capítulo 40

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Me senté en el asiento de copiloto del coche de Pau y todavía me sentía mareada, pero nada como antes, estaba tambaleando y tenía un ligero efecto borroso en mi visión pero me sentía decente.

Paula me puso el cinturón y luego cerró la puerta ella misma ya que aún seguía atrapada de mis manos en mi espalda. Apoyé mi cabeza adolorida en el frío cristal de la ventana del coche mientras esperaba a Pau llegar al asiento del conductor. Una vez que lo hizo prendió el coche pero no arrancó de inmediato, en lugar de eso, sacó su teléfono y comenzó a escribir en él de nuevo. Ella recibió una respuesta casi al instante y sonrió para si misma antes de bloquear su teléfono.

Yo no sabía que diablos planeaba, pero seguí haciéndole preguntas a Paula acerca de lo que iba a suceder, cuáles eran los castigos, qué había enviado en los mensajes... y cada pregunta tenía la misma respuesta... un puto silencio.

Estaba frustrada por haber sido ignorada, hasta comencé a tratar de soltarme, seguramente las esposas no eran fuertes, quiero decir, son solamente parte de un disfraz, ¿acaso son falsas? me propuse a tirar de ellas pero todo fue en vano. Entonces me incliné hacía adelante y hacía atrás para probar diferentes maneras de romperlas pero no pude y la estúpida de Paula simplemente sonrió a mis esfuerzos.

Una vez que llegamos a casa de Mariana, Paula se bajó y cerró la puerta del coche. La vi subir hacia la puerta principal de la casa de mi novia y tocar el timbre. Cuando la puerta se abrió un poco, ella entró, ¿en serio ella me va a dejar aquí? ¿de esta manera? eso no es para nada respetuoso. Con mis pies empujé contra la bocina y pité frustrada, sonreí cuando vi a Paula corriendo hacía mí, diciéndome que parara como si fuera una niña pequeña y ella mi madre, me burlé y continué tocando la bocina y haciendo un escándalo dentro del coche. Al final, ella no tuvo más remedio que sacarme de ahí.

Me agarró de los brazos ignorando totalmente mis palabras y me arrastró hasta la puerta principal de Mariana, me llevó dentro y me ordenó que me detuviera, rodé mis ojos pero hice lo que me dijo, yo sólo quería ver a Mariana... y pronto apareció. Caminó por el pasillo sonriente y traía una bata puesta, se veía tan hermosa. Pero su sonrisa creció aún más cuando sus ojos recorrieron todo mi disfraz.

—Gracias oficial, la tomaré aquí— dijo Mariana, dándole un guiño a mi amiga y me tomó del brazo tirándome hacía ella, fruncí el ceño, ¿por qué se daban esas miraditas? ¿acaso olvidan que yo estaba aquí?

—Ella estaba actuando de muy mala manera en el coche cuando veníamos hasta aquí oficial Hinojosa— respondió Paula sonriéndome.

—¿Oh, en serio?— Mariana dijo mirándome. Me pareció extraño, ella parecía más alta, así que miré sus pies, ella llevaba unas botas de cuero máximo unas 6 pulgadas, similares a las mías, excepto que las mías eran más cortas.—¿Qué estaba haciendo?

—Trató de liberarse y hacía preguntas constantes sabiendo que yo no respondería a nada— Paula sonrió.

—Uh, bueno... Eso fue travieso, ¿no?— Mariana se rió entre dientes y tiró de mi un poco, haciéndome perder el equilibrio.

—Bueno, la voy a dejar en sus hábiles manos oficial Hinojosa, adiós Pacheco— Paula me dió un guiño, dejándome sola con Mariana.

—¡Yah! ¿podrías soltarme?— me quejé, tirando de mis cadenas de nuevo.

Mariana me ignoró completamente y me llevó a la sala de estar, seguramente Mimiz estaba emcerrada en un cuarto o algo porque de lo contrario estaría mordiendo mis pies o tratando de lamer mi cara.

Nos detuvimos enfrente del sofá e iba a voltearme para hacer frente a Mariana pero ella me empujó y caí duro contra los suaves cojines del sillón.

—Hey vamos, déjame ir— me quejé. Ella simplemente me miraba, sus ojos miel recorrieron mis muslos y luego se posaron en mi escote. Sonrió pícara y se desató el lazo de la bata dejándola caer al suelo.

¡Ay santísima mierda! Mi mandíbula se abrió como nunca, Mariana llevaba un traje similar al de Paula excepto que este era color azul oscuro en comparación al de Paula que era negro, y aún más corto y más pegado a su cuerpo. Sacó un sombrero de policía detrás del sofá y se lo puso en la cabeza, luego sacó su bastón de la correa y empezó a moverlo en el aire. Tragué al ver su expresión facial, era una mezcla de lujuria y maldad, algo que no había visto antes en ella.

—Ahora, señorita Pacheco, usted ha tenido una noche muy ocupada, ¿no es así?— chasqueó la lengua y se sentó en mi regazo, con las piernas abiertas a lado de mis caderas.

—Sí... fue una buena noche— le contesté timidamente. Yo sabía que lucía bastante caliente pero frente a Mariana... wow ella tenía una manera de hacerme sentir pequeña.

—Sí, lo escuché... Y también escuché que te portaste un poco mal...— dijo con voz ronca, ¡oh dios mío! su tono me causaba efectos.

—Yo no...— mi discurso fue cortado y de pronto sentí el bastón en mi boca por lo que no podía hablar más, lo mordí un poco.

—Nop, no quiero excusas, me dijeron que estuvo hablando con su ex multilples de ocasiones, que bebió demasiado alcohol, que hiciste shows en varias ocasiones y que bailaste muy coqueta con una mujer...

¿Eh? ¡yo nunca bailé con otra mujer! traté de explicarle a Mariana que fue una broma de Paula pero no pude con el bastón en mi boca, todo lo que salió fueron murmullos. Vi su sonrisa maliciosa y me dijo que mantuviera mi boca callada o de lo contrario habría problemas. Tragué aaliva, amando el dominio que tenía sobre mí.

De repente sentí su agarre en mi traje y lo rasgó con todas sus fuerzas, los botones volaron en todas las direcciones posibles.

—Bueno, bueno— Mariana exclamó mirando mi cuerpo descubierto.—¿Sin sujetador eh? esa es otra cosa para añadir a la lista de travesuras, ¿no señorita Pacheco?— me estaba volviendo loca.

Negué en desacuerdo y por la forma en que ella levantó la ceja, sabía que era la respuesta equivocada.

—Las chicas traviesas necesitan ser castigadas— gimió, quitó el bastón de mi boca y me golpeó en mi muslo cerca de mi trasero. Me estremecí ante el contacto, pero no había mucho que podía hacer al respecto. Cerré los ojos dispuesta a no gritar, debido a mi frustración sexual.

Una vez que decidió que era suficiente tortura, me quitó los pantalones cortos y trató de levantarme. Sin embargo, tenía todo adolorido y me tropecé. Ella suspiró y me cargó por encima de su hombro llevándome a las esclaeras. Me sorprendió que pudiera cargarme con esa fuerza... pero me sorprendió más cuanto vi hacía donde íbamos.

El dormitorio.

LUJURIA OCULTA|FERCHA Y MARIANA (ADAPTCIÓN)Where stories live. Discover now