Tu nombre es Hope, una hermosa chica oriental que fue encontrada por un hombre latino en una caja de cartón, abandonada bajo la lluvia cuando tenías 5 años.
El hombre que te encontró, se volvió tu padre y tú única familia, pues no recordabas que ha...
Desde que las dos niñas, Lily y Sophie llegaron, fue tranquilidad para los tres. Mientras que Hope se recuperaba, la ayudaban a cuidar de sus hijas, Keigo siempre las ponía sobre su pecho y les cantaba suavemente para pudieran dormir después de comer. Cuando le tocaba a Katsuki, siempre se encontraba en la cama junto a la bicolor, hablándoles de cómo conoció a su madre, escuchando una y otra vez la historia, haciendo que la bicolor riera de vez en cuando, pero siempre, aquello hacía feliz a ambas bebés, pues sentían el amor de sus padres. Cuando el momento de ir a trabajar llegaba, la bicolor ya recuperada, se encargaba de sus dos niñas, amamantandolas, mimandolas, e incluso jugando con ellas, haciendo que conozcan a su abuelo Richard.
La primera vez que las vio, la esfera fatuo color blanco comenzó a llorar de felicidad, viendo como ambas bebés, una con los ojos dorados y otra con los ojos rojos lo miraban fijamente para luego reír y extender sus manitos hacia él. Richard estaba más que feliz, estaba orgulloso del trabajo que su hija había logrado. Las demás hitodamas habían aparecido y la risa de ambas bebés hicieron que se multiplicarán, sorprendiendo a la madre, al parecer ellas tenían una conexión perfecta con las esferas fatuo.
Los fines de semana eran los día de visita, su padre y hermanos venían a verlos y a compartir con ellos algún almuerzo o cena. La primera vez que Endeavor vio a sus nietas, hizo que de la emoción se apagaran sus llamas y soltara lágrimas gruesas una tras otra, cargando a ambas infantes. Shoto y Danny eran los que más las consentían a ellas, el primero siempre dándoles mimos y negándose a soltarlas cuando Natsuo o Fuyumi trataban de cargarlas. Ama a sus sobrinas y quería pasar mucho más tiempo con ellas; Danny, siempre que a él le tocaba estar con sus sobrinas, se transformaba en zorro, provocando las risas y pequeñas palmadas de ambas, les gusta ese truco. Las cosquillas que él les daba era más que solo una máquina de diversión, pues las risas no se terminaban hasta por un buen rato.
La visita de Touya era especial, él venía las noches de los sábados y domingo, viéndolas dormir con ternura, felicitando a su hermana por el buen trabajo que había hecho formandolas, aunque también la molestaba diciendo que se volvería una vieja gorda y amargada, provocando risas y alguno que otro pico de hielo que iba hacia su cabeza.
Era, son y serán felices, y ella lo es más, pues a pesar de todo lo que antes había pasado, desde que fue recogida de la calle hasta el día de hoy, se había vuelto una vida de locura con un final feliz.
El final feliz que nunca esperó pero sí deseó.
Ups! Gambar ini tidak mengikuti Pedoman Konten kami. Untuk melanjutkan publikasi, hapuslah gambar ini atau unggah gambar lain.
En una cabaña ubicada en un bosque cerca de la ciudad, risas y pasos rápidos se escuchan por los pisos de arriba. Sonriendo con suavidad, la bicolor que se encontraba durmiendo aún, abrió sus ojos y se sentó en la cama en el momento exacto en que la puerta de abría de golpe y dos pequeñas zorros se acercaba corriendo a lanzarse sobre la cama y refugiarse detrás de la zorro mayor.
-Mami mami, el monstruo de las cosquillas nos quiere comer! -dice la peliblanca mientras ríe-
-¿Y quien es ese monstruo de las cosquillas? -sonrie mientras mira a sus hijas-