capítulo 12

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—¡Fernanda, entra!— gritó cuando había bajado la ventana, no le respondí. Rápidamente miré el horario de autobuses, aún faltaba media hora para que mi autobús llegara, no es demasiado. Di un paso hacia atrás ignorando su coche ignorándola totalmente—¡Fernanda vas a enfermarte! sube al carro— seguía gritándome, me crucé de brazos y me negué a mirarla, podía ser demasiado infantil pero yo tenía el corazón roto, así que me volví a negar dando otro paso hacía atrás.

De repente oí la puerta de su carro abrirse y ella salió abriendo un paraguas, cerró la puerta y se dirigió hacia mí. Todo lo que quería hacer era no verla y comencé a caminar lejos de ella, había otra parada de autobuses más arriba de la calle.

La escuché decir mi nombre pero una vez más la ignore... ¡me rompió el corazón!

Sentí un hormigueo al sentir su mano en mi hombro, me di vuelta y ella estaba empapada por la lluvia al igual que yo.

—¡Fernanda escúchame, entra al coche!

—No.

Un trueno sonó haciendo temblar el suelo y aunque yo estaba asustada no queria demostrarlo, intenté dar un tirón de mi brazo pero ella lo sostenía muy fuerte.

—Mierda— dijo y me arrastró a su coche, no había caminado tan lejos pero traté de resistirme, no podía estar dentro de un carro con ella ahora mismo.

Abrió la puerta del copiloto y me dijo que entrara, de nuevo me negué así que me metió a la fuerza ignorando mis quejas y protestas, luego cerró la puerta con fuerza, se dirigió a la puerta del conductor y entró al coche, yo trataba de abrir la puerta pero ella rápidamente les puso seguro.

—¡Ábreme la puerta!— pedí.

—No.

—Esto es un secuestro.

—No, se llama ser responsable y puedes tener una neumonía Fernanda— me miró— ¡mírate estás toda empapada!

—Déjame ir.

—No.

Me incliné a su lado, rozando contra ella. Me estaba mareando un poco, me gustaba mucho esta mujer y ella lo estaba haciendo muy difícil, estaba prácticamente encima de ella tratando de abrir su puerta pero estaba asegurada.

Yo no podía ir a ninguna parte así que me rendí, traté de calmarme viendo la lluvia por la ventana que rebotaba duramente contra el vidrio.

Sentí que Mariana se movía para tomar algo de los asientos de atrás, yo no veía lo que era.

—Ten, toma esto— me dió un abrigo grande, lo miré y negué con la cabeza volviendo a mirar por la ventana— ¿Qué es lo que te pasa?— preguntó, me imaginaba su cara de confusión.

Por el rabillo del ojo vi que tocaba algunos botones para la calefacción, yo estaba en silencio pero agradecida, dejó caer el abrigo que tenía sobre sus piernas cansada de ofrecérmelo por tanto tiempo. Suspiró y encendió el auto.

—Si te he dicho o hecho algo que hizo que te enojaras, lo siento— dijo mientras conducía a través de la lluvia. No contesté pero mis lágrimas amenazaban con salir después de escuchar el dolor en su voz.—O tal vez es algo que haya pasado entre tú y Paula, sabes que puedes hablar conmigo sobre eso, ¿bien?

Sí, hiciste algo, me he enamorado de ti y me rompiste el corazón, ¿eso es lo que quieres escuchar? pensé. Me estremecí cuando ella puso su mano en mi pierna, de inmediato me sacudí para que ella la quitara, no me gustaba la forma en que ella me hacía sentir cosas, quitó su mano de mala gana devolviéndola al volante.

—Así que soy yo... ¿qué puedo hacer, Fernanda?— suspiró.

—Dejarme salir— le respondí finalmente, eso era lo que quería de ella en este momento.

—Pero ya casi llegamos— razonó.

—Déjame salir— repetí.

—Ok— ella finalmente se rindió y detuvo el coche— pero solamente si te pones el abrigo y tomas el paraguas, ¿de acuerdo?— asentí— ¿sabes dónde estamos?— volví a asentir—Bueno— sonaba derrotada.

Mariana me dió el paraguas y se aseguró que me pusiera bien el abrigo antes de quitar los seguros de las puertas, todo lo que podía sentir era su olor en el abrigo y me estaba matando, pero salí, abrí el paraguas y cerré la puerta. No me atrevía a mirar hacía atrás.

Tenía que caminar unos diez minutos y llegaba a mi casa. Además era fin de semana y doy gracias al señor por eso. Una vez que entré a mi casa, inmediatamente me quité el abrigo, lo puse en la lavadora y la encendí, puse el paraguas detrás de la puerta y me dirigí a mi cuarto para tomar una ducha caliente.

Tal vez soy estúpida pero sentí que soy especial para ella... supongo que sólo soy una chica obsesionada con el amor. Además, si ella hubiera sentido lo mismo, nunca funcionaría, ella podría ser arrestada si la gente se entera. Quizás esto sea lo mejor.

Liz se acercó esta noche e hicimos lo de siempre, no me molestó en lo absoluto, yo solamente quería sentirme bien por unos minutos, 3 para ser exactos.

Paula me llamó una y otra vez pero no le respondí, no quería salir ni hablar con nadie, solamente quedarme en mi casa y dormir.
———

¡Hola! no los quería dejar con la intriga así que hoy he podido actualizar, gracias por leer c:

LUJURIA OCULTA|FERCHA Y MARIANA (ADAPTCIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora