FINAL.

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Mariana y yo habíamos pasado una noche bastante interesante si ya saben a lo que me refiero... Era el siguiente día, yo estaba recostada en su pecho, su corazón latía debajo de mi oído y sabía que en este preciso momento, no podría estar más feliz.

Teníamos nuestros ojos cerrados y su brazo estaba al rededor de mí mientras yo jugaba con sus dedos, sólo quería tocarla en estos momentos. Ella era mía y yo era suya.

La oí exhalar rápido y levanté la cabeza solo para verla sonriendo y automáticamente me hizo sonreír también. Me arrastré hasta que me acosté sobre su vientre, mientras yo la miraba medio dormida.

Su pecho subía y bajaba, su piel blanca y suave y ese perfecto pequeño hoyuelo que acompañaba su sonrisa, simplemente perfección, completa y absoluta perfección.

—¿Qué te imaginas?— dijo, con la voz completamente roca.—Seguramente estás siendo una pervertida....

—Ajá, ¿Y qué vas a hacer al respecto?— la desafié y levanté mi cuerpo, apoyando el peso sobre mis codos.

Ella se rió entre dientes por un segundo y tiró de mi para descansar sobre ella. Aspiré el aire, estaba lleno de su aroma natural, su cuerpo con olor a vainilla y refrescante—.Te voy a besar con mi asqueroso aliento de la mañana— respondió agarrando mi mandíbula y tirando de mi para besarme.

¿Me preocupaba su aliento? Nop. Hice el beso más profundo, ella era mía, sólo mía.

Continué admirando a mi novia en su estado de aturdimiento y tenía un poco de envidia por lo bien que se veía en las mañanas, como dije antes, todo en ella era perfecto. Bajé la mirada hacia el medallón que descansaba sobre su cuello, algo que nunca se había despegado de ella excepto durante su tiempo en la cárcel. Me gustó que ella lo hubiera guardado todo este tiempo, aún sabiendo que yo podría haber seguido adelante con otra persona... Ella lo guardó.

Yo también mantuve mi collar a pesar de que lo odiaba, pero yo no podía sacarlo de mi cuello y no era porque sólo Mariana podía quitarlo. Yo podría haber tomado unas pinzas y cortar la cadena, pero no lo hice. En mi cabeza era lo único que tenía de ella, no lo hubiera destruido por nada del mundo.

Sonreí y me arrastré un poco para poder leer las pequeñas letras de su medallón. Sonreí al recordar cada momento y cada cita que fue grabada en ese metal, esos fueron algunos de los mejores recuerdos de mi vida y yo nunca me olvidaría de ellos, estaban grabados en mi mente y corazón.

—Adivina qué—Mariana murmuró, solté una risita ya que trataba con ganas de volver a dormir.

—¿Qué?— le pregunté con una sonrisa mientras trazaba con mi dedo su mandíbula.

—No te he contado que yo, yo recibí un correo electrónico anoche...

—¿Oh, sí?— respondí con mis labios en su cuello, quería que le costara hablar y parecía que lo estaba logrando porque se estaba riendo un poco.

—Mhm— dijo cerrando los ojos, apoyó su mano en mi cabeza—. Me ofrecieron un trabajo.

Mi cabeza se disparó, ella utilizó su fuerza debilitada para bajarla de nuevo y yo continuara con lo que estaba haciendo.

—De cl consejera— sonrió y sonreí con ella, eso era genial.

—¿Y?— pregunté ansiosa.

—Y yo tenía— hizo una pausa— tenía una entrevista— exhaló, sus piernas ahora al rededor de las mías, atrapándome. No es que me importara, me gustaría estar así el resto de mi vida.

—Vaya, ¿y cómo te fue?— respondí siguiendo con mi juego, sonreí esperando su respuesta.

—Lo tengo, ahora soy psicóloga de parejas— podía oír el orgullo en su voz, finalmente recuperaba su vida, yo no podía dejar de saltarle en cima y abrazarla.

—Estoy muy orgullosa de ti— sonreí y besé cada centímetro de su rostro haciéndola reír. Ella trataba de detenerme pero debido a su estado de debilidad era incapaz.

—Empiezo en una semana, tengo que ir a un curso un día a la semana para repasar mis habilidades y luego seré psicóloga de tiempo completo, aunque no se me permiten niños— hizo un puchero que besé.

—Yo no era una niña, no soy una niña— murmuré contra sus labios.—Que se jodan por eso.
———

La vida fue buena después de eso. Mariana amaba su nuevo trabajo, trabajó con una compañía y recaudó dinero hasta que abrió su propio negocio donde todo fue más sencillo desde ahí. Ayudó a parejas de toda la ciudad y país, llegó a ser muy exitosa...

Cada dis venía a mi casa y me contaba de cómo el señor Hernández se quejaba de su esposa porque se negaba a tener relaciones sexuales con él. Casi siempre tenía esa luz en sus ojos cuando hablaba de su trabajo y yo estaba tan contenta con ella. Incluso me dijo que era mejor que enseñar.

A pesar de ser arrestada, perdió el contacto con su familia que no querían saber nada de su existencia, perdió su amada casa y su coche, me dijo que para ella nada había cambiado porque me tenía junto a ella, mi corazón se llenó de amor después de escuchar eso.

Mientras tanto yo seguía en la universidad, continué con la búsqueda de lo que en realidad quería hacer con mi vida, no tenía un plan ahora, pero Mariana me dijo que aún había tiempo. Ella me ayudó con mi enfermedad, ahora podía comer sin ningún problema. Mi depresión desapareció en el momento en que ella llegó a mi vida.

Teníamos nuestro propio departamento ahora. Mi papá se había cansado de los ruidos que venían de mi cuarto en la noche, incluso nos ayudó con un poco de dinero. Bromeamos con que él estaba tratando de deshacernos de nosotras y de hecho estuvo de acuerdo, pero todos terminamos riendo después.

Paula se había ido de intercambio a Canadá a descubrir sus sueños, se había convertido en una gran cantante en las redes sociales, nos marcábamos cada noche y le está yendo increíble, se lo merecía.

Ahora teníamos nuestra pequeña familia, Mariana, Federico, Mimiz y yo. Todo estaba perfectamente bien, esto es lo que había soñado siempre... Y pensar que todo esto empezó por un poco de Lujuria Oculta.

LUJURIA OCULTA|FERCHA Y MARIANA (ADAPTCIÓN)Where stories live. Discover now