5.3 Cándido

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— ¿Por qué estás aquí y no en Corea? —pregunta un día. Sábado y Jungkook se prepara para salir. Esa la intención. Está la impresión de que no podrá hacerlo.

—Me ofrecieron una buena plaza de trabajo como instructor de tiro en una academia cercana y como no tenía ninguna idea de qué hacer con mi vida después de cumplir el servicio militar... acepte. —Se encoge de hombros. Jimin se sienta en un cojín, con las manos sosteniendo su cara.

—Eso suena triste ¿No pensabas en otra cosa?

—Pensé en ser tatuador, lo fui, pero vine hasta aquí. —explica haciendo ademanes con las manos. Ladea un poco la cabeza.

—Es un lugar muy triste.

—Vivo bien. Con eso me conformo.

— ¿No hubo nada con lo que soñaras en lograr?

—Tuve una etapa de estupidez a los quince: Quería ser Idol y todo eso. Había muchas audiciones, pero acabe por no ir. —explica. El perro sube al sofá a recibir mimos de su dueño.

—¿Cantas mal?

—No suelo hacerlo, así que no sé en realidad. Creo que no.

—Mis amigos siempre decían que cantaba muy bien; no les creía y aun ahora no creo que sea tan cierto... Nosotros tenemos una expectativa muy baja de un talento que puede ser nato... Quizá te pase lo mismo. —murmura para luego hacerse el cabello atrás.

Jungkook mantiene la mirada en él con esa expresión de estar asustado o confundido. Podía ser graciosa. Lo cierto es que su mente sigue intentando procesar una manera de no auto torturarse por ese gesto automático de Jimin. Con los días y desinflamatorios decentes va vuelve a una apariencia saludable.

Por ende, su cara no está hinchada, sus labios ya no están rotos y apenas queda algún que otro rasguño. El pelo sigue siendo lo raro por lo poco cuidado que luce. Resopla echándose atrás. No es crimen sentirse atraído a alguien que parece un fantasma vagando en su casa ¿O sí?

— ¿Podría escucharte? —pregunta tras un largo silencio. Jungkook lo meditó bastante.

— ¿Qué pretendes que cante?

—No sé. Lo que te venga a la mente.

No puede soportar que lo mire al tiempo que lo ve. Le crea cierto cortocircuito. Resopla con fuerza y piensa en alguna canción que le gusta y se sepa la letra más allá de la típica chapucería. Tras hallar ritmo abre la boca:

Frozen in my head
Pictures I'm living through for now
Trying to remember all the good times
Our life was cutting through so loud
Memories are playing in my dull mind
I hate this part paper hearts
And I'll hold a piece of yours
Don't think I would just forget about it

—Es muy lindo. —Ríe.

Jungkook infla el pecho y suelta el aire con fuerza al tiempo que sonríe. Su gesto nervioso no varia y aunque le da un aire infantil, tiene todo el sentido del mundo para él. Hasta el momento Jimin no ha sonreído ni una vez, casi diría que está planeando una estratagema de lo más maligna y por eso se la vive en su plano mental. Ignorando todo y a todos -y con todos se refiere a él únicamente-.

—Quién sabe. Ser cantante es... complicado—Se soba el cuello—. Ni siquiera sé si quiero serlo... sí quiero volver a bailar frente a nadie... No sé qué haré de ahora en adelante.

—Puedes seguir perfectamente con tu carrera.

—Esto pasó por mi carrera. Por eso no sé si vale la pena. Supongo que en algún momento lo sabré... Jungkook-hyung.

— ¿Umm?

— ¿Me enseñar a disparar un arma?

~ * * * ~

— ¿No te molesta que te toque? —niega con la cabeza. Con cuidado de no ser brusco acomoda la postura del más bajo.

Lo llevó a la academia. No suele abrir los fines de semana, pero él tiene llave para ir si quiere bajar la tensión. Decide darle una lección simple y con un revólver. Nada extravagante porque no va a servir de mucho. El primer disparo lo hace respingar. Da mucho más abajo del blanco.

