capítulo 50: No esperes por mi.

2.5K 160 58
                                    

Leer bajo su riesgo, no me hago responsable de tristeza excesiva :)

—Yo... yo...—Mariana tartamudeaba, incapaz de explicarle a la directora lo que había sucedido.

—He oído todo, lo del salón de clases también. Estoy muy decepcionada de ti Mariana.—Suspiró— Fernanda, he llamado a tu padre y está en camino, Mariana ven conmigo, tenemos que hablar— dijo en tono bastante severo y giró para volver a la escuela mientras que Mariana la seguía.

Me quedé parada en medio del estacionamiento, incapaz de moverme. La lluvia comenzaba a caer, pero yo no me movía. Parecía que mis pies se habían quedado pegados al cemento, mi corazón se rompió en mil pedazos cuando vi a Mariana mirándome por encima de su hombro y frenando su paso, pero la directora la empujó con dureza y rompió nuestro contacto.

—Mariana...— susurré, mientras veía al amor de mi vida desaparecer.

La lluvia caía más fuerte, podía sentir las gotas de agua heladas golpeando mi cabeza. Yo estaba empapada y congelada, pero no me importaba. Me quedé mirando fijamente la puerta de la escuela, esperando a que Mariana saliera y tomara mi mano así podíamos hacer nuestras maletas y salir corriendo, pero no lo hizo.

Una mano se posó en mi hombro, me dió la vuelta y me llevó a la camioneta a la que yo estaba acostumbrada a viajar en mi infancia. Me empujó dentro de ella y me tiró una toalla, yo no quitaba la mirada de la puerta hasta que la perdí de vista.

—Fernanda, ¿qué carajo estabas pensado?— alzó la voz, un escalofrío recorrió mi espalda.—¿Una maestra? ¿una mujer?

No dije nada, sólo incliné la cabeza pensando en lo que le estaba pasando a Mariana en este momento, probablemente siendo regañada, despedida... Arrestada.

—Tenemos que volver—.Supliqué.

—No vamos a volver— mi padre respondió, manteniendo firme sus manos en el volante.

—Por favor, tengo que verla. La están lastimando, por favor.— Lloré y tiré de la manija de la puerta, dispuesta a saltar y correr de regreso a la escuela a pesar de las lesiones que recibiría. Mi padre detuvo el coche de inmediato y me agarró los brazos para poder cerrar la puerta con seguro, una vez que lo logró, yo seguí golpeando la ventana con la esperanza de romperla.

—¡Fernanda Pacheco! ¡deja de hacer eso ahora mismo!— yo sabía que estaba en problemas por la forma en la que dijo mi nombre.

—Por favor— me desplomé en mi silla, agotada de todos mis esfuerzos.—Por favor, no puedo perderla— murmuré, luchando contra el impulso de desmayarme.

—Fer, lo siento...

Y todo se volvió negro.
———

Me desperté con un vacío que no se lo deseo ni a mi peor enemigo. Lo había perdido todo.

Me senté casi como una especie de zombie sólo para ver a Paula mirándome fijamente. Estaba inclinada, con los ojos llorosos y cubriéndose la boca con las dos manos, mi vista se volvió borrosa y Paula se levantó de inmediato y me envolvió en un fuerte abrazo.

Mi amiga no decía nada, yo sólo lloraba y me aferraba fuertemente a su camisa, clavando mis uñas en mis propias manos. Paula temblaba bajo mi propio temblor, me abracé con Paula con más fuerza hasta que me atraganté con mi llanto, mi amiga se apartó y me miró.

—Fercha, lo siento mucho— sacudió la cabeza.

No dije nada, ¿qué podía decir? mis labios temblaron mientras miraba a Paula a los ojos y lo único que podía pensar era que quería estar haciendo lo mismo con Mariana.

LUJURIA OCULTA|FERCHA Y MARIANA (ADAPTCIÓN)Where stories live. Discover now