De persecuciones y hermanos celosos ✧ ym ➺ omegaverse

¡Veintiséis!: omegas incómodos y besos amorosos.

JiMin corría por los pasillos de su escuela a toda velocidad, podía sentir como el aliento le faltaba y como su corazón latía con terror. Sus piernas dolían y sus ojos estaban llenos de lágrimas, no quería detenerse, mucho menos cuando escuchaba todavía el sonido de la voz ajena llamarlo con deseo. Sus piernas temblaron y debido a ese pequeño segundo de duda, sus pies se enredaron y cayó al suelo, de repente sintió que unas manos fuertes lo tomaban de la cintura con una fuerza dolorosa y... despertó.

Miró su habitación con terror, buscando algo que no estaba ahí, algo que para su buena suerte, no estaría ahí de nuevo.

Trató de relajarse, limpiando las pequeñas lágrimas de sus ojos, su respiración se fue aplacando lentamente y su corazón relajaba sus latidos. Se permitió analizar mejor su entorno y se dio cuenta de que era de día, y cuando miró su alarma, a esta le faltaban sólo quince minutos para sonar así que con un suspiro de calma decidió apagarla y se levantó, comenzando con su día.

Se vistió y desayunó, sus padres estaban a punto de irse a trabajar y formó una pequeña mueca cuando ChanYeol salió con él para acompañarlo hasta el instituto. De alguna manera estaba agradecido, no iba a negarlo, el sueño le había dejado un mal sabor de boca y a veces su hermano lo hacía sentir seguro, y bien, era su hermano, no podía odiarlo.

—Esta vez me llamas antes de irte —le dijo con un tono tosco cuando se detuvieron frente a la entrada del lugar—. ¿Bien?

JiMin desvió la mirada hacia el suelo, el día anterior había sido reprendido por su padre por haberse regresado solo cuando ChanYeol había ido a buscarlo, el omega solía distraerse y se olvidó por completo de que su hermano sería el encargado de ir por él cuando su horario de clases terminara. Al menos no metió a JungKook en la historia, ellos pensaron que se fue solo, si hubieran sabido que fue con un alfa que conocían menos que YoonGi habría sido otro problema.

—Lo siento, pero no sucedió nada malo —se encogió de hombros, restándole importancia.

ChanYeol simplemente endureció su expresión.

—Sólo avísame —insistió, sus cejas fruncidas y una expresión de seriedad absoluta—. En cuanto entres, me voy —agregó, dándole una rápida mirada alrededor.

—Bien, hasta luego —le dijo, pero Yeol no respondió.

El omega soltó un poco de aire y entró al lugar, sintiendo como las personas comenzaban a dirigirle sus miradas y se cruzó de brazos de manera tensa mientras apresuraba un poco el paso. Escuchaba murmullos alrededor, un par de risas y trataba de evitar el contacto visual con los alfas que lo miraban con aquellas sonrisas extrañas.

Park JiMin suele presentarse como un omega realmente lindo y accesible, sus palabras eran dulces y su actitud era sencillamente adorable, dándole un aire inocente que bien era la debilidad de cualquier alfa. El pequeño lobito rubio era considerado por muchos como "el omega perfecto", encantando a cada alfa que veía con sus lindos ojos castaño claro y su hermosa sonrisa, su rostro tenía características delicadas, sus labios eran besables y abultados y su figura llena de curvas era quizás la parte más atractiva que tenía. Él era, ciertamente, el mejor partido para tener una relación y una familia; no muchos omegas podían darse el lujo de ser considerados de esa manera, algunos eran muy delgados, otros eran muy altos y otros simplemente no poseían ese aire maternal, JiMin sin embargo, poseía cada punto a la perfección, un equilibrio que muchos podrían considerar como una gran ventaja.

Pero como muchos eran capaces de deducir con facilidad, Park JiMin jamás lo consideró como una ventaja. Quizás lo único bueno era tener la suficiente autoestima como para considerarse atractivo a sí mismo, pero realmente no creía que hubiera otra. Los alfas siempre se giraban para verlo, siempre le decían algo sobre su cuerpo o su cara, siempre silbaban hacia su dirección y siempre, sin falta, trataban de acercarse a él con intenciones de cortejo.