—Bueno... le diste al círculo. —Palmea la espalda de Jimin, este frunce los labios.

—No cre—Sin querer aprieta el gatillo y dispara. Suelta la pistola por inercia. Jungkook silba viendo que había asestado en el área central; más a la derecha.

—Debes tener mucho cuidado con eso. Si no tiene el seguro la bala saldrá al más mínimo movimiento a la gente nerviosa como tú—explica cogiendo el arma del suelo. Jimin la volvió a tomar y apuntó al frente—. Dispara.

Cierra los ojos y aprieta la expresión. Al abrirlos encuentra que pasa igual que la primera vez. Jungkook le quita el arma de las manos y con maestría propia de quién enseña esto dispara a cada blanco sin fallar. Jimin infla los mofletes con resignación. En silenció recarga el arma como el mayor indica.

Están prácticamente todo el día ahí metidos. La puntería de Jimin es fatal y el sobresalto por el arma a Jungkook se le hace extraño. No sabe si es falso o en serio le causa tanto miedo el ruido atronador. Es normal, pero no tras tanto rato de lo mismo. Deja de prestarle atención cuando vuelven a casa. Jimin lleva un cubrebocas y capucha por cualquier eventualidad.

—Necesito algo...—dice antes de bajar del auto. Jungkook quedó con el cinturón a medio poner—. Puedes... ¿Comprar tinte para el cabello?

— ¿Tinte? Eh... supongo que sí ¿Qué color? También lo he hecho, se todo lo que se necesita—Jimin juega con las mangas enormes del suéter. Jungkook es un maldito gigante en comparación suya. No hay nada que no le quede grande aun cuando son prendas viejas y "pequeñas" para el instructor—. ¿Ros...?

—Gris. Tinte gris. Gracias. —musita para luego bajar del auto y entrar a prisa en la casa. Aprieta los labios con cómica expresión. Si claro, le haría el encargo. Como mínimo que haga la cena hoy.

Estando solo en la casa Jimin vuelve a la habitación que Jungkook le prohibió abrir, entrar y demás. En esta hay armas reglamentarias junto a los permisos para portarlas y usarlas. Coge una de las más escondidas y que seguramente no usa seguido. Un par de cajas de balas y sale de ahí como si nada hubiera pasado.

Mete el arma en un pequeño bolso donde ha acumulado más cosas. Navajas; un bastón eléctrico; tela roída y mal cosida. Hay algunas herramientas, trozos de soga y alambre. Jungkook podría creer que no sale de la casa, lo cierto es que lo hace y recorre los ligeramente conocidos pasadizos de la alcantarilla.

Revisa que este todo lo necesario. Tiene dos semanas y un día exactamente. Navaja mariposa; navaja suiza; pistola con la menos cuarenta balas; una cámara polaroid; guantes de cuero apenas usados y muchas, muchísimas pastillas. Jungkook lo "obliga" a tomarlas sin saber que las vomita después y las guarda. Tiene al menos treinta y seis ahí.

Si. Ya está listo en la parte práctica. Queda un último detalle del cual se encargará mañana y con el cual tendría un buen lunes. Un buen inicio de semana. Con pequeños brincos examina la liberaría y por pura suerte se topa con una biblia -según Yoongi, es normal que se tenga aun sin saberlo-, se pregunta si Jungkook es cristiano.

Busca con cuidado hasta conseguir el fragmento adecuado. Con un resaltador hace énfasis en aquella pequeña frase. Marca la página y guarda la biblia junto a todo lo demás. Al mismo tiempo llega Jungkook con la bolsa llena de todo lo que necesita para tener cabello decente de nuevo.

Al menos eso debía ser. También tiene bolsas de ropa, maquillaje y demás cositas que no se esperó de su parte solo porque sí. Toma las bolsas y camina autómata a la habitación sin decirle una sola palabra. Jungkook abre la boca, la cierra, manos en la cintura y cabeza abajo.

—Denada...—dice a la nada. No supo ni que esperó.

Destroyed || KookMinWhere stories live. Discover now