pongo de pie y me bajo de la canoa. Camino hacia el gran círculo de alumnos cuando escucho la voz de la profesora Johnson llamándonos a todos. Me detengo junto a un tronco enorme de un pino y me recargo en él mientras Alexander se detiene a mi lado.

Desde nuestro beso la primera noche que llegamos no ha hecho otra cosa que estar a mi lado.

—Bien, creo que será todo el día de hoy —dice alzando la voz lo suficiente para que la escuchemos todos.

—Por cierto —interrumpe el director—. Hoy en la noche tendremos una fogata aquí junto al lago para pasar el momento juntos. Así que todos a descansar para que lleguen relajados al rato. Los esperamos a las nueve en punto aquí mismo. ¡Vámonos!

Todos hacemos caso y en menos de dos segundos el lugar se ha quedado vacío. Me giro sobre los talones y me adentro en el bosque, caminando entre los troncos de los árboles seguido de Alexander. Sus pasos suenan acelerados, así que me detengo y me doy cuenta de que iba casi corriendo.

Se detiene frente a mí, agachándose posando sus manos en sus rodillas. Sus rizos negros le caen sobre la frente.

—¿Qué te pasa? —Dice entre jadeos. Se pone recto mirándome con el ceño fruncido. Tiene los labios abiertos tratando de recuperar el aire—. ¿Hice algo mal?

—Estoy cansado.

Me mira con los ojos entreabiertos, se relame los labios y extiende los brazos.

—Te conozco y sé que no es por eso, ven para acá —camina y me envuelve en sus delgados brazos. Pego mi cara en su pecho y, sin pensarlo, comienzo a llorar.

El Corazón Nunca Se EquivocaWhere stories live. Discover now