capítulo 48

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Mariana lloró abiertamente, tomó mi mano y la besó mientras leía lo que estaba dentro de su nuevo medallón. Se reía de algunas frases, sonrió al resto y lo apretó en su mano mirándome.

—¿Por qué eres tan perfecta?— preguntó— esto es lo mejor que me han dado alguna vez... A parte de ti, por su puesto. Tú siempre serás lo mejor que he recibido.—Sonrió y yo puse los ojos en blanco jugando.

—Qué cursi eres— me reí.

—Te encanta— asentí con la cabeza, ella tenía toda la razón, me encanta.—¿Me lo puedes poner?

Tomé el medallón, me puse detrás de ella y lo abroché fácilmente. Era un hermoso collar para una hermosa chica. Ella sonrió y tiró de mi, ahora yo estaba enfrente de ella y nos besamos, fue un beso lleno de gratitud, amor y felicidad.

—Te amo.

—Yo también te amo— le contesté, pero nuestro momento especial fue arruinado por mi teléfono, indicando un mensaje de Paula.

¿Estás disfrutando de tu cachorro? ¿O estás disfrutando otra cosa?

Me reí y mostré a Mariana el mensaje y se rió.

—Te extrañé mucho Fer— murmuró Mariana mientras se acostaba en el sillón, me tiré encima de ella y empezó a acariciar mi rostro con amor.

—Yo también te extrañé— sonreí inclinándome para besar su nariz.

Nuestros labios se juntaron en un simple beso, un beso que se convirtió en fuego ardiente que no podía ser extinguido por nada, Mariana sonrió en el beso, abrazándome y besándome.

Sin embargo, nuestra diversión se vió interrumpida por una nariz húmeda presionando mi mejilla. Mi perrito había logrado saltar sobre la mesa del café y luego al sillón, pequeño ácaro inteligente.

—¡Yah!— me reí y le hice cosquillas en su pequeña cabeza linda, él se acercó a Mariana y ella puso sus manos en la cara para cubrirse de los lamidos, así que le agarré sus muñecas y las bajé sosteniéndolas fuerte para que él lamiera su cara bonita, era bastante divertido ver a mi novia luchando por mantener su boca cerrada.

—Fer— dijo ahogadamente mientras él se le subía a la cara y le metió la lengua en su oído.—¡Urgh, basta!— gritó y no podía parar de reír hasta que la solté.

—¿Así es cómo quieres jugar Fernanda?— preguntó con un brillo en los ojos. Negué pero ella ya me tenía debajo, en el lado opuesto del sofá llamando a Mimiz, oh mierda...

—¡No, no!— lloré en risitas mientras Mimiz saltó sobre mí e hizo lo mismo que mi cachorro hizo a Mariana.—¡Noooo!— grité, ella también estaba lamiendo mis oídos.—¡Bien, bien, me rindo!— murmuré mientras se abría camino a mi nariz, Mariana se rió y me soltó, yo sólo le di un tierno puchero.

—No des lo que no puedes tomar Fer— me guiñó el ojo y bajó a su perrita y a mi cachorro al suelo, se acostó de nuevo en el sillón y yo me tiré encima de ella de nuevo.

—Sí, sí— me quejé y limpié la baba de Mimiz que tenía en mi hermoso rostro en su camiseta, ella sólo rodó los ojos en respuesta.

—Bueno, ¿cómo piensas llamar a ese pequeño piojo?

—No lo llames así, él es adorable— dije y lo levanté del suelo, para colocarlo sobre el pecho de Mariana frente a mí y poder jugar con él.

—Tengo una vista tan maravillosa acá Fer.—Dijo sarcásticamente.

—Aww, pobre bebé.—Respondí con el mismo tono.—Hmm, ¿cómo lo vamos a llamar?— me preguntaba mientras miraba su linda carita.

—No lo sé... por alguna razón tiene cara de Fede.

—¿Fede?— fruncí el ceño.

—Sí, Fede.

—¡Ya sé! lo llamaré Federico.— Mariana sonrió tratando de ocultar su risa.—¿Qué? es un nombre tierno, y único.

—Es lindo, no te voy a mentir.

Mi cachorro aulló, tan lindo.

—Hecho— Mariana murmuró y lo agarró para colocarlo en el suelo y empezar a levantarse.

—¿A dónde vas?— pregunté.

—Voy al baño— respondió antes de salir de la sala de estar.

Aproveché la oportunidad para mirar al rededor de su sala como la adolescente entrometida que era. Marianita tenía muchas fotos de su familia, supongo, y también una foto de su perrita. Sonreí y seguí, vi algunos trofeos y juzgar por el estado en que estaban, eran viejos, por lo que sé Mariana no me mintió... eran trofeos de primer lugar de baile. Sonreí de nuevo.

Me asusté un poco cuando sentí unos brazos abrazándome desde atrás, pero un beso en la nuca me tranquilizó casi al instante.

—¿Qué miras?— susurró, y su aliento haciendo cosquillas en la piel.

—Tu vida— le contesté—es interesante para mi.

—Bien, pronto serás parte de ella— sonrió.

—No puedo esperar. Ya realmente no puedo.

—Te amo.— Sonrió.

———

el último te amo con una sonrisa en la cara...

LUJURIA OCULTA|FERCHA Y MARIANA (ADAPTCIÓN)Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora